La fábrica mágica del padre Oberlin que transforma la basura plástica en muebles
En octubre va a cumplir un año el emprendimiento que recicla PET para fabricar "madera plástica" de la Fundación Moviendo Montañas. Muchos de los mobiliarios de la ciudad, son realizados en esta planta. Para sus trabajadores, es una posibilidad de reinserción.
En el predio de la Fundación Mundo Müller que conduce el padre Mariano Oberlín, ubicado en Campo de la Ribera, hay plástico reciclado por todos lados: pilas y pilas de bidones, botellas, etiquetas, sunchos y hasta blisters de los que usan los laboratorios para contener los tubos con muestras de sangre. Hay una serie de construcciones levantadas a partir de bloques de material reciclados que operan como depósitos o talleres. En una de ellas funciona la fábrica de madera de plástico.
"Esto es eterno: no le hace nada ni el frío ni la lluvia ni el sol", dice Sergio Colazo. Orgulloso, golpea con fuerza un banco construido con el material que producen. Sergio es el encargado de este emprendimiento que está a punto de cumplir un año y en el que trabajan, como en cada iniciativa de la fundación, jóvenes y no tanto que intentan superar instancias difíciles de sus vidas.
Mirá el microdocumental sobre la fábrica de madera plástica
La fábrica en cuestión consta de tres máquinas: un molino triturador que reduce el material en bruto, una agrumadora que lo transforma en pequeñas partículas y finalmente la extrusora que lo derrite, compacta y lo expulsa con la forma de las distintas matrices con las que trabajan.
"Somos los únicos en Córdoba que hacemos esto", dice Sergio, "y tuvimos que ir aprendiendo mientras producíamos. Al principio usábamos cualquier plástico y nos cansamos de romper matrices. Hoy ya sabemos cuál nos sirve".
Usan bidones, tapitas, restos de film, sunchos y hasta los envoltorios de galletitas. "Mientras no tenga aluminio también nos sirve", agrega. El material llega de donaciones y del canje con otros recicladores.
La fábrica se inauguró en Octubre de 2020, tras la donación de las máquinas por parte de la Municipalidad de Córdoba. El convenio firmado entonces establece que la comuna tiene prioridad en la adquisición de la producción.
Hoy buena parte del mobiliario urbano de los nuevos espacios públicos en la ciudad, sale de la "fábrica mágica". Pero también venden a privados y no sólo los postes y varillas, sino también bancos, reposeras, cestos y demás productos que diseñan a medida que van descubriendo las bondades de la madera plástica.
"Se puede trabajar como cualquier madera: la podes lijar, cepillar, pintar, perfilar. Hacés lo que querés", dicen los chicos entusiasmados con lo que producen. "Es más si nos traes plástico suficiente de un color determinado, la madera te sale de ese color".
"A veces hacemos donaciones" cuenta Sergio. "Hace un tiempo vino alguien del barrio que quería erradicar un basural. Nos contó que con los vecinos lo limpiaban pero no duraba. Y se le ocurrió armar una placita. Ahí fueron a parar como 20 bancos nuestros".
Sustentabilidad podría ser una palabra que define a la fábrica y toda la movida detrás de la obra del Padre Oberlín. Hacer sostenible la vida de personas con pasados difíciles a través del estudio y el trabajo. Darle sustento al planeta reutilizando lo que se tira. Y sostener la Fundación con creatividad y producciones útiles y novedosas.