Semen en la Luna
Algunos apuntes acerca de Maia.
Era martes por la mañana, el sol picaba sobre la peatonal, los pies álgidos, el ritmo de la ciudad parecía perseguir su vigencia, tomaba un café mientras hojeaba el diario, entre los murmullos, en la radio, en el bar, de fondo, sonaba Sergio Denis.
De pronto, intempestivamente una voz interrumpe la música, acusa el estado del tiempo como una formalidad y la noticia... la noticia: un grupo de científicos proponen llevar a la luna semen humano, de modo tal que si el planeta o la especie se extinguiera dejemos allí testimonio al cosmos de nuestra presencia. El relato era de talante serio, solemne, formal.
Entonces, allá, en el televisor, dispuesto convenientemente en el estante trasero de la barra, una serie de imágenes, parecían captadas por una cámara de seguridad, a pie de pantalla, el zócalo: “El país busca a Maia”. ¿A quién o que busca el país? Me pregunte por lo bajo.
La idea suena y resuena. Permanece con naturaleza estoica, vigente. La comunicación, la palabra, el lenguaje, pero sobre todo el discurso y su trascendencia. Semen en la Luna. La idea goebbeliana que propone un oxímoron en sí mismo por su naturaleza, el postulado que concluye en que la verdad, en esencia carece de la misma, se construye o mejor, corrijo, se impone. Rodrigo De Loredo ya reconoció la derrota, fue por tres puntos y asegura se lanzará a competir en las PASO. El dólar blue está por debajo del solidario. Ya hay nuevo fiscal general designado en la unicameral. Se sumarán 700 camas críticas al sistema sanitario y el agua llegó a Villa El Libertador. Las noticias parecen acompañar el día, el sol ya no pica en la peatonal, se reposa. El día parece empezar a descansar.
En la semana tuvimos que soportar la indignación de funcionarios por la desaparición de una niña a la cual el Estado no asistió, abandonó y utilizó, primero para propaganda y luego de su desaparición en plena búsqueda, también. El gesto tosco, bruto y teatral de funcionarios que se arrogan cargos imaginarios en la fiscalía del universo. El cartonero ya tenía denuncias, ¿Qué hacían los padres?, la justicia es una puerta giratoria, Macri la secuestró o quizás esté en una bóveda de Lázaro Baez, “Queremos encontrar a Maia con vida y devolverla a su hogar”, dijo sin titubear en TV abierta Sergio Berni. Tan espeso, que describirlo como cinismo parece una generosidad.
En el año 2007 la campaña presidencial del peronismo en ese entonces Frente para la Victoria, presentó un original spot, en él, se promocionaba la candidatura de Cristina Fernández en la fórmula con Julio Cobos, se utilizó un concepto disruptivo, relatar la gestión a través de una historia de vida, la de “Dolores Argentina”, una niña que nació en el año 2001 -reza la propaganda- y gracias a las políticas públicas implementadas por el entonces presidente Néstor Kirchner logró alimentarse, educarse, desarrollarse, curarse y ser feliz.
Maia nació en el año 2014 bajo la segunda presidencia de Cristina Fernández. Pensemos en un spot. Uno con Maia.
Maia nació en un país con el 40% de pobreza. Maia no tiene documento nacional de identidad. Maia no tiene casa. No tiene baño. No tiene útiles. Ni agua potable. Ni ducha caliente. Maia no tiene vacunas, ni Sputnik V, ni Oxford, no tiene ninguna. Porque Maia no existe. Mientras tanto ciertos discursos de reivindicaciones históricas por la identidad parecen diluirse tan rápido como el agua en las manos. Maia existe, está. Su existencia no tiene como carácter necesario ¡vaya paradoja! su desaparición. Esta todos los días. Y siempre, desde que nació estuvo desaparecida. El discurso de los actores políticos y las palabras que lo decoran de un conveniente altruismo se torna insoportable. Espeso.
Mientras tanto Rodrigo de Loredo perdió por tres puntos, el hombre pretende dejar un legado de semen en la Luna, hay un nuevo fiscal general en la provincia. Mientras tanto. Todos los días pica el Sol en la peatonal y caminamos álgidos. Mañana Maia volverá a desaparecer. Maia Argentina.