Hablemos de Córdoba: La democracia de los Farmers
Los italianos que se instalaron en la ruralidad provincial fueron peones de campo y tamberos de la vieja clase propietaria cordobesa. Los farmers acompañaron esa transición con una profunda vocación asociativa: crearon tantas cooperativas como pueblos.
Por @zapatafederico*
LA COYUNTURA CRÍTICA
¿Qué es Córdoba? Para la línea de interpretación del progresismo (local y nacional), Córdoba es el bastión del conservadorismo nacional. En otras palabras, Córdoba se quedó anclada (simbólicamente) en el lapso de los siglos XVII, XVIII y mitad del XIX: la Córdoba católica y mediterránea frente a la Buenos Aires herética y portuaria. En palabras del historiador César Tcach, “la Roma de América del Sur”. En esta cosmovisión, la última dictadura militar no solo desarticuló a la “Córdoba rebelde”, sino que la ancló en su momento fundacional. Un claustro encerrado entre barrancas, escribió Sarmiento. La metáfora de esa Córdoba fue y son el poderío evangelizador-educativo de los Jesuitas, el rol de las “grandes familias castellanas”, y la fundación de la Universidad de Córdoba en 1613. El trípode de la “reserva moral”, con el peso de más de 400 años.
Quisiera argumentar que este enfoque proyecta una representación deformada de la realidad provincial, que está en la base de las dificultades que la cultura progresista nacional tiene para establecer un diálogo profundo con la realidad provincial.
Cuál sería entonces el río profundo determinante de la identidad cordobesa? La Córdoba fundacional-confesional, como fuente principal de la identidad provincial, comienza a reconvertirse en 1870 con la irrupción del ferrocarril, que permitió integrar el territorio provincial con el mercado nacional y a partir de ese reordenamiento geográfico, resolver la relación con “el puerto”, y en 1871 con el viejo anhelo de Sarmiento, la creación del Observatorio Astronómico Nacional, la daga contra la cosmovisión religiosa imperante en la “Córdoba de la Nueva Andalucía”. El cielo por asalto, pero vía la infraestructura y la ciencia.
En este sentido, el régimen conservador (1880-1916) supuso un agresivo proceso de modernización para la “Docta”, destinado a tener un impacto duradero. Por las venas de ese proceso de nacionalización y secularización, llegaron y se instalaron en la provincia una nutrida corriente inmigratoria italiana: colonos piamonteses, lombardos, friulanos, y los míticos recaudadores de impuesto del Vaticano en la edad media, los marchigianos. Más allá de su peso cuantitativo, esa corriente colonizadora tuvo un profundo impacto cualitativo: transformó la cultura de Córdoba para siempre.
"Para la línea de interpretación del progresismo (local y nacional), Córdoba es el bastión del conservadorismo nacional. Quisiera argumentar que este enfoque proyecta una representación deformada de la realidad provincial, que está en la base de las dificultades que la cultura progresista nacional tiene para establecer un diálogo profundo con la realidad provincial."
os italianos se localizaron principalmente en la “pampa cordobesa”. Allí colonizaron la vieja cultura tradicional mediterránea a través del ethos liberal y garibaldino[i]: un agresivo espíritu capitalista-emprendedor, un asociativismo cooperativo autoorganizado, pragmatismo, una compulsión “religiosa” por el trabajo, y una fuerte vocación por el ahorro (y su contraparte, la inversión en capital).
Como bien explicó Huntington, los colonos y los inmigrantes difieren en aspectos fundamentales. En primer lugar, los colonos dejan una sociedad prexistente, generalmente en grupo, con el fin de crear una nueva comunidad en el nuevo territorio. En segundo lugar, los colonos están imbuidos de una conciencia de propósito colectivo. Por el contrario, los inmigrantes no crean una nueva sociedad, simplemente se trasladan de una sociedad a otra distinta. Sufren un “shock” cultural y deben adoptar los patrones de la cultura receptora. La identidad de la Córdoba contemporánea se construye a partir la acción refundacional de los colonos.
LA VÍA FARMER AL DESARROLLO
Los italianos que se instalaron en la ruralidad provincial fueron peones de campo y tamberos de la vieja clase propietaria cordobesa. Luego fueron arrendatarios y productores de esos campos. Y finalmente, entrada la década del 40, comenzaron a comprar esas tierras que habían contribuido a transformar. ¿Cómo fue posible esa transferencia de tierra? La explicación radica en dos dinámicas complementarias: el Código Civil de Vélez Sarsfield (una reforma agraria de hecho, vía la división de la tierra por herederos individuales) y las Leyes de Arrendamiento (que comenzaron en los gobiernos de Perón). De los terratenientes cordobeses a los farmers cordobeses.
