Emiliano Gramajo, de basquetbolista en Europa a conducir un sindicato fuerte
Desde hace tres años Emiliano Gramajo es el secretario general de AOITA, uno de los gremios más afectados por la pandemia. Llegó para reemplazar a un histórico como Miguel Herrera. Pide más trabajo articulado entre los gremios y destaca la necesidad de capacitación para trabajadores y dirigentes sindicales.
A los 45 años, Emiliano Gramajo es el secretario general de la Asociación Obrera de la Industria del Transporte Automotor (AOITA) gremio que representa a 4 mil trabajadores del servicio interurbano: corta, media, larga distancia, urbanos del interior y turismo.
Con casi dos metros, dedicó más de la mitad de su vida al básquet. Su carrera inició en Talleres y lo llevó desde su barrio SEP natal a Italia.
De vuelta en Argentina debió ingresar a un mercado laboral para el que no estaba preparado. “Como deportista tenés pagado todo: casa, auto, viajes. Vivís en una burbuja, pensando que vas a jugar hasta los 60. Pero después de los 30 tu cuerpo dice basta. Y sos joven para lo que viene. Salís a la vida normal y tenés que laburar, afrontar situaciones que no habías vivido”, evoca.
El paso a su “vida normal” lo convertiría en chofer de larga distancia, como su padre, quien luego le franquearía el ingreso al gremio para “asumir la parte recreativa y deportiva”.
Lamenta no haber terminado los estudios secundarios y entiende que la capacitación será clave también para una profesión con procesos rutinarios.
Desconfiado sobre el manejo de los fondos que el Estado destina al sistema de transporte, pide que los trabajadores participen de las mesas de decisiones. Pone como condición que se transparenten todos los números de la actividad.
Información y transparencia, también, como requisito previo a cualquier discusión sobre una reforma laboral que, advierte, lleva años en maceración.
En la primera entrevista del ciclo que presenta a nuevos referentes del sindicalismo Gramajo también pide por una mejor articulación entre las entidades gremiales. En particular la CGT Córdoba, donde se desempeña como secretario de Transporte.
Un sistema roto
-Si tuviera que ubicarse en el espectro ideológico, ¿se identifica con alguno de los espacios tradicionales?
-Vengo de familia de radicales, pero soy peronista. Peronista justicialista. Vengo de un barrio de familias de empleo público. No digo el barro, sí de otras situaciones a las que tiene una persona de clase media. Porque el empleado público no es clase media.
-¿Tiene algún referente para la actividad gremial?
-Más allá de un referente, voy a las estructuras. Hay estructuras importantes, profesionales, casi corporaciones. Por ejemplo Camioneros, UOCRA. Podés estar de acuerdo o no con los dirigentes, pero esas estructuras son impresionantes. Todos tendríamos que apuntar a eso. Con la estructura podés dar muchas cosas a la gente. Pero nos han bastardeado tanto...
-¿Cómo fueron los primeros meses de su gestión?
-Tuvimos problemas graves. Apenas ingresamos concursamos la obra social porque teníamos $150 millones de deuda y no teníamos plata, con un delay de pago de 12 meses y gran cantidad de cheques rebotados. Estábamos al borde de la intervención. Hicimos una denuncia por malversación de fondos y asociación ilícita. Pero pudimos recuperar prestadores.
-También habían cerrado empresas...
-Uno de los motivos de la ruptura que tuvimos con el secretario general anterior (Miguel Herrera) fue ese. Mataron tres empresas: Mercobus, Plus Ultra y TUS. Fue en 2018. Se perdieron muchos puestos de trabajo.
-¿Creen que hubo inacción del gremio?
-Sí. Se podrían haber hecho muchas cosas. Eso estaba arreglado, de una manera u otra. Fue terrible. Gente sin laburo, con muchos años, que ha hecho solo esto, que estuvo 8 meses sin cobrar. Cada una de esas empresas se llevó $10 millones en deuda con el sindicato. Hoy son 50 millones. Eso no se pudo cobrar. Imagínate el impacto para el sindicato y la obra social.
-A los pocos meses, pandemia.
-La pandemia reventó el sistema, que ya venía con graves problemas. Cayó el 100% de la recaudación. Sólo con subsidios se pudo mantener, porque la demanda había caído a cero. Mucha gente con el 75% del sueldo, algo que hubo que hacer sí o sí, porque se caía el sistema, los sueldos no se iban a poder pagar. Firmamos 75% del sueldo, pero no perdimos puestos de trabajo.
-¿La post pandemia ha cambiado el panorama?
-Sí. Primero que nada el home Office, que vino para quedarse. Eso impacta en la cantidad de gente que dejó de utilizar el bondi. El sistema no va a volver a ser el mismo.
-Hay menos gente usando colectivos.
