En setiembre de 1988, albores de la nueva democracia argentina, el entonces vicepresidente Víctor Martínez dejaba inaugurada la primera planta elaboradora de la argentinísima AdeS (tucumana para más datos). 
Una bebida que puede considerarse la precursora de las leches de origen vegetal en Argentina. Y una precursora exitosa: en 2016 Coca Cola compró la marca a Unilever en 575 millones de dólares y hoy, con la marca AdeZ, el producto se comercializa en media Europa.

La originalidad de la familia Allende, inventores de la bebida argentina, puede ser discutida por que la leche de soja es antiquísima: es consumida hace más de 2000 años y utilizada como base nutricional a partir de un elemento universalmente difundido en nuestros días: el tofu.
Lo que no puede discutirse es que, por diversas causas, la leche de soja hoy es acompañada por un sinnúmero de colegas: de almendra, de avellana, de avena, de arroz, de coco. Y sigue la lista.

Vamos al súper

Una recorrida rápida, no física sino virtual, nos permite apreciar que los comercios argentinos ofrecen hoy toda una variedad de productos bautizados genéricamente “Leche de”. Es cierto, en Europa no se puede hacer esto porque según la legislación “ se entenderá por ‘leche’ exclusivamente la secreción mamaria normal obtenida a partir de uno o más ordeños, sin ningún tipo de adición ni extracción”. Allá entonces son “Bebida a base de”.

Pero independientemente del nombre, desde pequeños emprendimientos hasta compañías internacionales, hoy ofrecen estos productos en nuestro país. El recorte de la pantalla que nos ofrece el popular buscador de internet a la consulta por “Leches Vegetales” es por demás gráfico.

El recorte de lo que ofrece el buscador Google muestra la enorme variedad de sustitutos lácteos que pueden encontrarse en el mercado argentino.

Desde precios comparables al del sachet hasta verdaderos “artículos de lujo”, el catálogo da para todos los gustos y bolsillos.

Vamos al Nutricionista

Sin intención de reemplazar a los profesionales del sector, a quiénes deberá consultarse por inquietudes específicas si se trata de dietas especiales, hay fundamentos en la decisión europea de cuidar la denominación “Leche”.

Es que los consumidores pueden interpretar que las "leches" vegetales son un sustituto directo de la leche de vaca, pero algunas de estas bebidas carecen del equilibrio nutricional de la verdadera leche, resultando en muchos casos bajas en proteínas, grasas, calorías, hierro y calcio.

Por cierto, depende de la preparación y el sucedáneo involucrado. Por ejemplo, estas objeciones no se aplicarían a la mayoría de las leches de soja, que tienen un contenido en proteínas más elevado que la leche vacuna y similar contenido de calcio.

Con la adecuada fortificación, las leches vegetales pueden llegar a ser alternativas nutricionalmente equivalentes a la leche bovina. En todo caso, como regla, deberían elegirse bebidas fortificadas con vitaminas y que contengan al menos 24 gramos de proteína por litro, según un detallado estudio de 2016.

Como referencia, una leche de almendra tiene unos 5 gramos de proteína por litro y además, sus proteínas son de menor valor nutricional que las proteínas de leche vacuna por sus aminoácidos componentes.

​Vamos con la consultora ambiental

Hannah Ritchie es editora adjunta y líder de divulgación científica en Our World In Data, un prestigioso sitio de divulgación estadística.

En uno de sus últimos trabajos analiza el impacto ambiental de las leches veganas comparado con el de la leche de vaca, poniendo de relieve que, como en otros campos, sustituir productos animales por productos vegetales, tiene beneficios ambientales comprobables.

En este trabajo, Ritchie se propone responder a dos preguntas básicas: ¿las leches de origen vegetal son realmente mejores para el medio ambiente y cuál es la mejor?

Para responder, utilizó una variedad de métricas ambientales para cada litro de leche producido: uso de la tierra, emisiones de gases de efecto invernadero, uso del agua y eutrofización (aporte en exceso de nutrientes inorgánicos, principalmente nitrógeno y fósforo, en un ecosistema acuático que deriva en efectos adversos en las masas de agua afectadas).

Las leches vegetales tienen ventajas ambientales significativas para reemplazar a la leche vacuna. Imagen: Our World in Data / Hannah Ritchie

La leche de vaca tiene impactos significativamente más altos que las alternativas de origen vegetal en todas las comparaciones. Genera alrededor de tres veces más emisiones de gases de efecto invernadero; usa alrededor de diez veces más tierra; de dos a veinte veces más agua dulce; y crea niveles mucho más altos de eutrofización.

Con este escenario, no es extraño que en los años por venir, llamándolas leche o no, la leche vacuna se transforme en una rareza en las dietas humanas. Claro, con la excepción de la leche materna, que seguirá siendo fundamental en términos nutricionales y afectivos.