A raíz de la decisión de Ernesto “Nabo” Barreiro de no presentarse ante la Justicia por su papel en “La Perla” y su amotinamiento con protección de los mandos del Tercer Cuerpo de Ejército camino a La Calera, el ex teniente coronel Aldo Rico (que se encontraba al mando del Regimiento en Misiones) se trasladó a la Escuela de Infantería de Campo de Mayo y se puso al frente de la sublevación.

Los amotinados – no pocos de ellos ex combatientes de Malvinas y partícipes de la represión de la dictadura –aparecieron armados para el combate y con betún en la cara por lo que fueron llamados “carapintadas”. (Rico, tras el cese de la sublevación y su enjuiciamiento y arresto domiciliario, volvió a amotinarse en enero de 1988 en Corrientes, pero esa vez no fue seguido por sus compañeros de armas).

LEVANTAMIENTO CARAPINTADA DE SEMANA SANTA 02 VIERNES 17 4 1987

Entre el jueves y el viernes Santo, el presidente Raúl Alfonsín ordenó la movilización de “tropas leales” hacia Campo de Mayo a cargo del general Ernesto Arturo Alais, jefe del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario, al frente de una columna de tanques que nunca llegaron a destino.

Alais no cumplió la orden presidencial de llegar a Campo de Mayo, evidenciando el apoyo de la mayoría de las Fuerzas Armadas a los reclamos “carapintadas”. Muchos años después, fue enjuiciado y condenado por delitos de lesa humanidad durante la dictadura y murió cuando se encontraba cumpliendo su pena en una cárcel común.

La rebelión y la presión popular continuaron durante todo el viernes. Miles de personas se movilizaron a Plaza de Mayo y a las puertas de Campo de Mayo, acompañados por artistas, dirigentes políticos y personalidades de distintos sectores. “Que se vayan, que se vayan” coreaba la multitud. La tensión siguió durante todo el sábado.

Edición periodística: Jorge Navarro y Daniel Díaz.

Edición documental: Marcos Pedrosa