Los gemelos desde el aire
No es la primera vez que escribimos sobre los cráteres gemelos del sur cordobés. Lo hicimos en el artículo: “Cráteres Cordobeses”, que es parte del volumen: “Charlemos sobre Ciencia. Notas de Divulgación Científica en Medios de Córdoba”. Tampoco es la primera vez que los visitamos. Podríamos decir: “volvimos en 2021”. Tiene su mérito: el acceso no está en absoluto señalizado. Nos resulta difícil de entender que no haya ninguna iniciativa para aprovecharlos turísticamente. La gran mayoría de los cordobeses, incluso la gente de la zona, no sabe de su existencia. El hecho de que se encuentren mayormente en terrenos privados, dedicados al cultivo, seguramente tiene que ver con la cuestión.
¿Dónde se encuentran?
En el centro de un triángulo cuyos vértices son: Río Cuarto, General Deheza, y Alcira Gigena. La forma más rápida de llegar, desde la ciudad de Córdoba, es viajar por la ruta 36 hasta Alcira Gigena, y allí desviarse por camino de tierra hacia el Sureste hasta Cinco Esquinas. A ese mismo paraje se puede arribar también desde Coronel Baigorria, en este caso recorriendo 6 km hacia el Este. Desde Cinco Esquinas debe continuarse unos 7 km más hacia el Sureste y allí, torcer al norte. Son tres kilómetros adicionales por un camino polvoriento, hasta el extremo sur de la primera de estas dos inusuales estructuras.
¿Cómo son?
Alargados, de unos 4 kilómetros de longitud y 600 metros de ancho. Siguen la dirección noreste-suroeste. Su centro está deprimido unos 5 metros respecto del terreno circundante, sembrado. En su interior hay escaso suelo fértil y la vegetación que se observa es nativa. Los bordes están sobre-elevados y cubiertos de árboles que, en gran medida, ocultan las depresiones de la vista de los curiosos.
¿Cómo los descubrieron?
En la década de 1990, los avistó el aviador Rubén Lianza. Le llamaron mucho la atención; no había registros escritos de su existencia hasta ese momento. Consultó con el geólogo norteamericano Peter Schultz, de la Universidad de Brown, en Estados Unidos. Schultz los estudió sobre el lugar, y realizó simulaciones para reproducir su estructura, cosa que logró. Publicó sus resultados en diversas revistas especializadas.
¿Cómo se habrían formado?
Según Schultz, por el impacto de meteoritos rasantes, ocurrido hace unos 10.000 años. Las simulaciones realizadas respaldaron esa idea, aunque la cuestión no está cerrada. Uno de los principales argumentos que sostienen la hipótesis meteórica es el hallazgo de impactitas: son fragmentos de rocas fundidas durante colisiones violentas y localizadas. Quedan esparcidas como gotas o salpicaduras vitrificadas alrededor de los sitios de impacto. Sin embargo los propios cuerpos celestes que eventualmente produjeron estas largas cicatrices en el suelo cordobés no quedaron como testimonio. Un caso diferente al del Campo del Cielo, en el suroeste de Chaco. Allí los grandes meteoritos, metálicos, están a la vista.
¿Vale la pena visitarlos?
Definitivamente. Son estructuras llamativas y muy poco frecuentes. La salvedad es que para ubicarlos hay que llevar un mapa o imagen satelital. Y luego, se debe ingresar por un extremo para poder apreciarlos. Se puede estar muy cerca sin siquiera notarlos: su relieve es escaso. Ciertamente, la mejor forma de poder apreciarlos en toda su extensión es la misma que usó Rubén Lianza en los años ´90: desde el aire.
No es la primera vez que visitamos los cráteres gemelos del Sur cordobés. Seguramente no será, tampoco, la última.