"Que arda", pornografía sin guion
Una plataforma Web que invita a mirar el porno a través de cuerpos reales.
Que Arda es un proyecto autogestivo que propone una experiencia erótica desde una perspectiva femenina y representada a través de cuerpos reales. A través de una página Web y un Instagram, busca poner en jaque la pornografía mainstream tradicional que, desde siempre, representa el placer y el erotismo desde una mirada patriarcal, heteronormada y a través de cuerpos “ideales”.
Este trabajo es coordinado por Paula Constantino, psicóloga y fotógrafa argentina radicada en España desde hace 10 años, quien vino a la Argentina a presentar su proyecto luego de dos años de investigación. Pasó por Buenos Aires y Río Cuarto, y habló con el programa Otro Siglo de la FM 102.3, conducido por Camila Argüello y Catalina Caramuti.
-"Que Arda es una investigación, una locura mía que empezó hace muchos años. Soy fotógrafa y en mi estudio de foto de Barcelona, cada vez que terminaba la sesión siempre terminaba haciendo retratos, que es un momento íntimo y para mí como super especial de la fotografía. Y siempre esos retratos terminaron mostrando un poco de piel, como retratos desnudos", dijo y agregó: "Entonces, como la gente terminó desnudándose en el estudio, en ese momento dije, “esto me parece que tiene un punto para tomar en cuenta".
Paula contó que, en base a esos retratos de desnudos, fue convocada en Francia para ir a exponer durante las jornadas de post-pornografía:
-Estuvo bueno porque donde yo puse el acento, donde fue mi investigación, fue en el lenguaje de la pornografía industrial. Que para mí ese lenguaje es totalmente constructivo, como cualquier lenguaje que nos construyen y que cada forma de nombrarnos tiene su consecuencia: no es lo mismo que te llamen blanca, gorda, fea, hetero cis.
Cada manera de nombrarnos, para mí, tiene consecuencias a nivel subjetivo, a nivel físico. Me estallaba la cabeza al ver cómo los títulos de la pornografía industrial decían por ejemplo "viejo folla colegiala al salir de la escuela" y había, no sé , 300 mil reproducciones y me pareció una locura ver cómo ese lenguaje es totalmente invisible porque a lo pornográfico lo tenemos a nivel visual, pero también es lenguaje que nos va inscribiendo Entonces trabajé en torno a esos lenguajes, pero también entendí que para pelear con la pornografía industrial, hay que pelear con el mismo tipo de lenguaje visual. Si uno quiere pelear con un video, tiene que crear un video, para estar en la misma sintonía.
Paula explicó que podía dar la pelea con el lenguaje, pero con lo que la gente realmente se excita es "con los videos". Entonces se plantean salir de la "comodidad de la fotografía".
"Salí a buscar videos y material de cómo realmente la gente coge, tiene relaciones sexuales, de cómo se masturba. Acá había que crear algo más real", dijo.
—¿Cómo fue tu contacto o tu experiencia con esa otra perspectiva que tiene que ver con el feminismo y con mostrar otras realidades?
-Lo que me llama la atención es que parece loco mi manera de fotografiar a los cuerpos que voy a encontrar cuando son los cuerpos que están en la calle, podemos ser cualquiera de nosotras, cualquiera de nuestras amigas. El gran problema, o lo que debería ser loco, son los medios de comunicación, la pornografía, porque ninguno de esos cuerpos nos representan. Yo estudié y analicé muchísimo porno para esta investigación, ningún cuerpo de esos se parecen ni al mío ni al de mis compañeras, ni al de mi mamá.
A mí me interesaba trabajar con cuerpos reales y me parece super complentativo poder ver la celulitis, porque me siento mucho más representado con un cuerpo con celulitis que de un cuerpo brillante, aceitoso, con una vulva rosa.
Esos cuerpos no son los nuestros y hay algo de la identidad que hace que nos resuene de otra manera. Para mí hay algo muy psicológico de esta identidad que cuando uno se identifica, tiene pertenencia. Lo que sucede con el porno mainstream que en el manifiesto empieza con un “ojalá no la tengas que ver en página oculta”. Uno lo ve en página oculta, luego lo cierra como un “no vi nada”: es porque no hay identidad ahí, lo usamos como mecanismo rápido de producción de calentura y cerramos.
Todo eso nos permite poder investigar, poder compartir. Esto de poder presentarlo en el cine y hacerlo en Río Cuarto, había como 60 personas en la sala, y yo decía que para mí eso era realmente revelador. Poder estar ahí viviendo unas imágenes que incomodan, nos calientan, que nos generan cosas o no nos generan nada, pero 60 personas juntas es un cubículo, más pretencioso que eso no puede existir.
—Me interesa preguntarte sobre el erotismo más allá de los cuerpos en sí mismos y como eso ingresa en tu obra y en tu proyecto.
-Lo que veo puntualmente es que yo armo como un encuadre, y las personas ahí desenvuelven su erotismo, sus placeres, sus vínculos con sus cuerpos. Lo que se plantea en este proyecto es que no hay guión: no hay guión en el erotismo, no hay guión en los placeres, no hay guión en la eyaculación. Yo voy como una mosquita, como alguien invisible, me meto en la intimidad, que también para mí es súper jugada, que la otra persona te vea pero no. Hay como todo un juego de sensaciones de ambas partes.
Lo que veo es que la gente se permite disfrutar su cuerpo tal y como es, y no hay guion de mi parte.
Me ha pasado de ir a registrar a un chico que no podía eyacular y se ponía nervioso, y yo le decía mirá esto es un tema totalmente tuyo, yo no te pido eyaculación ni nada, esto es sólo un registro para construir algo más real. Pasa que esos mandatos nos metieron en el porno mainstream, como que el hombre tiene que eyacular y eso tiene una consecuencia en cualquier ámbito de la vida, la presión de ese hombre viril, de la masculinidad, del proveedor. Bueno, todo eso también cae en la intimidad y es eso lo que se despliega en este proyecto.
Algo que me parece super interesante y también lo hablo como fotógrafa profesional, es que en la vida lo importante es el recorte que uno hace de todo, yo puedo recortar con la imagen, con el video, pero uno va recortando experiencias y vamos armando ahí una línea del tiempo.
También lo que tiene que ver con el recorte propiamente de esto es que la mirada puesta en esos registros es una mirada desde una perspectiva mía, mujer, entonces es una mirada diferente a la del porno mainstream. En el porno mainstream, la mirada está puesta cómo mira al hombre, la mujer como “hueco” en donde va penetrándose. Entonces, la mirada es una mirada mía, super trabajada de cómo yo veo esa escena.
¿Cómo te imaginas el porno mainstream en 10 o 20 años? ¿Te lo imaginas con algún cambio?
-Yo creo que hasta que el poder sea representado por hombre blanco cis, todo lo que sea por debajo es un poco complicado. Mientras que a los poderes los podemos tomar personas racionalizadas, mujeres, trans, personas disidentes, personas que nos representan un poco más, creo que va a haber cambios. Pero si al mundo lo sigue siendo representado por el hombre cis lo veo un poco complicado, me angustia, pero lo veo complicado. Para eso estamos, para crear nuevos recorridos.
El problema , es que creo que la pornografía pasa a ser un elemento de educación sexual para las personas que están iniciándose en su vida sexual y lamentablemente lo primero que entra es a este tipo de mainstream y ahí es donde después se reproduce y es donde armamos una cagada en la sociedad.
Entonces creo que este tipo de proyectos es para gente que también pueda empezar su vida sexual y pueda ver algo ameno a la realidad.