El arte tiene quien lo cure: las restauradoras del patrimonio cultural de Córdoba
El Centro Integral de Conservación funciona en el último piso del museo Genaro Pérez. Con paciencia y pericia, tres mujeres dedican su jornada a recuperar obras artísticas.
En el último piso del Museo Genaro Pérez, en la ciudad de Córdoba, se encuentra el Centro Integral de Conservación, Restauración, Investigación y Biblioteca de Bienes Culturales (CCRIyB).
En este lugar, tres mujeres (Blanca Freytes, Silvina Moyano y Mariquita Quiroga) restauran obras artísticas del patrimonio cultural de Córdoba. Como si fueran médicas, pero de cuadros de pintura, diagnostican qué síntomas padece cada obra, prueban cuál es el mejor remedio y brindan la máxima atención al tratamiento.
Blanca Freytes, coordinadora del área, aclaró a Cba24n: “a diferencia de un paciente, la obra no puede hablar”.
El Centro Integral de Conservación fue inaugurado a mediados del 2021 y es el sucesor directo del Taller de Restauración “Domingo Biffarella”, espacio que había cerrado sus puertas en el 2017 debido a un conflicto judicial.
Actualmente, el espacio se encarga de conservar y restaurar obras pictóricas de la colección del Museo Genaro Pérez y otros espacios de la Municipalidad de Córdoba.
El paciente
En marzo de 2023, el Centro Integral de Conservación trabajó sobre una pintura que durante décadas estuvo colgada al lado de las escalinatas del Cabildo Histórico de Córdoba.
“La Primera Junta en la Casa del Virrey” es una pintura realizada al óleo que data de la década de 1920 y cuyo autor es desconocido. “La hemos trabajado con luz ultravioleta, a ver si encontramos alguna firma oculta, pero no hay nada”, dice Mariquita Quiroga, restauradora del Centro.
De la obra, se sabe que es un “ejercicio de pintura” basada en un cuadro del pintor español Julio Vila y Prades (España, Valencia, 1873 - España, Barcelona, 1930). Esta pintura está actualmente en el Museo de la Cámara de Diputados de la Nación y es bastante más grande que la obra de Córdoba.
“No hay recetas en la restauración, cada obra es un paciente y cada paciente tiene su diagnóstico”, expresó Mariquita.
Como primer paso, las restauradoras diagnosticaron las condiciones de la obra. Se encontraron con mucha suciedad superficial producto del ambiente y algunos insectos. Las escalinatas del Cabildo es un lugar de mucho tránsito y semiabierto.
Además, en la parte inferior del cuadro detectaron varias abrasiones. Sin vigilancia, mucha gente podía tocar la obra desde la escalera.
También registraron que el cuadro ya había sido restaurado en la década del 90 en el antiguo Taller-escuela Bifarella, donde Blanca y Mariquita estudiaron.
“Había un tajo bien punzante que traspasaba la tela”, comentó.
Por otro lado, el marco de la pintura también tenía piezas faltantes y golpes.
El primer paso para restaurar la pintura fue realizar una limpieza general. Mariquita dividió la obra en una cuadrícula y realizó varias pruebas para ver qué sustancia era la ideal. Al final se decantó por un solvente acuoso para no quitar el barniz.
Al tajo de la pintura casi centenaria, se realizó un preciso zurcido y un injerto que permitió que el daño sea prácticamente imperceptible. Además, se estucaron las zonas que estaban en bajorrelieve productos de golpes y otras punzaciones.
El último paso son los retoques. “Trabajamos con pigmentos de muy buena calidad”, remarcó.
“La restauración está mucho más vinculada a la ciencia que al arte”
Un mito común de la restauración es que trata de mejorar o crear partes que ya están deterioradas.
“La restauración está mucho más vinculada a la ciencia que al arte. Nosotros no tratamos de imitar nada. Si uno quisiera imitar la técnica del artista estaríamos hablando de una falsificación”, aclaró Freytes.
Y agregó: “los restauradores trabajamos sobre los procesos normales de deterioro. Tratamos no necesariamente de revertirlo, pero sí de detenerlo, de frenarlo para que eso pase lo más lento posible".
