La educación en el gobierno de Menen
El gobierno de Carlos Menen produjo profundas reformas en el sistema educativo en todos sus niveles. Iniciadas a principios de los 90, las más importantes se enmarcan en las leyes de: Transferencia (1991), Federal de Educación(1993) y de Educación Superior (1995), entre otras medidas.
La ley de Transferencia de Servicios Educativos completó la descentralización iniciada por Ongania y Videla. Se transfieren los servicios educativos nacionales del nivel medio y las instituciones de formación docente a las administraciones provinciales, así la totalidad de las instituciones (salvo las universidades) quedan bajo la responsabilidad pedagógica-administrativa y financiera de las jurisdicciones Esta descentralización generó desigualdad entre los sistemas provinciales en sus posibilidades de financiación y en el acceso a recursos por falta de financiamiento de Nación
La ley Federal de Educación estableció una reestructuración de la organización del sistema educativo: cambios en la enseñanza primaria y secundaria; inclusión del nivel inicial y extensión de la obligatoriedad de la enseñanza a 10 años. Se reestructuró el Ministerio de Educación, sin servicios educativos a cargo direccionando los procesos de reforma. Sin embargo, los cambios produjeron fragmentación del sistema educativo, consolidaron la desigualdad social existente, mayor inclusión y menor retención, baja calidad reflejada en la reducción de los contenidos, deficiente capacitación docente, acompañado de bajos salarios docentes y falta de recursos para infraestructura
El discurso pedagógico se impregnó de terminología neoliberal tanto en los documentos oficiales como en las capacitaciones docentes. Es así que se habla de “competencia” como principio de organización social “libertad” y “autonomía” como vías para obtener logros y “ necesidad de alcanzar “eficiencia y racionalidad”, se define como “consumidores ” a padres y alumnos. Se afirmaba que estas políticas permitirían la incorporación al “primer mundo”, al “desarrollo tecnológico” y posibilitarían la obtención de mejores trabajos. Estas ideas fueron imponiéndose a fin de construir un consenso incluyendo tanto a autoridades, pedagogos , medios de comunicación y docentes y padres que pensaron que así mejoraría la educación. Estas reformas fueron resistidas por gran parte de los docentes y sus gremios, la instalación de la Carpa Blanca es ejemplo de ello.
El nivel universitario también fue alcanzado por estas políticas, la más importante fue la sanción de la Ley de Educación Superior. Al inicio, surge la necesidad de reformar este nivel en concordancia con lineamientos del BM. La reforma se enfoca desde un criterio economicista y desconociendo las particularidades de las universidades nacionales y su historia Estas se encontraban en una situación crítica tanto en recursos materiales como académicos para cumplir con sus funciones. En coincidencia con el diagnóstico realizado por el BM, el gobierno caracterizó al sistema universitario por “uso deficiente de los recursos, alta tasa de deserción, bajo índice de graduación, escaso o nulo acceso de sectores populares y falta de garantías sobre la calidad de la enseñanza”. Esto sustentaba la necesidad que las universidades generasen recursos propios para financiar parte de sus gastos, reasignar los recursos, restringir el ingreso, financiar becas , penalizar la escasa regularidad en la cursada y someter las carreras e instituciones a acreditaciones y evaluaciones periódicas. Esta representación del sistema universitario constituiría la base para el desarrollo de la política sectorial.
Para llevar adelante las reformas se crean organismos específicos, entre los que se destaca la Secretaria de Políticas Universitarias. La promulgación de la LES fue fuertemente resistida por los universitarios. Se aprueba en 1995 en medio de movilizaciones multitudinarias, toma de facultades y protestas diversas. Se realizaron presentaciones judiciales rechazando la ley, algunas universidades obtuvieron amparos. Las principales críticas sostienen que limita el principio de autonomía, no garantiza la gratuidad de la enseñanza, facilita la creación de universidades privadas, no resuelve el problema presupuestario, entre otras. Las protestas defendieron fuertemente la autonomía y la gratuidad de la enseñanza. Durante todo el periodo las universidades sufrieron recortes presupuestarios, deterioro de los salarios , viéndose empujadas a recurrir a venta de servicios y otras estrategias para obtener recursos. Fue un periodo de confrontación y resistencia.
Un impacto importante de la ley, fue la incorporación de mecanismos de acreditación y evaluación de carreras de grado y posgrado, al crearse la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU).
En síntesis, la política educativa del gobierno de Menem estuvo guiada por principios neoliberales con apoyo financiero y técnico de organismos internacionales. A pesar del discurso oficial y anuncios de mejoras de la calidad, en general, el sistema no solo no mejoró sino que en muchos casos se agudizaron los problemas.