Los farmers acompañaron esa transición con una profunda vocación asociativa: crearon tantas cooperativas como pueblos. Cooperativas de comercialización que evolucionaron a cooperativas multiservicio y de segundo grado, vinculadas al mercado internacional. En ese marco, las instituciones gubernamentales locales se fueron construyendo como apéndices auxiliares de la acción cooperativa. En cualquier pueblo de Córdoba, el presidente de la cooperativa local era (y es) más relevante o al menos, tan relevante, como el intendente. También construyeron y levantaron Iglesias (literalmente). Pero su religiosidad, como buenos garibaldinos, suponía una práctica diferencial con respecto a la jerarquía eclesial, una práctica ciudadana en donde el epicentro no era el templo sino la “res pública”.
"Los italianos se localizaron principalmente en la “pampa cordobesa”. Allí colonizaron la vieja cultura tradicional mediterránea a través del ethos liberal y garibaldino: un agresivo espíritu capitalista-emprendedor, un asociativismo cooperativo autoorganizado, pragmatismo, una compulsión “religiosa” por el trabajo, y una fuerte vocación por el ahorro".
A lo largo de los años, las lealtades políticas de los “gringos” se dividieron entre el Partido Conservador Cordobés, liderado por abogado Ramón José Cárcano, y el Partido Radical, liderado por el médico Amadeo Sabattini (conocido como “Don Amadeo” o “Peludo Chico”). La gran interna de la Córdoba rural. Si Yrigoyen implicó el ascenso de los votantes de clase media a la escena política nacional, la victoria de Amadeo Sabattini (1936) simbolizó la emergencia de un nuevo votante a escala subnacional: los chacareros italianos del sur y centro de Córdoba.
Entre la Reforma Universitaria (1918) y el ascenso de Sabattini, como bien marca Cesar Tcach, el mito de la “isla democrática” echó raíces profundas. En contraste con lo que ocurría a nivel nacional (el imperio del fraude electoral desde el golpe del 30), la provincia mediterránea se transformó en un faro del juego democrático y republicano: la Córdoba Ciudad-Estado. Córdoba fue construyendo una fuerte identidad de autonomía político-cultural con capacidad de proyección nacional: la excepcionalidad.
Las tradiciones populares que se inician con Perón en la década del 40, influenciadas por la naciente sociología urbana del Río de la Plata, abordaron a Córdoba desde el prisma interpretativo de Kautsky (la vía Junker o alemana). Para esta mirada alejada del territorio, el desarrollo rural mediterráneo imitaba la secuencia histórica prusiana: el terrateniente de origen feudal lidera el desarrollo capitalista rural. Se trata de un desarrollo “desde arriba”, en donde el terrateniente utiliza la fuerza de trabajo campesina. Al igual que en Marx, el campesinado se analizaba como un sujeto residual tendiente a desaparecer.
Sin embargo, el desarrollo rural que instauraron los colonos en Córdoba (y en gran parte de la pampa gringa argentina) se alejó empíricamente de ese modelo teórico. En línea con los estudios de Lenin y Sarmiento, en Córdoba, sujetos no capitalistas dieron origen a un agro capitalista vía una modalidad alternativa a la descripta por Marx y Kautzky: la vía “farmer”, o desarrollo capitalista “desde abajo”, típica de los Estados Unidos.
"Los farmers acompañaron esa transición con una profunda vocación asociativa: crearon tantas cooperativas como pueblos. En cualquier pueblo de Córdoba, el presidente de la cooperativa local era (y es) más relevante o al menos, tan relevante, como el intendente."
¿Qué son los farmers o qué es la vía farmer al desarrollo? Siguiendo a Muzlera, diremos que la excepcionalidad del agro cordobés (y pampeano) se explica a partir de cinco dinámicas: (1) la producción está a cargo de pequeños y medianos productores familiares agrupados en cooperativas; (2) se trata de productores con cierta capacidad de acumulación; (3) se ubican en los estratos medios de la estructura social agraria, si consideramos su nivel de ingresos; (4) incluyen la participación de la familia en la gestión y organización laboral; (5) su producción está incorporada al circuito internacional.
Es decir, a diferencia de lo que preveía la teoría social, los farmers no se encuentran en un estadio de transición, sino que son relativamente estables. En otros términos, el desarrollo del capitalismo agropecuario argentino no se produjo a expensas de ellos, sino que se desarrolló con ellos. Para Muzlera, uno de los factores explicativos de esta estabilidad tiene que ver con el riesgo agrícola: el mayor riesgo de las inversiones agrícolas en comparación con las inversiones industriales (teniendo en cuenta el factor climático) y la menor liquidez (debido a la necesidad de esperar los ciclos biológicos de la producción) que presentan respecto a las inversiones financieras, generó en los farmers -aun cuando contaron con acceso a fuentes crediticias- la necesidad y la capacidad de generar sus propios recursos financieros. Esta capacidad/necesidad de acumulación les dio una relativa estabilidad histórica.
