“Hay que replantearse qué otras formas de alimentarse existen por fuera de los ultraprocesados”
Ante el nuevo packaging con octógonos surge un impacto emocional negativo sobre algunos productos alimenticios. Ahora, los consumidores prefieren artículos con menos sellos y la industria empezó a reformular sus ofertas. La afirmación es de Julia Garello, invitada del programa Redacción Abierta que debatió el tema.
Los octógonos negros ya son habituales en las góndolas de supermercado y desde su aparición las personas piensan dos veces si adquirir un determinado producto. A medida que más artículos incorporaron los sellos a sus paquetes, la sorpresa la dieron aquellos que se creían saludables, pero al parecer, no lo son tanto.
Según datos relevados, cuatro de cada diez consumidores modificaron sus maneras de comprar, dejando de lado aquellos que tienen impresa alguna de las etiquetas, como exceso de sodio, grasas saturadas o azúcares.
Frente a este panorama y tras dilatar la aplicación de los sellos, las empresas alimentarias están teniendo que reformular sus productos para adaptarlos a las nuevas demandas.
El programa Redacción Abierta se propuso analizar el tema con la gerenta del Centro de Almaceneros Vanesa Ruiz, la nutricionista Julia Garello y la psicóloga Romina Pisano, ambas especialistas en trastornos alimenticios.
“No ha cambiado mucho el comportamiento en cuanto normas de consumo. Por un lado, la habitualidad; y por otro, la crisis económica que no permite elegir. Si es por voluntad propia quizá no la compraría, pero como define el bolsillo se compra igual”, sostuvo Ruiz.
“La industria tendrá que replantearse y reformular los productos para dar respuesta a un consumidor que quiere productos con menos sellos. En general, los que más tienen son productos ultraprocesados que, está comprobado, tienen una relación directa con las enfermedades crónicas no transmisibles. La ley tiene el objetivo de reducirlas en la población promoviendo la alimentación saludable”, dijo Garello. En ese sentido, agregó: “Hay que replantearse qué otras formas de alimentarse existe por fuera de los ultraprocesados”.
Para Pisano, las repercusiones no fueron todas buenas:
“Hubo un impacto muy grande en las personas con trastornos alimenticios, son quienes más se detienen a mirar las etiquetas y de manera obsesiva. Toman los octógonos como señal de prohibido. Entonces, están perdidos, no saben qué elegir en el super”.
La psicóloga indicó que “parte importante de la salud emocional y que va de la mano de una alimentación saludable es no tenerle miedo a los alimentos”.
Según la nutricionista, el sello es la primera puerta a la información nutricional, pero no determina si el alimento es bueno o malo. “Los octógonos son la advertencia de un ingrediente crítico en exceso. Si nos quedamos solo con el sello para seleccionar la compra, nos está faltando información de educación alimentaria y de entornos saludables”.
De acuerdo a los relevamiento del Centro de Almaceneros, el mayor desconcierto lo generaron los productos para niños y niñas, “algo que se creía sano como un yogurt resulta que tiene exceso de azúcares o contiene edulcorante”.