"Habrá un antes y un después de este juicio, que es moral, ético e histórico"
Quien habla es Pedro Solans, escritor y testigo en el juicio. Él, junto a Mariano Saravia, Gabriela Exilart y David García, fueron los invitados del programa Redacción Abierta para develar los detalles de un genocidio contra los pueblos originarios de la mano del Estado y los dueños del poder.
El pasado 19 de abril comenzó el juicio histórico por la matanza de más de cuatrocientas personas de las etnias Qom y Moqoit en Chaco. Se la conoce como la Masacre de Napalpí y ocurrió el 19 de Julio de 1924.
Pasaron 98 años para que este capítulo de la historia argentina llegue a la Justicia para conocer la verdad contada por los descendientes de las víctimas, académicos e investigadores. Si bien no hay sentados en el banquillo de los acusados ni policías ni gendarmes ni hacendados ni políticos, es decir los perpetradores de la masacre, es un juicio fundamental porque contribuye a la memoria colectiva y se convierte en el primer proceso por crímenes de lesa humanidad cometidos contra comunidades originarias.
Para profundizar en el tema, el programa Redacción Abierta recibió en los estudios de Canal 10 a Mariano Saravia, escritor, historiador y periodista, y a Pedro Solans, también periodista y escritor, quien testificó en el juicio el pasado 27 de abril a raíz de ser el autor de "Crímenes en sangre", donde relata el hecho.
También, participaron vía Zoom Gabriela Exilart, autora de "Atrapada en el viento", una ficción situada en la masacre; y David García, cofundador de la Fundación Napalpi, traductor e interprete.
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EL JUICIO
Al tratarse de delitos de lesa humanidad el hecho no prescribe y, como los responsables están muertos, no hay imputados y debe responder el Estado, que representa en su conjunto a la sociedad.
"El paradigma que tenemos sobre el aborigen no ha cambiado en todo este tiempo, lo consideramos vago, culpable de todos los males de la zona, problemas con las tierras, la salud y la convivencia. Por eso, es un juicio a la moral y a la ética, nos interpela como sociedad. Esto es más importante que reparar materialmente a los descendientes”, sostuvo Solans.
"Estamos muy alagados con que la jueza lleve el juicio a ese nivel de socialización, que no quede sólo en el Chaco, sino que se conozca a nivel nacional y mundial, porque así a través e la justicia podemos deconstruir los estereotipos que se han marcado en las comunidades indígenas. Hoy hay una página nueva dentro de la historia de Argentina. Eso nos anima, son nuevas ilusiones, nos da expectativa", comentó García, integrante de la Fundación Napalpí. Las audiencias públicas comenzaron a desarrollarse en Chaco y continúan en la exESMA.
Para describir el momento político y social en el que ocurrió la matanza, Saravia recordó que sucedió durante el gobierno del radical Marcelo T. de Alvear y lo definió como un genocidio, porque el Estado tuvo la intención de “exterminar un grupo humano”.
“Es importante recuperar el contexto en el cual la historia oficial nos dice que se construyó la Argentina, a partir de la Generación del 80, fines del Siglo 19 y principios del 20, plagado de hechos genocidas, desde la Campaña del Desierto con (Julio Argentino) Roca, la Campaña en Chaco con (Benjamín) Victorica, y luego las grandes matanzas del principio de Siglo 20, la Semana Roja, Semana trágica, la Patagonia Trágica, la Forestal. Y en 1924: Napalpi”, explicó el historiador.
Además, señaló que se trató de un reclamo obrero-rural, porque eran personas que sufrían de los mecanismos de la esclavitud en pleno siglo 20 y al exigir sus derechos, “es el Estado argentino y la clase terrateniente la que decide masacrarlos”. “Por eso, hasta que no se resuelva el tema de la tierra seguirán sucediendo hechos como estos”, opinó Saravia.
Para Solans es fundamental hablar no sólo de las víctimas sino de los victimarios, porque entre ellos estaban en contacto. "Fue el colono, que llenó de odio, forzó al orden publico para que cometa semejante matanza. Eran los colonos que producían algodón para exportarle a Inglaterra. Siempre las masacres tienen una conexión con los imperios de turno. Esto siempre se repite", expresó el autor de “Crímenes en sangre”.
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La escritora Gabriela Exilart reforzó que la masacre comenzó con un demanda laboral: “Sufrían explotación extrema en la cosecha de algodón, no podían salir del territorio. Cuando la negociación fracasa se ordena aniquilarlos”.
“En mi libro 'Atrapada en el viento' cuento la previa, la masacre y lo que viene después porque no se acabó ahí, la persecución siguió después. Estas personas negaban sus orígenes, el miedo continuó durante mucho tiempo después", agregó la autora por videollamada desde Mar del Plata.
En el mismo sentido, Solans añadió: "Sabían que para vivir no tenían que hablar en quom, no decir que estuvieron en Napalpí e irse, dejar a sus muertos y sus vidas. Cambiaban trabajo por un plato de comida y refugio, pero sin hablar, por eso se dice que son tímidos, pero no, son apaleados".
Mientras que el periodista, colaborador de los SRT, explicó que esta situación no es exclusividad de las comunidades del norte. "Les pasó y les pasa a los pueblos originarios de todo el pías, incluido Córdoba. Las familias que recién ahora están empezando a reconocerse y recuperar su orgullo".
"Estuvieron más de un siglo escondiéndose, con miedo y vergüenza. Esto nos hace mal como sociedad, nos destruye y nos empobrece, por miedo a los dueños de Argentina”, dijo.
BISAGRA EN LA HISTORIA
"Argentina es un ejemplo mundial por haber juzgado a los genocidas de la última dictadura militar. Pero sigue ocultando su historia. Por eso, este juicio será una bisagra porque luego se reactivará el pedido de justicia de los descendientes de las víctimas de Rincón Bomba, el genocidio de 1947 contra el pueblo Pilagás en Formosa, por nombrar un hecho”, aseguró Saravia.
Y Solans coincidió: "Habrá un antes y un después después de este juicio que es moral, ético e histórico".
También lo hizo García, para quien se trata de un proceso judicial único e histórico.
"Nuestra comunidad se ha apropiado del tema. Las luchas son muchas, entre ellas Napalpí. Las emociones se mezclan entre alegría y tristeza. Hay una expectativa de esperanza, donde podemos manifestar una voz, la verdad se está descubriendo de a poco”, contó.
Por su parte, Exilart expresó: "Celebro que tantos años después haya un reconocimiento del Estado, aunque víctimas y victimarios no están vivos, y que la memoria no quede impune".
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“Lo único que espero es que, así como pasaron cien años para rectificar la historia oficial, que dentro de otro siglo no vuelva a suceder. Hay que tener en cuenta que la gente que ha victimizado a los pueblos originarios son parientes nuestros, no podemos hacernos los distraídos. Si no nos sentimos interpelados socialmente, las generaciones futuras volverán a hacer un juicio, quizá no por una etnia, sino por pensar distinto”, confesó Solans por la pantalla de Canal 10.