LA INVENCIÓN RENOVADORA DEL PERONISMO CORDOBÉS
La economía política descripta, explica en parte, la debilidad del peronismo para penetrar la provincia mediterránea en la década del 40. Córdoba carecía, tanto de un proceso de industrialización avanzado como de un proletariado organizado, en las dimensiones que imperaban en la geografía del Río de la Plata. Perón comprendió perfectamente que la implantación de su experimento a escala provincial (y federal), implicaba una fórmula alternativa a la vía sindical. En una primera instancia, intentó seducir al caudillo provincial (Amadeo Sabattini), sobre la base de una caracterización precisa: el partido radical era el partido popular de Córdoba. La operación fracasó y convenció al General, como bien explica Tcach, de que su construcción en la provincia debía organizarse sobre la integración del viejo Partido Conservador Provincial, la élite religiosa (Acción Católica), y el ala nacionalista de la UCR.
Con la instalación de FIAT y KAISER entre 1954-55, Córdoba comenzó a desarrollar una poderosa industria automotriz, que fue el enclave desde el cual se conformó una nueva élite sindical subnacional, que sin embargo no se ordenó en torno al peronismo (ya en retirada) sino en torno a la idea de una “Córdoba Socialista”. Pancho Aricó rebautizó en aquellos años a Córdoba, como la “Turín” argentina. Nuevamente, el río subterráneo de los hijos de los colonos, esta vez, en las fábricas y en las universidades. Esa élite sindical también excepcional (por su fuerte componente clasista y marxista) fue el objetivo persecutorio del Golpe de Estado de 1976.
Al retorno de la democracia, la UCR provincial emprendió un fuerte proceso de des-sabattinización. Es decir, se reconstruyó como el polo opuesto al alfonsinismo, lo cual implicaba también sacrificar la intensidad popular del partido. En ese contexto (peronismo débil, sindicalismo combativo desactivado y radicalismo racionalizado), operó la invención de José Manuel De La Sota y los renovadores cordobeses.
José Manuel De La Sota emprendió el proceso de construcción de una nueva élite, que se sustentó en una alianza generacional entre referentes de la Córdoba industrial (la Capital) y la Córdoba farmer (el interior de Córdoba). El primer anillo de ese liderazgo colectivo-territorial estaba conformado por José Manuel “el gallego” De la Sota (Ciudad de Córdoba), Juan “el gringo” Schiaretti (Ciudad de Córdoba), Oscar González (Traslasierra), Carlos Caserio (Punilla), Olga Ruitort (Ciudad de Córdoba) y Humberto Roggero (Río Cuarto).
Como bien ha explicado Eduardo Pereyra, el proceso implicó la transición de los liderazgos previos al golpe del ´76 en favor de los surgidos al calor de la nueva ola democrática: de Bercovich Rodríguez a De la Sota, del Frente Justicialista de Liberación a la Unión de Fuerzas Sociales. En la interna de 1988, De La Sota acompañó la fórmula de Cafiero, que se impuso en Córdoba, pero no a escala nacional. La derrota no le impidió seguir buscando una identidad que pudiera construir un peronismo dominante en una provincia no peronista. El 20 de diciembre de 1998 de la Sota derrumbó la hegemonía radical en Córdoba al vencer en la elección general al gobernador radical Ramón Mestre, tomando posesión del cargo el 12 de julio de 1999. Desde entonces, los renovadores cordobeses construyeron un edificio sólido, que les ha permitido gobernar y transformar la provincia a lo largo de más de 20 años.
¿Cómo lo lograron? La estrategia se sustentó en varios capítulos centrales.
En primer lugar, el peronismo provincial reinventó una nueva economía política, anclada en la realidad provincial: una coalición inédita entre los capitanes de la agroindustria provincial (Pagani de ARCOR y Urquía de AGD), los farmers, y las principales entidades industriales y de servicios agrupadas en el G6 (la Unión Industrial de Córdoba, las Cámaras de la Comercio de Córdoba, la Cámara de la Construcción, la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba, la Bolsa de Comercio de Córdoba y la Federación Comercial de Córdoba). El capital aportaría inversión e internacionalización. La política, una democracia tecnocrática, capitalista y modernizadora. El epicentro de las ideas de esa alianza informal fue la Fundación Mediterránea.
