De Kosovo a Silicon Valey
A propósito del discurso de Martín Llaryora, en la apertura de sesiones del Concejo Deliberante.
Convertir a Córdoba en una ciudad que no pierda el tren del mundo y que se convierta en una Smart city pareció ser el objetivo a largo plazo que se fijó el intendente Martín Llaryora, al dejar inaugurado un nuevo período de sesiones del Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba.
El respeto por el medio ambiente, la apropiación de todas las herramientas tecnológicas que apuren el desarrollo y una fuerte interacción con el gobierno provincial aparecieron como aspectos prioritarios del discurso. La meta pareció ser parecerse a Silicon Valley, allá al sur de San Francisco. Vale aclarar que se trata de San Francisco de California, no de nuestro San Francisco en el departamento San Justo, al que Llaryora citó por error al comienzo de su mensaje, cuando en realidad quiso decir Córdoba.
Bueno, viene de San Justo y fue intendente de la ciudad cabecera de ese distrito. Los nervios a veces confunden a cualquiera.
Su idea es convertir a esta capital en una ciudad del primer mundo. También quedó claro que el punto de partida no es lo que deseaba. Recordó el estado actual de la ciudad y reiteró lo que algunos de sus funcionarios vienen diciendo desde hace algunas semanas: Córdoba está fundida, abandonada, desolada y su actualidad es vergonzosa. Sólo le faltó decir que esta ciudad es Kosovo.
Dio algunos ejemplos que dan pena, como por ejemplo que el municipio no puede mandar cartas porque el Correo le cortó la cuenta, que los CPC están destruídos y que quiere poner énfasis en su reconstrucción porque los considera vitales para la descentralización, cosa que considera vital.
Ratificó los proyectos de transporte expreso (se niega a llamarlo diferencial) y de ferrourbano, y anticipó que los usuarios de la tarjeta de débito del Banco de Córdoba podrán pagar sus viajes con ese plástico sin utilizar otro mecanismo de pago.
Priorizó también la salud y las políticas sociales pero reiteró que hoy Córdoba está en estado terminal. Pero no todas son pálidas. Prometió que todo cambiará, aunque pidió tiempo, como generalmente lo hacen los funcionarios.