Y lo de Kammerath, ¿para cuándo?
El viernes 30 de octubre del año 2015, la Cámara Segunda del Crimen condenó al ex intendente de la ciudad de Córdoba, German Kammerath, a 3 años y 6 meses de prisión por encontrarlo culpable del delito de negociaciones incompatibles con la función pública. También, y a pedido de la fiscal Laura Batistelli, fue inhabilitado a perpetuidad para ejercer cargos públicos. Aquel juicio se hizo con jurados populares y el veredicto fue por unanimidad.
En ese juicio, también había sido condenado el ya fallecido Alejandro Rodríguez de la Puente (quien era ex cuñado de Kammerath), pero a 2 años y 6 meses de cárcel de cumplimiento condicional.
Ambos estaban acusados por la contratación irregular de un sistema de seguimiento satelital de los autos del municipio a una empresa llamada Radioaviso.
Por supuesto, los defensores del ex dirigente liberal, casaron este fallo condenatorio y en abril del 2018, el Tribunal Superior de Justicia confirmó la sentencia de la Cámara Segunda.
En ese momento, el panorama para Kammerath se pintaba de negro azabache, ya que la única manera de evitar la detención en Bower, era la presentación de un recurso extraordinario de apelación ante la Corte Suprema y que el TSJ lo aceptara, lo que era muy infrecuente. Si bien quedaba abierta la vía recursiva para ir “en queja” a la Corte, ésta no tenía efectos suspensivos y por lo tanto no podía evitar el encarcelamiento.
Por supuesto, los milagros existen y en pleno Mundial de futbol de Rusia, desde la Sala Penal del TSJ echaron mano a un dictamen de la Fiscalía General en favor de la prescripción de la causa, para dar un “sí” salvador y que en definitiva resuelvan en Buenos Aires.
Lo cierto es que, por estos tiempos, la Corte pareciera estar preocupada por otras cuestiones particulares más interesantes, como argumentar en contra de la Constitución sin que se note demasiado.
Cuestiones al margen, sería importante que resuelvan sobre un presunto delito ocurrido hace casi veinte años, y después de cinco años del fallo de Cámara.
Por supuesto, no se me ocurre pensar que dejarán pasar el tiempo para que el expediente se termine apolillando en algún cajón, perdido por allí. Por el bien del honor del propio acusado, de la Justicia Independiente y para aventar suspicacias indeseables, sería bueno que la Corte le declare la guerra a la insoportable mora judicial, de ésta y de todas las causas eternas.
Mientras tanto, y de puro curioso nomás me pregunto: “Y lo de Kammerath … ¿Para cuándo?