-Es un impacto muy grande en la operatoria de las empresas. El sistema está estructuralmente roto. Hay empresas que dejaron de pasar por lugares por los que tiene contrato con el Estado.
-Ya que hablamos de subsidios, se dice que el reparto de fondos está mal concebido.
-La inequidad existe. Ahora, ¿dónde van esos fondos públicos? ¿Cuánto es lo que necesitamos y para qué? ¿Dónde impactan? Esa es la discusión. Pongamos la plata arriba de la mesa, donde también se sienten los trabajadores. Los colectivos no se manejan solos, no se arreglan solos. No me podés considerar como una cubierta o como el gasoil. Somos parte de la estructura.
-También se habla de que el reparto de fondos, concebido desde Buenos Aires, no es federal.
-Eso es real. Lo ves en Buenos Aires: el sistema de transporte es diferente. Tenés colectivos nuevos y cada tres minutos. Sabemos que la distribución es un 85% en CABA y un 15% en todo el interior. La iniquidad es enorme. Pero queremos discutir qué clase de transporte queremos, ver qué se hace con los fondos. Porque los fondos están.
-Los empresarios dicen que los fondos no alcanzan.
-Cómo puedo creerte, si no me mostrás. Pongamos todo arriba de la mesa. Es un servicio público, tiene que funcionar. Los empresarios tienen un negocio. Según dicen los contratos con el Estado, les tiene que cerrar la ecuación. Ahora, ¿Cuál es esa ecuación? Los empresarios tienen una fórmula polinómica. ¿Cómo se calcula esa fórmula? Acá no es el sindicalista contra el empresario. Con la información sobre la mesa todos vamos a trabajar. Y los trabajadores queremos trabajar, no hacer medidas de fuerza. Pero, ¿en qué condiciones?
Un sistema de hombres
-¿Es muy marcado el machismo en la actividad?
-Este es un sistema de hombres, es una locura. No veo por qué no podría trabajar una mujer. Al convenio colectivo, que se hizo en el 75, lo armaron según la cabeza de la época. Hoy no tenemos conductoras. Tenemos en administraciones, en boleterías, pero estaría bueno que puedan manejar, como pasa en el urbano. Hay que trabajar mucho para ello
-¿Ha ido cambiando el perfil del trabajador de la actividad? ¿Hay una demanda de otras habilidades?
-Por supuesto que sí. Por eso celebramos un convenio con la UNC. Vamos a entrar en el programa de extensión universitaria para cursos de oficios. También el campus virtual. La gente está entusiasmada. Hay mucho interés en capacitarse.
-La pandemia y las crisis han impulsado a mucha gente a la informalidad. Hay más de 2 millones de trabajadores autónomos, la mayoría monotributistas ¿La regularización de ese continente es uno de los desafíos?
-Por supuesto. Pero para eso necesitamos que el Estado impulse el trabajo registrado. Todos necesitamos del Estado. Pero la presión fiscal que tenemos en este país es terrible. ¿Dónde va esa guita? Las retenciones a los impuestos que se pagan son muy grandes. Hay un montón de situaciones que impactan al trabajador. Con cada aumento paritario te sacan más del sueldo, por aportes, por contribuciones. Son cosas asfixiantes.
-¿Cree que habría que revisar el sistema de aportes?
-Digo que tendríamos que encontrar la manera de que esa presión tan grande, de descuentos y todo lo que se paga al Estado, se vea reflejada. Por ejemplo, verlo reflejado cuando vengan los fondos públicos para la mejora del sistema de transporte. Tenemos un problema fiscal terrible en el país, por supuesto. Pero se traslada a los trabajadores.
-Se habla de una posible reforma laboral, que, entre otros aspectos, propondría nuevas formas de vínculo entre empleador y empleado. ¿Qué opinión le merece?
-Es algo que de una forma u otra se viene ejecutando hace años, porque se van vulnerando cada día más las condiciones de trabajo. Ya hay una precarización laboral. Ahora, si tenemos que discutir una reforma laboral, discutamos cuál es el beneficio para todas las partes. Si vamos a discutir una reforma, que sea con toda la información sobre la mesa. Si no, a nosotros nos queda lo arcaico: hacer paros.
-¿Hay que repensar el vínculo entre organizaciones sindicales?
-Necesitamos empezar a trabajar entre nosotros. Necesitamos que la CGT sea una confederación técnica, que discuta con el Estado de otra manera. Ya sabemos hacer paro y movilización, ahora necesitamos capacitación. Que todas las áreas de la CGT empiecen a capacitarse, a tirar proyectos, a trabajar con los ministerios. Trabajar realmente para la mejora del movimiento obrero. Hoy no trabajamos entre nosotros.
- ¿Y con los otros actores colectivos?
- También. Por eso logramos ingresar a la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que es poderosa. Somos la primea organización provincial en hacerlo. También a la Federación Internacional de Transporte, donde abordamos un eje importante: la trata de personas.