El rostro del hambre y la pobreza en Córdoba
Ante el incremento en el valor de la canasta básica, hay familias que se la rebuscan para llegar a completar las comidas diarias.
El hambre golpea a la puerta de muchos cordobeses por la crisis económica y la falta de oportunidades que se viven en Argentina.
En el segundo semestre de 2018, de acuerdo a la última información del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, casi un tercio de los argentinos (32 por ciento) se ubican por debajo de la línea de pobreza.
Los datos de la Dirección de Estadística provincial indican que la pobreza subió al 33,7 por ciento en Córdoba y afecta a 552 mil personas. Para el Indec, los números no son más esperanzadores: en el mismo período y en el Gran Córdoba, 564 mil habitantes son pobres, lo que implica que la pobreza se disparó a un 36,5 por ciento.
Dejando de lado la polémica por la diferencia en los números, lo cierto es que el hambre es un hecho en la provincia y la ciudad. La historia de Laura, mamá de ocho hijos, es el fiel reflejo de esta realidad.
La mujer no consigue trabajo. La crisis y la falta de oportunidades marcaron su vida y la de su familia, aunque a pesar de todo, ella sueña con un futuro mejor para sus hijos.
Laura cuenta que no tiene ayuda más allá de la asignación. Su marido hace changas en el mercado del Abasto y cobra por día. Se les dificulta mantener a sus hijos, aunque vayan a diario al comedor de su escuela. "Al mediodía comen en el comedor y a la noche se ve lo que hay para cocinar. Y estiramos lo que tenemos para los fines de semana hasta que llega el lunes y mi marido trabaja en el mercado. Es lo que podemos hacer", relata.
Y dice que la crisis pega duro en su familia. "Hoy un kilo de azúcar sale 35 pesos, y yo con 100 pesos compro azúcar, pan y nada más. Tenemos para cenar lo justo, no nos damos lujos. Somos muchos y tenemos que hacer que rinda para todos", explica.
"Para mí trabajo no hay. He buscado y no hay, busco de cualquier cosa. Está muy dura la mano. Cuando me acuesto pienso que al otro día me tengo que levantar y ver cómo hacer para salir con mis hijos adelante, para seguir manteniéndolos con mi marido. Vivimos el día a día", concluye.