Los caminos de Achala, donde el frío obliga a abrir la escuela en enero
Una experiencia del divulgador científico de la Universidad Nacional de Córdoba, Guillermo Goldes, convertida en texto.
Atravesar las Sierras Grandes para llegar al Valle de Traslasierra es muy sencillo en la actualidad. La ruta de las Altas Cumbres (RP 34) comienza hoy en el empalme con la C-45 cerca de Falda de Cañete, a metros de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales. Desde su nacimiento, es una ruta espacial. En CONAE se diseñan y controlan satélites, nada menos. En ese empalme, se debe tomar hacia el oeste para cruzar, a baja altura, el cordón de las Sierras Chicas. Hasta hace pocos meses, ese primer cruce solo podía hacerse por Bosque Alegre, a mucha mayor altura y por un camino sinuoso, o por Carlos Paz e Icho Cruz, alargando mucho el camino.
Se desemboca en Las Jarillas, desde donde se continúa hacia el oeste acercándose ya al faldeo de las Sierras Grandes. Una vez que se cruza el Río de la Suela, empieza el ascenso verdadero, hacia la Pampa de Achala. Es una altiplanicie elevada a unos 2.200 msnm, en la cual nacen varios afluentes de algunos ríos importantes de la provincia: del Suquía, del Xanaes, del Ctalamochita, del de Los Sauces, del Pichanas. Por esa razón, se constituyó la Reserva Hídrica de Pampa de Achala, a fines de proteger la calidad del agua en las nacientes de esos ríos.Cuando se asciende por esa ruta, arribar a La Pampilla indica ya la proximidad con la Pampa de Achala, asentada sobre un enorme conglomerado de rocas, principalmente granito, que los geólogos llaman Batolito. La Pampilla es, dicho sea de paso, el punto de acceso al Centro de Visitantes de la Quebrada del Condorito, el único parque nacional activo en la Provincia. Algunos quilómetros más arriba, el punto de inflexión que indica en forma inequívoca la llegada a esa meseta elevada es El Cóndor. Actualmente hay allí un parador, pero hasta hace algunas décadas funcionaba un viejo hotel, llamado también El Cóndor. Su edificio de grandes piedras y techo de tejas aún es visible a 200 metros del parador. Está abandonado y vandalizado.
Si se continúa por la ruta provincial 34, se cruza la Pampa de Achala de este a oeste. Son aproximadamente 15 kilómetros hasta el borde oeste, donde comienza la abrupta bajada hacia el Valle de Traslasierra. El lugar preciso se llama La Posta, y unos kilómetros más adelante, donde la ruta tuerce hacia el sur, se ubica un pueblo, hoy fantasma: Giulio Cesare, que cuenta con 2 habitantes permanentes. Hay en La Posta un impactante hotel activo, que ocupa la antigua construcción de la posta que da nombre al lugar y que data de fines del siglo XIX. A unos 10 km de La Posta, hacia el norte, se encuentra una de las tres escuelas que funcionan en Pampa de Achala. Es quizás la más conocida: la Padre José M. Liqueño. Además de por una incansable labor educativa y por dar albergue a algunos de los chicos que cursan sus estudios, su nombre quedó asociado a la tragedia cuando en 1986, cinco chicos huyeron, en el mes de setiembre, del albergue. Solo uno regresó. Seis días después, los otros cuatro aparecieron congelados, a centenares de metros de la construcción. Se habían perdido y sufrido las consecuencias de una de las últimas nevadas del año. El clima en esa zona de montaña puede cambiar en pocos minutos. Sobre aquel triste episodio, sobrevoló siempre el fantasma de castigos físicos que quizás se aplicaban a los chicos-internos. Posteriormente, ese colegio pasó a ser administrado por la provincia, y ya no por la Iglesia.
No es la única tragedia que se recuerde en la zona. A un kilómetro de La Posta, una cruz sobre un promontorio rocoso recuerda a Lilian Almada, la azafata que, en 1995, cayó a tierra en la zona, desde un avión de pasajeros cuya puerta se abrió en pleno vuelo. Pertenecía a la empresa Inter Austral.
En la zona hay, también, un sencillo monumento que nos vuelve a recordar que Argentina es un país espacial: está en Santo Tomás, y recuerda que, en 1961, desde ese lugar se lanzó al espacio el primer cohete-sonda argentina: un Alfa Centauro que se remontó unos 8 km en la atmósfera, antes de caer a tierra.
Más escuelas
En Giulio Cesare, funciona también un establecimiento educativo: el Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, la más impactante de estas escuelas colgadas en las alturas y en cierta forma suspendidas en el tiempo es la Ceferino Namuncurá. Se encuentra mucho más aislada, a 40 kilómetros hacia el sur de la Ruta de las Altas Cumbres, y tiene un ´régimen de clases especial, similar al de algunos lugares de la Patagonia: las clases comienzan en agosto. A fin de año tienen dos semanas de vacaciones, retoman las clases en enero. En junio y julio tienen las vacaciones más prolongadas, en el crudísimo invierno de Achala. Esta escuela se halla en el límite sur de la Pampa de Achala, colindando con el macizo montañoso cuya cumbre principal es el Champaquí, el punto más alto de la provincia. El camino de acceso finaliza en la propia escuela. Una vez allí, solo cabe volver sobre los propios pasos o quedarse en el lugar.
Hay otras formas de subir, en auto o moto, a la Pampa de Achala. Por ejemplo, las que usábamos hace 40 años: el viejo camino de los puentes colgantes, que sube desde Copina a El Cóndor. Es la vieja ruta provincial 14. Y desde Traslasierra, otro tramo de esa misma ruta, de tierra: el que asciende desde Mina Clavero y, pasando por Villa Benegas, trepa hasta Giulio Cesare. Allí, hoy varias estaciones jalonan lo que se conoce como la Ruta del Peregrino, en honor al cura José Gabriel Brochero. A su impulso se debió, esto es sabido, la construcción de la vieja ruta 14. Brochero circulaba por esos parajes, atravesando la sierra en mula, antes de la construcción de esos caminos.
Existe también una vía de acceso a Achala mucho menos conocida y más precaria. Es una huella de tierra que asciende desde el nor-oeste, partiendo del Camino de los Gigantes, ruta provincial 28. Este acceso sale de la localidad de Tala Cañada, o bien de San Gerónimo, y llega hasta las proximidades del colegio Liqueño, desde donde retoma hacia La Posta. Pasa por pequeños parajes de belleza incomparable, como El Volcán, por ejemplo, desde donde se divisa en línea recta la zona volcánica de la Pampa de Pocho.
Para la mayoría de los cordobeses las Sierras Grandes, y la Pampa de Achala en particular, han sido obstáculos a superar lo más rápidamente posible, para llegar antes a destino. Sin embargo, Achala es un ambiente único y fascinante, tanto desde el punto de vista geográfico, biológico y humano. Es una parte importante de nuestro territorio, y es hogar de personas y animales. Vale la pena detenerse unos días y conocerlo con calma.