Históricamente, el desempeño de la tarea científica se imagina con trabajos hacia mediano o largo plazo. Pero el coronavirus hasta en ese sentido modificó las normas. Se trabaja detrás de lo que hace 20 días se declaró como pandemia ecuménica.

“Desde ese momento había que salir a identificar temas con impacto en tiempo real” dice hoy el ministro del área a nivel nacional, Roberto Salvarezza. Desde ese instante, la unidad coronavirus se puso en funcionamiento, y se supo que varios laboratorios están en pleno desarrollo de una vacuna.

El funcionario remarcó haber financiado y ampliado proyectos que, “en uno o dos meses”, podrán tener listo “un sistema de detección rápido”. En breve se podrá contar también, con un desarrollo propio de testeos de PCR, los más utilizados y útiles en estos momentos.

En el medio aparecen las fábricas cordobesas de respiradores artificiales, que ya producen –por disposición oficial- íntegramente para el Estado, que se encarga de la compra y la distribución en todo el territorio, de acuerdo a las necesidades.

“En estas semanas hubo una generosa predisposición y más de 600 investigadores, científicos, técnicos y profesionales, que están capacitados y formados, se ofrecieron a realizar los test de coronavirus”, sentenció.

Cuatro años de desinversión

Entrevistado por el programa Nada del otro mundo, Salvarezza renovó sus críticas a la gestión de Mauricio Macri: “Fueron tiempos en los que perdimos investigadores. Nos quedó un sistema de ciencia dañado, pero no destruido. Lo más conflictivo fue mejorado en los primeros 60 días: hubo un incremento de becas y subsidios,  y un refuerzo al ingreso a la carrera de investigadores y técnicos”.

A su juicio, “cambió el estado de ánimo” en el sector, y fue tajante al afirmar que “la comunidad científica volvió a mostrarse abierta a las necesidades de la sociedad”. Su ejemplo fue la llegada 500 proyectos, ante una convocatoria tras decretarse la emergencia alimentaria.

Recordó, a su vez, el estado de “desvalorización” de la Ciencia durante el macrismo, donde “sólo se les abría la puerta para irse”. Y agregó: “Fueron considerados ñoquis, o que hacían ciencia inútil. Hoy, volvieron a ponerse al servicio de los argentinos, atendiendo con estudios desde lo socio-económico y la biotecnología, la tecnología y la ingeniería”.