"La economía política descripta, explica en parte, la debilidad del peronismo para penetrar la provincia mediterránea en la década del 40. Perón comprendió perfectamente que la implantación de su experimento a escala provincial (y federal), implicaba una fórmula alternativa a la vía sindical."
En segundo lugar, y como bien ha desarrollado Jorge Méndez, la coalición implicó siempre construir dos fortalezas en paralelo: una burguesía dinámica y un poder político fuerte y autónomo. En la Córdoba peronista, el poder político y el poder económico construyeron fuertes vasos comunicantes (un ecosistema colaborativo), pero siempre conservaron y respetaron sus respectivas autonomías. Un gran preámbulo provincial que reza “para el César lo que es del César, y para la burguesía lo que es de la burguesía”. De hecho, los líderes políticos cordobeses del período democrático no pertenecen a la alta burguesía provincial.
Finalmente, el peronismo provincial supo leer, que el auge de la bioeconomía implicaba no solo un sostenido proceso de agregado de valor e innovación en la ruralidad (cuyas referencias son ACABIO, BIO4, Bioeléctrica Río Cuarto, PRODEMAN y AGD, entre otras), sino también, un empoderamiento del “campo ampliado” vis a vis a la urbanidad. Así, en su primera década en el poder, el PJ absorbió el grueso de los cuadros políticos rurales provenientes de los partidos demócratas locales, para en la segunda década en el poder, y con vistas a una transición de liderazgo, ver florecer la emergencia del nuevo poder político “gringo”, heredero del ethos del los colonos: Martín Llaryora (actual Intendente de Córdoba Capital, oriundo de San Francisco, Departamento de San Justo), Daniel Passerini (actual Vice Intendente de Córdoba, oriundo de Cruz Alta, Departamento de Marcos Juárez), Manuel Calvo (actual Vice Gobernador, oriundo de Las Varillas, Departamento de San Justo), por solo mencionar algunos referentes.
UNA CIUDAD PARA UNA PAMPA
Weber y el joven Marx pusieron especial énfasis en dilucidar los aspectos no-económicos del capitalismo. Weber desarrolló una de sus principales tesis en torno al rol de la ética protestante en el comportamiento diferencial del capitalismo anglosajón. Este ensayo se ha propuesto bucear sobre las raíces del modelo cordobés. Un modelo que resulta incomprensible sin la infraestructura cultural aportada por el largo y profundo ascenso de los farmers mediterráneos.
Por supuesto, la “pax cordobesa”, expresada en la idea del partido cordobés o el gran consenso mediterráneo, no ha estado exenta de tensiones y críticas. Pero la pujanza de la matriz productiva local es indisoluble, tanto de la cosmovisión cultural instaurada por los colonos, como del horizonte de estabilidad que ha proyectado a lo largo de los años el peronismo provincial.
En esta matriz de fuerzas complejas, el peronismo nacional, desde 2008 a esta parte, obligó a los renovadores cordobeses a galvanizarse y profundizar su tributación con la cultura local, sin sacrificar la proyección nacional. Es decir, hablarle a la Nación desde la autonomía político-cultural de la provincia: el “modelo Córdoba”.
"José Manuel De La Sota emprendió el proceso de construcción de una nueva élite, que se sustentó en una alianza generacional entre referentes de la Córdoba industrial (la Capital) y la Córdoba farmer (el interior de Córdoba)."
El duopolio De La Sota-Schiaretti le permitió al dispositivo colectivo agrandar la “sombra del futuro”, bajo un sistema pragmático de alternancia, y en paralelo, intentar generar, a nivel nacional, una vía peronista al capitalismo. Con la trágica muerte de DLS y la imposibilidad de reelección de Schiaretti, el duopolio histórico del cordobesismo llega a su fin en 2023 y le plantea a las viejas y nuevas generaciones, el desafío de diseñar un nuevo esquema de inteligencia colectiva. ¿Podrán?
John Winthrop pronunció en 1630 un sermón que se construyó en un preámbulo de la experiencia de los colonos puritanos que llagaban a Nueva Inglaterra. El sermón es famoso en gran parte por la frase “una ciudad en una colina”, que se usa para describir la expectativa de que la colonia de la bahía de Massachusetts brille como un ejemplo para el mundo. Es decir, el mundo se puede transformar no solo misionando o conquistando, el mundo se puede transformar a través del peso silencioso del ejemplo. ¿Le alcanzará a la Córdoba de los próximos años con limitarse a ejemplificar una vía al capitalismo o la fagocitación de la política por el AMBA la obligará a misionar y conquistar?
Por el momento, una única certeza: en estas tierras de ranqueles, comechingones y sanavirones, no fue el espíritu protestante sino el espíritu liberal y garibaldino de los colonos italianos, el que levantó una ciudad para una pampa.
*PANAMA REVISTA