Adiós a Julio Maier, cordobés y referente del derecho penal argentino
Egresó de la Universidad Nacional de Córdoba y fue uno de los más respetados juristas argentinos en el mundo
“Con dolor supe de la muerte de Julio Maier. Con Bacigalupo (Enrique), Righi (Esteban) y Zaffaroni (Eugenio) formaron la generación dorada del derecho penal argentino”, con esas palabras el presidente de la nación, Alberto Fernández despidió hoy a Julio Maier a través de su cuenta de twitter.
Las palabras del máximo mandatario fueron en contra del llamativo silencio de los medios más importantes de Córdoba a la hora de recordar a un hombre formado en esta provincia que es reconocido mundialmente como uno de los más grandes juristas de la argentina.
Maier se recibió de abogado en Facultad de Derecho y Ciencias sociales de la Universidad Nacional de Córdoba en 1963. Estudió Filosofía Jurídica y Derecho Procesal Penal en la Universidad de Munich y se doctoró en Derecho y Ciencias Sociales nuevamente en la Universidad Nacional de Córdoba.
En su carrera profesional Maier ejerció como juez penal y, entre 1998 y 2009, fue magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Actualmente Presidente Honorario de la Asociación Argentina de Derecho Procesal y Miembro Honorario de la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Penal.
También la vice presidenta Cristina Fernández de Kirchner se refirió a la muerte de Maier en su cuenta de twitter: “una eminencia del Derecho Penal argentino, un hombre comprometido con la urgencia de una Justicia mejor, con convicciones inalterables”.
En 2015 para despedir a uno de sus amigos David “Tute” Baigún, el propio Maier escribió estas palabras que se amoldan perfectamente a lo que siente el mundo académico tras la muerte de Maier: “Desaparece una generación, según creo que anticipé en alguna oportunidad anterior. Estamos desapareciendo nosotros mismos, se nos van los amigos, los amigos del alma, quienes fueron nuestro faro, nuestro ejemplo de vida, quienes nos ayudaron en horas difíciles y festejaron con nosotros nuestras alegrías, con los que nos sonreímos, en horas felices, o lagrimeamos juntos abrumados por la tristeza, quienes nos halagaron, nos hicieron sentir personas útiles, aquellos a los que valoramos y que nos valoraron, quienes nos mostraron el camino y, sin proponérselo específicamente, nos enseñaron a vivir y sacrificarnos para alcanzar algo, y luego nos acompañaron para disfrutarlo”.