“Las condiciones en las tierras altas andinas de Ecuador son ideales para el cultivo de rosas. El país es uno de los mayores exportadores de rosas del mundo. Pero después de sufrir la crisis pandémica y el malestar social en 2022, los cultivadores de rosas ahora tienen otro problema. Después de que su moneda colapsara, en 2000 Ecuador adoptó el dólar estadounidense. Con el dólar ahora fuerte, las rosas de Ecuador están perdiendo terreno en los mercados mundiales frente a sus rivales de Colombia, Etiopía y Kenia”.

Así comienza el artículo del periódico especializado británico The Economist titulado “La fortaleza del dólar perjudica las exportaciones de América Latina” en el que, tomando los casos de los tres países de la región que adoptaron al dólar como moneda, evalúa el impacto de la falta de moneda propia en estas naciones a la hora de atender los shocks externos.

Advertencia

Las dificultades que viven los tres países latinoamericanos que adoptaron al dólar estadounidense como moneda de curso legal, advierte la publicación, “deberían hacer reflexionar a Javier Milei, el presidente de Argentina, quien hizo campaña para adoptar el dólar y cerrar el banco central”.

Milei, sostiene el semanario, “podría argumentar que al eliminar el déficit fiscal y eliminar los controles, está haciendo que la economía argentina sea lo suficientemente flexible como para beneficiarse de la dolarización. Y es cierto que América Latina ha abusado de la depreciación de sus monedas para encubrir fallas en sus políticas. Pero la experiencia muestra que, lejos de ser una panacea, dolarizar puede crear un castigo para uno mismo”.

Agrega el artículo que “la dolarización fomenta una mayor integración económica con el resto del mundo porque reduce los costos de transacción involucrados en el comercio. Pero si los bienes y servicios no son competitivos, será más difícil aprovechar al máximo las oportunidades potenciales”.

The Economist insiste con que “adoptar el dólar significa renunciar a una política monetaria independiente y la opción de responder a choques externos mediante la devaluación de la moneda”. Los bancos centrales de estos países, aunque existen, no controlan la oferta monetaria ni establecen las tasas de interés, lo que limita su capacidad para manejar crisis económicas internas.

Según The Economist, “la política fiscal estricta se vuelve especialmente importante, porque los países no pueden imprimir dinero para cubrir sus déficits presupuestarios”.
En este sentido, los déficits fueron considerables el año pasado en los tres países, con una deuda pública que sigue aumentando de manera preocupante.