Por eso, el Centro trata de priorizar la conservación preventiva, es decir, trabajar sobre todas las causas que hacen que las obras lleguen a deteriorarse.
“El restaurador no va a trabajar reinventando o suponiendo cómo era esa obra. Sino que se trabaja buscando que en el resultado estético final no afecte ni se note que esa obra ha sido intervenida”, enfatizó Blanca.
Por ejemplo, en el cuadro de la Primera Junta se utilizaron pigmentos que no afectan al óleo original. Mariquita remarcó que estos pigmentos deben perdurar en el tiempo pero también deben ser reversibles, es decir, que se puedan quitar sin afectar la obra.
Los retoques se realizan mediante la técnica de puntillismo (aplicando puntos minúsculos de pigmento) o tratteggio (realizando líneas finas).
“Esto no es un falso histórico, yo no estoy imitando lo que es real. No le estoy mintiendo al público que es original y que no. Pero sí estoy permitiendo que el público tenga una lectura correcta de la obra”, afirmó Mariquita.
La conservación preventiva también plantea de ver la integridad física de la obra en su totalidad, no solo la capa pictórica (lo que se ve). También se debe cuidar el marco, las telas, la base de preparación (capa de pintura que se aplica antes de la capa pictórica), el bastidor y el contexto.
“Los restauradores vemos un poco más allá, no porque tengamos algún poder especial, sino porque necesariamente tenemos que ver el conjunto”, explicó Blanca.
Además del trabajo práctico, las restauradoras deben realizar un trabajo investigativo sobre la técnica e historia de la obra y el artista. Desde la vida del pintor hasta cómo realizaba su trazo. Todo conocimiento que permite un mejor entendimiento de la obra y una mejor labor de restauración y conservación.
¿Qué pasará con la Primera Junta? Seguramente, el cuadro vuelva a su lugar habitual. Sin embargo, las restauradoras piden que se cuelgue más arriba para evitar cualquier contacto con el público.
“Los restauradores solemos ser bastante apasionados y nos gustaría que todo el mundo sepa de nuestro trabajo. Entonces, cuando vemos una obra como la del Cabildo que ha sido tan vandalizado, decimos pero por qué la gente elegiría dañarlo”, concluyó Blanca.
El vínculo con la obra
Dedicarle muchas horas a restaurar un cuadro lleva a tener un vínculo emocional con la obra y el artista.
Blanca prefiere trabajar sobre obras contemporáneas y nunca va a olvidar cuando tuvo que restaurar un cuadro de Alejandra Placci.
“Me tocó trabajar sobre una obra de la artista, que había muerto recientemente. La obra era un acrílico sobre tela. La obra había venido al taller para ser restaurada porque en una muestra que se hizo después que su fallecimiento, una pareja, no se si habrá sido el viudo o una expareja, en la muestra la cortó con una trincheta, la despedazó”, relató.
“Trabajar sobre esa obra, por ejemplo, fue súper fuerte. Era una obra muy reciente de una artista que también falleció recientemente. Pero también con todo un acto de vandalismo y desamor. Uno está seis horas por día trabajando sobre la obra. Algo te pasa por la cabeza”, reflexionó.
Por otro lado, Mariquita prefiere trabajar sobre obras de la época colonial. Cuando ella estudiaba en el Taller de Restauración “Domingo Biffarella” (antecesora del Centro Integral de Conservación), egresó con la restauración de una obra del Museo de Arte Religioso "Juan de Tejeda".
“Trabajar sobre esas obras te hace pensar la historia de la que una es responsable, los años que uno tiene en las manos”, aseveró.
Y agregó: “realmente me emociona mucho esas cosas, pensar cómo era la vida en esa época y cómo esa obra llegó al día de hoy ”.
Además, para Mariquita los desafíos que más le gustan están en lo que “no se ve”.
“El restaurador hace cosas invisibles que lleva mucho tiempo y dedicación. Como por ejemplo, lo que es la consolidación de la pintura que se está por caer. Llegar a conservar esos dos milímetros de pintura original, que no se caigan para que puedan llegar a perdurar más tiempo me parece hermoso", concluyó.