Por primera vez una semilla transgénica argentina es aprobada en el exterior.
Brasil aprobó para uso comercial un trigo resistente a la sequía, íntegramente desarrollado por investigadores e investigadoras argentinas.
Aunque pase desapercibido para el gran público, entre los productores y empresas del negocio agrícola la noticia tiene un impacto enorme y recorre el mundo como un hito en la producción de alimentos: la autoridad regulatoria de Brasil aprobó un trigo tolerante a la sequía desarrollado íntegramente en la Argentina.
El evento fue creado gracias a una tarea de cooperación entre investigación básica e inversión privada. Por el lado de la ciencia, equipos científicos del Conicet liderados por la Dra. Raquel Chan en la Universidad del Litoral; por el lado productivo, las pruebas de campo estuvieron a cargo de la compañía Bioceres, que obtuvo la licencia de su uso y explotación por 20 años.
“Esta tecnología consolida a la Argentina como referente global en materia de biotecnología dijo Gabino Rebagliati, jefe de comunicación de Bioceres. Mejorar la tolerancia de los cultivos a los fenómenos climáticos, cada vez más extremos, es central para la seguridad alimentaria, uno de los grandes desafíos de este siglo.
Al describir los beneficios de esta nueva semilla, Rebagliati afirma que permitirá a los productores “aumentar sus rindes por hectárea y quedar menos expuestos a los efectos de la sequía”.
Un beneficio adicional, en este caso para la economía nacional, será la reducción a la exposición a los fenómenos climáticos y al ambiente, y el aumento de la productividad por hectárea.
En todo caso, subsiste aquí la duda si la nueva semilla serás utilizada para preservar recursos del ambiente (los mayores rindes permitirían bajar la huella de carbono por kilo producido y utilizar menos superficie en cultivos). Tenemos fresca la memoria y los datos de lo que ocurrió con las nuevas semillas de soja y maíz: masivos desmontes de zonas que no eran aptas para las semillas anteriores.
La historia del nuevo desarrollo
En 2012, Chan y su grupo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral presentaron plantas de soja, maíz y trigo que no sólo son resistentes a la sequía y la salinidad, sino que además son entre un 20 y un 30% más productivas gracias a que se les insertó un gen (el HAHB-4) descubierto en el girasol.
Dado el volumen que tiene la producción de estos cultivos, cualquier variación implica miles de millones de dólares de ingresos. Según las estimaciones, puede calcularse una mejora del 20% en el rendimiento y un 5% de aumento de la superficie cultivable.
“El porcentaje de ganancia depende del ambiente –aclara Chan–. En algunos lugares anda perfecto. En Provincia de Buenos Aires arrojó excelentes resultados. Y lo más importante es que, gracias al enorme trabajo científico interdisciplinario que realizamos, podemos predecir donde ‘da’ bien y donde no”.
Chan, doctorada en química en Rosario y con estudios de post grado en Francia, regresó al país en 1993, y desde entonces trabaja en el tema. De acuerdo con lo publicado hasta hoy en la literatura científica, no existe otro gen de resistencia a la sequía que confiera también aumento de productividad.
La explicación en este caso es que el gen de girasol “desconecta” el programa de regulación de la planta del de la acumulación en la semilla. Por más que haya estrés, la semilla “no se entera” y se sigue llenando el grano.
La conclusión de la investigadora principal del proyecto, de toda esta experiencia, es que "“Somos un país capaz de hacer ciencia y capaz de hacer desarrollo tecnológico y somos un país capaz de generar asociaciones público privadas exitosas”.
El impacto en el mundo agrícola, es fuerte
Según relata la especialista en divulgación científica Nora Bär en una crónica de esta noticia, en el semanario francés Le Point, la periodista Géraldine Woessner escribió que “este día deberá marcarse como un hito en la lucha contra el calentamiento” y calificó el logro como “una proeza formidable”. “Predigo –agregó– que un día la investigadora Raquel Chan recibirá el premio Nobel por este descubrimiento”.
El trigo HB4 fue autorizado en la Argentina en 2020, sujeto a la aprobación de Brasil, que es el principal comprador de nuestro trigo: en 2020 se llevó el 42% de nuestras exportaciones. Hasta hoy, nunca fue comercializado y se siguen protocolos muy estrictos para garantizar el confinamiento y la trazabilidad. De otra forma, el evento podría “escaparse” hacia el resto de los trigos.
Pese a la oposición de algunas asociaciones brasileras, la votación de la autoridad regulatoria de Brasil fue unánime, después del análisis más exhaustivo que registre esa autoridad. Ahora, debería comenzarse el proceso de producción y comercialización.
Pero no debería ser la última noticia de este universo: una soja desarrollada por el mismo equipo espera aprobación, pero en este caso de China.