Tumbas de la ciencia
Durante mis viajes, suelo detenerme a visitar algunos cementerios. Relatan, en un lenguaje crudo y despojado, historias de lugares, personajes, culturas y conflictos. Montparnasse en París, Eyüp en la colina de Pierre Loti en Estambul, Recoleta en Buenos Aires, son algunos clásicos ineludibles. También los pequeños cementerios perdidos en el campo cordobés, como el de la Capilla La Tegua, cerca de Río Cuarto, tienen un encanto lúgubre, difícil de describir.
En la propia ciudad de Córdoba, el cementerio del Salvador o “de los disidentes”, resume en sus túmulos una etapa fundacional de la ciencia local. Está ubicado al lado mismo del cementerio San Jerónimo, en el barrio de Alberdi, sobre la calle Emilio Centurión. Fue inaugurado en 1864 y en él fueron depositados los restos de numerosas personas, y varios personajes, que no profesaban la religión católica. Entre ellos, muchos de los investigadores científicos que Domingo F. Sarmiento y Nicolás Avellaneda trajeron como inmigrantes ilustres, para formar un polo científico cordobés. Hablamos de fines del siglo XIX.
La lista sería larga. A poco de ingresar encontramos el sepulcro de John Thome. Norteamericano, vino a Córdoba como ayudante de Benjamin Gould, el primer director del Observatorio Nacional Argentino, hoy Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional de Córdoba. Cuando Gould regresó a Estados Unidos, Thome ocupó su lugar como Director. Muy cerca de él, se hallan los restos de María Stoecklin, una de las maestras que pertenecían al contingente contratado por Sarmiento para las escuelas normales. El propio Thome se casó con una de esas maestras: Frances Angelina Wall. Un poco más adelante, encontramos los restos de Charles Dillon Perrine, el último norteamericano en dirigir en Observatorio. Fue el mentor de la Estación Astrofísica de Bosque Alegre. Vivió sus últimos años en Villa General Mitre, hoy Villa del Totoral.
A unos pocos metros, llama nuestra atención el sepulcro de Oscar Döering, físico alemán que junto a su hermano Adolfo fue convocado para consolidar la Academia Nacional de Ciencias, en Córdoba. Oscar llegó a ser Decano de la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, hoy llamada Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de la UNC. Cerca, una placa de bronce con un relieve muestra una expedición por los Andes. Marca el sepulcro de Guillermo Bodenbender. Este geólogo alemán estuvo entre los padres fundadores de esa disciplina en Córdoba.
Sería imposible en estas pocas líneas hacer un recuento completo de todos los investigadores cuyos restos descansan en el cementerio del Salvador. Baste decir que ingresar al mismo y caminar entre sus tumbas significa remontarse al fértil ambiente científico de la Córdoba de fines del siglo XIX.