En cumplimiento de los Acuerdos de París y de la Ley Nacional N° 27.520 de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global (Ley de Cambio Climático), una vez cada 5 años, el gobierno nacional debe presentar el reporte denominado "Segunda Contribución Determinada (NDC por sus siglas en inglés).

En diciembre de 2020, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible concluyó la elaboración del mencionado documento, que fue dado a difusión pública recientemente.

La segunda NDC de Argentina explicita los compromisos de nuestro país para las mejoras ambientales, las metas de contaminación y el escenario de amenazas y vulnerabilidades que se presentan para todo le territorio nacional.

Un futuro complejo

Al considerar los escenarios emergentes para nuestro país, producto del cambio climático, el NDC resume el cuadro de situación con estos dos mapas, uno de Vulnerabilidades y otro de Amenazas:

El futuro de Córdoba: pérdida de bosques, retroceso de los ríos y desertificación

Entre las primeras, como era esperable, las áreas costeras expuestas a la subida del nivel del mar y los glaciares cordilleranos, en riesgo de desaparición figuran en la lista. Los cordobeses deberíamos entender que el retroceso del caudal de los ríos en la Cuenca del Plata, obligará a un manejo hídrico mucho más racional y seguramente debería archivarse el proyecto de desviar agua para nuestra provincia desde el Paraná.

Córdoba también figura en el mapa con dos amenazas latentes: el deterioro forestal (agravado los últimos años por la expansión de la soja) y la desertificación, fenómeno sobre el cual el INTA  viene advirtiendo hace años.

Los objetivos para el país

El documento contextualiza la situación en la introducción del siguiente modo: 

El cambio climático es un hecho concreto que se traduce en la reducción del caudal de agua en la cuenca del Paraná (la principal vía navegable del MERCOSUR), en las pérdidas de producción agropecuaria o en el récord de temperatura de 20 °C en la Antártida. Es algo que se evidencia en las sequías pronunciadas en diferentes regiones del país, en el aumento de los incendios forestales y de pastizales, en los procesos de desertificación de los suelos, en el incremento de los eventos climáticos pronunciados y en la aparición de enfermedades zoonóticas que tienen vínculo con la deforestación, la destrucción de hábitats naturales, entre otras señales de agotamiento de un modelo de desarrollo que descarta personas y bienes.

El compromiso principal, establece "una meta absoluta e incondicional, aplicable a todos los sectores de la economía, de no exceder la emisión neta de 359 MtCO2 equivalente en el año 2030".

La mejor forma de entender este compromiso es tomar como referencia que en el año 2016 las emisiones netas totales fueron 364 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente 
(MtCO2e), reflejada en el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero.

Esta "pequeña reducción" de 5 millones de toneladas, representa una reducción del 19% si se considera el crecimiento poblacional esperado. 

Este es, en realidad, el principal debate en el futuro inmediato: ¿deben las metas ser equivalentes para todos los países o deben ser mayores los recortes en los países que más contaminan el planeta?