A punto de cumplir 8 meses de mandato, el gobierno nacional enfrenta una nueva marcha opositora al mismo tiempo en el que recoge en las encuestas nacionales realizadas durante los últimos 20 días indicadores críticos. 

Según la última medición de Delfos, 47% tiene una opinión positiva de la gestión presidencial, vs 46% que opina negativamente; con el 6% de regular como primer nivel de malestar, el saldo desfavorable es de 5 puntos porcentuales (gráfico arriba).

La máxima intensidad positiva (32%) se ubica en el mismo orden de magnitud del voto a Javier Milei en las primarias de agosto y la primera vuelta de 2023 (30%), mientras que la máxima negatividad (43% que califica su gestión como muy mala) replica el caudal obtenido por Unión por la Patria (UP) en el ballotage: 44,4%.

Con apenas matices, la última encuesta de Pulso Social marca un empate técnico polarizado entre positividad y negatividad (gráfico arriba), pero coincide con Delfos en reportar la primera minoría de opiniones en la máxima negatividad: 40% que opina que la gestión es muy mala.

Delfos también registra la mayor intensidad de sentimientos de desagrado en lo que va de la serie evolutiva: 48% dice que Milei le desagrada mucho, vs 32% que se ubica en el extremo contrario (gráfico arriba). 

Nuevamente, el dato favorable replica el núcleo duro del voto a La Libertad Avanza (LLA), en tanto que la sumatoria desfavorable se impone por 5 puntos porcentuales.

Otra medición reciente de polarización afectiva confirma lo anticipado por Delfos: en su encuesta cerrada a fines de julio, la consultora Mercados & Estrategia (M&E) reportó 47,3% de creencias y sentimientos favorables a Milei, vs casi 53% de sentimientos y creencias adversos (gráfico arriba). Aquí también el saldo resulta desfavorable en torno a 5 puntos porcentuales.

La encuesta de M&E cerrada a fines de julio muestra una tribalización extrema: 47% en favor de la continuidad de Milei vs 47% a favor de su destitución (gráfico arriba). Con similar perspectiva, el informe de Pulso Social también arroja máxima polarización en la percepción de la dirección en la que marcha la gestión presidencial: 47% de positiva vs 46% equivocada, empate técnico (gráfico abajo).

En síntesis: 

  1. El concepto de grieta, acuñado durante la década kirchnerista, no sólo sigue vigente, sino que se ha exacerbado a partir del liderazgo fuertemente polarizante que encarna Milei, al punto de tomar la forma de una fractura social.
  2. A diferencia de Mauricio Macri (el anterior presidente surgido de un ballotage), el libertario consolidó con mucha más rapidez un núcleo duro de máxima negatividad en las variables de imagen y sentimiento social; quienes opinan muy mal de su gobierno y expresan emocionalidades asociadas a un gran malestar constituyen una primera minoría actitudinal en el mismo orden de magnitud del voto a UP en segunda vuelta (en torno al 45%).
  3. Cerca de cumplir 8 meses de gestión, el presidente ya tiene un nivel de desgaste similar al que Macri sufrió recién luego de la crisis de 2018. 
  4. Ese deterioro es consistente con su estrategia de shock, a diferencia del “gradualismo” que aplicó la gestión de Cambiemos 
  5. En ese marco, se entiende por qué el gobierno libertario enfrentó más tempranamente protestas como los cacerolazos (apenas asumir en diciembre), paros nacionales de la CGT (a 45 días de gestión, en enero pasado) y movilizaciones opositoras; como planteó Llao en un artículo reciente (*), se trata de una “ultraderecha acelerada”. 

(*) “Aceleración de la Ultraderecha en Argentina”