Hoy 24 de enero, el gobierno de Javier Milei enfrenta su primer paro nacional, el más rápido desde el regreso de la democracia en 1983, ya que se concreta al día 45 de gestión. El antecedente más cercano en el tiempo se dio durante el mandato trunco de Fernando De la Rúa, quien sufrió la primera medida de fuerza en su contra el día 77, según el informe realizado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral (gráfico arriba); Eduardo Duhalde lo enfrentó en el día 142 y Raúl Alfonsín el día 269. En estos tres casos, si bien en circunstancias distintas, la entrega del poder debió adelantarse respecto a los tiempos institucionales previstos.

Según la encuesta nacional de Espiral Consultores, 56% de los electores acuerda con la medida de fuerza (54,12% acuerdo pleno) y 43,5% la rechaza (35,84% rechazo pleno, gráfico arriba). El mismo informe reporta que 36,03% considera al paro necesario para que el gobierno cambie el rumbo (guarismo que está en el mismo orden de magnitud del voto a Sergio Massa en la primera vuelta de octubre, casi 37%), 26,5% lo ve como una medida política, 19,14% como una expresión de descontento por la situación económica y 14,29% como un paro de “la casta” (gráfico abajo). En cualquier caso, las opiniones que avalan la medida acumulan 55,17% y son mayoritarias.

Al comparar datos con la segunda vuelta de 2023 (cuando Milei fue electo presidente con 55,6% vs 44,4% de Massa), se observa que las posiciones se invierten en sentido contrario y arrojan un saldo desfavorable de 12,5 puntos porcentuales, muy amplio si se tiene en cuenta que el gobierno aún no lleva dos meses en funciones. Como vimos en las últimas notas de este espacio, el ajuste en marcha, el mega decreto de necesidad y urgencia (DNU) y el proyecto de ley ómnibus vienen generando un fuerte desgaste al oficialismo, y un repaso de variables clave en las últimas mediciones muestra distribuciones similares de tendencias adversas: según Zuban Córdoba & Asociados, 54,3% de los electores cree que el país va en dirección incorrecta vs 43,5% que la considera correcta (gráfico abajo). Nuevamente, una mayoría neta se pronuncia en contra del rumbo trazado por Milei, aquí con un saldo adverso de 10,8 pp.

En tanto, según una reciente medición de consultora Escenarios, la satisfacción con la marcha general del país sube de 17,34% a 31,48%, mientras que la insatisfacción cede de 75,96% a 59,04% (gráfico abajo). Aun así, los satisfechos se ubican en el mismo orden de magnitud del voto a La Libertad Avanza (LLA) en primarias y primera vuelta (30%), mientras que los insatisfechos casi duplican ese caudal, superándolo por 27,56 pp.

La última encuesta de la Universidad de San Andrés (Udesa) reporta 71% de insatisfacción vs apenas 26% de satisfacción (gráfico abajo), un saldo desfavorable de 45 pp. De nuevo, quienes acompañan replican, con matices, el voto a LLA en agosto y octubre de 2023, mientras que los críticos superan con creces el voto a Unión por la Patria (UP) en ballotage.

En este marco, ¿qué sucede con la gestión presidencial? El informe más reciente de Synopsis arroja una valoración positiva de 46,6% vs una negativa de 49,2% (gráfico abajo), un saldo desfavorable de 2,6 puntos porcentuales. Al medio se ubica casi 4%.

Según Synopsis, la valoración del presidente no presenta diferencias estadísticamente significativas respecto a la de su gobierno: positiva de 45,2% vs negativa de 48,4%, con casi 6% de regular. Al comparar con el inicio de gestión de Alberto Fernández, se observa que Milei arranca con mejor calificación positiva pero peor negativa (gráfico abajo), un claro indicador de mayor polarización política relativa respecto a cuatro años atrás, justo antes de la pandemia.

Por su parte, según Opinaia la imagen positiva del gobierno cayó desde el 55% al 35%, una baja de 20 puntos porcentuales desde el momento en que arrancó en los mismos niveles del caudal que consagró a Milei en el ballotage. La regular trepó de 19% a 33%, mientras que la negativa creció de 26% a 31% en el mismo lapso (gráfico abajo). Aquí, el desgaste es más acelerado que
el que sufrió Fernández, que en el mismo lapso tenía 40% de opinión positiva vs 29% de negativa.

La encuesta más reciente de Analogías cifra la imagen positiva de Milei en 49,4% vs una negativa de 44,8%, lo que arroja un saldo favorable de 4,6 puntos porcentuales; no incluye la respuesta “regular”. Los apoyos se ubican por debajo del 50% y los críticos replican el voto a UP en el ballotage (gráfico abajo).

Si ampliamos la serie de encuestas de enero para abarcar los últimos 10 sondeos nacionales que midieron la imagen presidencial de manera polarizada (sin la respuesta “regular”), el promedio arroja 50% de positiva vs 44,2% de negativa; el saldo favorable es de 5,8 pp, exiguo para un mandato que apenas lleva un mes y medio. Por otro lado, la conversación en redes sociales muestra un panorama aún más negativo: según Scidata, las menciones a favor del gobierno se ubican en torno a 41,1% vs casi 59% en contra (gráfico abajo).

La mayor negatividad está asociada con la inflación (gráfico abajo), variable que en diciembre llegó a 25,5% (la más alta desde las hiperinflaciones que marcaron la transición entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem). En síntesis: 1) Milei llega al paro nacional con una imagen positiva promedio que está 5,6 pp por debajo del caudal que lo votó en el ballotage 2) su negativa promedio replica el voto a Massa en la misma instancia, lo que perfila una criticidad consolidada vs una adhesión declinante 3) el sentimiento social en redes muestra un panorama aún peor, con positividad en torno al 40% y negatividad cerca del 60%.