"Parecía un carbón en el fondo del mar": la odisea para encontrar la valija del argentino muerto en el Titanic
“Si uno ve una valija en el fondo del océano, la quiere levantar”, les contó David Concannon a los alumnos de la escuela agrotécnica San Ambrosio. En 2000, el explorador bajó 4000 metros de profundidad y se dio con la maleta de Edgar Andrew, el joven cordobés nacido en El Durazno. Escuchá el Podcast con la historia.
Un día Analía Gozzarino, profesora de inglés de la Escuela Agrotécnica Salesiana de San Ambrosio, vio en Facebook un comentario que decía: “hoy cumpliría años el pasajero Edgar Andrew”. Se refería nada menos que al único argentino que murió en el hundimiento del Titanic en 1912, nacido y crecido en la estancia El Durazno, al sur de Río Cuarto, donde ahora funciona la escuela. Más abajo, Analía leyó la siguiente intervención: “Yo encontré la valija en el fondo del mar”.
“Era un hombre llamado David Concannon. Le escribí por privado, le conté que trabajaba en la escuela donde había vivido Edgar y me contestó automáticamente”, recuerda la docente en diálogo con www.cba24n.com.
Así, en plena pandemia, nació un proyecto educativo que involucró a educadores, alumnos y vecinos. Los protagonistas eran Edgar Andrew y Concannon, el rescatista británico de History Channel que encontró en el año 2000 la valija del argentino en el fondo del mar.
El 26 de junio pasado, en una reunión de zoom de la que participaron 300 personas, Concannon contó a los y las estudiantes como fue la expedición.
En inglés, y traducido por Analía, dijo: “Después de explorar durante 9 horas en el fondo, y luego de ver cientos de artefactos, nos encontramos con este objeto oscuro que parecía un pedazo de carbón”. Y agregó: “Si uno ve una valija en el fondo del océano, la quiere levantar”, agregó.
La valija del argentino estaba a 3800 metros de profundidad, en el gélido lecho del Atlántico Norte. “Cuando la trajimos hacia el sumergible, se abrió y pudimos ver lo que había adentro”, contó Concannon. Eran 52 objetos, entre ellos, un tintero, libros, postales, el diario de viaje, pantuflas y hasta los zapatos que Edgar pensaba ponerse en el casamiento de su hermano, en Nueva York.
La valija y su contenido siguen en manos de las RSM, la compañía dueña del Titanic, y viajan por el mundo en un museo itinerante. Pero luego del Zoom con Concannon, desde la escuela San Ambrosio decidieron crear el Museo Virtual Edgard Andrew, inaugurado semanas atrás.
“Los chicos no sabían que un argentino había muerto en el Titanic y mucho menos que había vivido donde ahora es la escuela”, dijo Analía. Cuando Edgard nació, en 1895, ese predio era la estancia El Durazno, propiedad del ex gobernador de Córdoba Ambrosio Olmos.
Edgar era el octavo hijo de Samuel Andrew, un mayordomo que había llegado desde Inglaterra para desarrollar la ganadería en la estancia de Olmos. Al cumplir 16 años fue enviado al Reino Unido para continuar sus estudios. Un año después (sin desearlo) se subió al Titanic rumbo a Nueva York para participar del casamiento de su hermano mayor. En realidad tenía pasaje en otro barco de la misma compañía, pero fue suspendido. Antes de embarcar, dejó una carta en la que deseaba que e Titanic "Se sumerja en el fondo de mar".
Sus restos, como los de la mayoría de las 1600 víctimas, nunca fueron hallados.
Una mujer
Edgar Edward no era el único argentino a bordo. También viajaba Violeta Constance Jessop, una bahiense que era una de las escasas mujeres que integraban la tripulación. Sólo 23 trabajaban en el barco. Ella era enfermera y logró sobrevivir (a este y a otros dos naufragios más en su vida).
Como Edgar, había sido envida a Inglaterra por su padre, cuando tenia 16 años.