El 11 de septiembre de 2001 marcó un antes y un después para Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo.

Desde allí, la cárcel de Guantánamo tomó vital importancia, recibiendo con asiduidad, hasta hace un tiempo, a acusados de cometer delitos en este marco.

Llegando a tener en algún momento 700 detenidos, hoy sólo quedan 40, después de años que mostraron una gran ineficacia.

Partiendo de la decisión de George W. Bush en 2006, de implementar un esquema de juicios novedoso para juzgar a terroristas, que sólo llegó a un total de ocho condenas, tres de las cuales terminaron siendo anuladas.

Las múltiples denuncias de organismos internacionales apuntan a la necesidad del Gobierno de ocultar las torturas a las que son expuestos los presos, todos de origen musulmán.

Ya el Senado estadounidense confirmó la realización de este tipo de prácticas.

De poco sirvió la decisión de Barack Obama de cerrarla en 2008, cuestión que no se pudo ejecutar.

Hoy, cinco de los detenidos están considerados co-autores del atentado a las torres gemelas, pero 18 años después aún no fueron sometidos a un proceso judicial.

La preocupación del presidente Donald Trump, hoy, son los gastos, a los que considera “una locura”.

Sin embargo, no se privó de habilitar que continúe abierta por tiempo indefinido.

Ubicada en una bahía de tiempo inestable en la parte oeste de Cuba, improvisada sobre una base militar, para Estados Unidos cualquier movimiento le demanda mucho dinero.

El año pasado se gastaron U$S 540 millones, a razón de unos 13 millones y medio de dólares por preso al año, en promedio.

Se estima que unos dos mil cien personas, entre militares y profesionales estadounidenses, trabajan allí a diario, incluyendo agentes de inteligencia que llevan adelante un denunciado "programa de detención secreta indefinida".

Para los guardias, hay accesibilidad a un cine y una capilla, mientras que los detenidos cuentan con televisión digital, espacios recreativos, videojuegos y comida halal, que manda el Corán,

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Recorrido por los pasillos y celdas de la temida Guantánamo, donde custodian a 41 presos