El mismo amor, la misma lluvia
La película El mismo amor, la misma lluvia se basa en una historia de amor, que inicia en los años ochenta entre Jorge Pellegrini (Ricardo Darín), un escritor de cuentos, y Laura Ramallo (Soledad Villamil), quien reparte su tiempo entre la actuación y una marisquería. El romance, que se une y se desune en el andar de la vida, transcurre en un contexto envuelto por transformaciones políticas: la Dictadura Militar, la Guerra de Malvinas, el regreso de la Democracia y la era menemista. Así, la literatura y la política se encuentran en tiempos convulsionados haciendo de sus protagonistas la carne viva de los hechos.
Jorge trabaja en la revista Cosas donde publica sus cuentos. Sin embargo, Roberto (Eduardo Blanco), su amigo y secretario de redacción, le impone trabas, ya sea porque prefiere otras temáticas o por razones ideológicas, que no le convienen al medio. Asimismo, Manlio Maldosini (David Masajnik), un director de cine independiente, basa su película en un cuento del escritor, invitándolo a formar parte. Luego de ver el filme, Pellegrini queda muy disconforme porque, según él, dista en forma considerable con la creación literaria. Sin embargo, hay una sola escena que le llama la atención: el rostro de Laura bajo la lluvia.
Tras un encuentro fortuito posterior a la presentación, Jorge y Laura dialogan brevemente y salen juntos a caminar por la calle, que toma un papel preponderante en esos minutos. Entre risas, mientras critican a Maldosini, hablan sobre aquel fragmento:
-Lo único que me gustó es esa imagen, cuando vos dejás que la lluvia te golpee en la cara- dice Jorge
- ¿En serio te gustó eso?- pregunta ella
- Ah, me encantó- dice él.
- Es una idea mía, me peleé con todos para que la pusieran- comenta Laura
- No te puedo creer, porque eso es algo muy personal, mío- dice Jorge- a mí me gusta ir en el auto con la ventanilla baja y que la lluvia me golpee en la cara. Me gusta tanto la idea que la voy a poner en un cuento.
Otro de los puntos clave a tener en cuenta en el film es el papel que se le otorga al arte como vehículo canalizador, herramienta transformadora que cala hondo en Pellegrini, pues le permite, en varios pasajes tormentosos de su vida, la posibilidad de simbolizar y trasmutar un estado de angustia que atraviesa durante periodos prolongados de su vida. Este hecho se pone de manifiesto en la primera ruptura con Laura, y luego, en posteriores decepciones propias de su trabajo.
Por último, en este drama, que dirige Juan José Campanella, resalta una escena que imprime la idiosincrasia del medio periodístico: la pelea entre Antonio Márquez (Ulises Dumont) y Micky (Rodrigo de la Serna). El conflicto entre ambos carga un pasado, pero al final se intensifica, sobre todo porque al inicio, Márquez escribía sobre periodismo político y cubría hechos históricos en el país; en cambio, Micky, era un chico joven, que estaba dando sus primeros pasos. No obstante, con el tiempo, éste último escalaría hasta transformarse en director, rezagando a Márquez a escribir sobre la farándula.
-Pibe. ¿Por qué no escribís vos la columna?- le dice el viejo, en un tono desafiante.
-¿Cómo?- Micky pregunta sorprendido
-Digo- continúa Márquez- a vos te va a salir mejor que a mí, seguro.
-Sabés lo que pasa- contesta Micky- este es tu trabajo, Antonito. No es el mío.
-¡Antonito, las pelotas!- prosigue Márquez enfurecido- ¡Antonito, como vos decís, es periodista político. Antonito, mal que mal, cubrió un genocidio, una guerra contra dos potencias mundiales. Estuvo en el fin de la Dictadura, en el principio de la Democracia, dos revueltas militares, cuatrocientos ministros, y ahora vos querés que ´Antonito´ se ponga a escribir pelotudeces sobre un viejo choto y una reventada!
-¡Qué le importa a la gente lo que hace un senador en el Congreso! ¿Qué te agarró, un ataque de dignidad?- contesta Micky, con aires de soberbia.
-No, no. La dignidad se tiene o no se tiene, ¡pelotudo!- finaliza Marquez, arrinconándolo contra un escalón.
Más allá de este fragmento, que entremezcla el humor y una lección de vida, El mismo amor, la misma lluvia, disponible en la plataforma Youtube, sumerge al espectador en diferentes emociones, penetra el drama cotidiano que vive un país sellado por una historia particular, pero una historia contada por subjetividades vacilantes.
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