La favela como alternativa válida de turismo
Una opción diferente es alojarse en una favela de Río de Janeiro. Parecen peligrosas pero algunas no lo son. Aquí revelamos nuestra experiencia en la Comunidad de Vidigal.
En Río de Janeiro una opción válida es alojarse en un hostel de una favela. Al principio cuando tomé esa decisión para poder presenciar y cubrir Rock in Rio me dijeron que estaba loco o que quería terminar mis días tirado en una calle de Río asesinado por el narcotráfico.
Siempre fui de la idea que no hay que estigmatizar a las sociedades. Tomé, obviamente, mis recaudos y hablé con el propietario del hostel Sol en Vidigal. Así, Jean Pierre Souza con un portuñol entendible me dio detalles del lugar y acepté la propuesta, ya que era una opción válida en virtud de que gran parte de la oferta para los días de Rock in Rio estaba ocupada o bien pedían precios irrisorios por encima de los 120 reales por día, en habitación a compartir.
Llegamos por la noche a Río de Janeiro, que tiene la particularidad que en esta época del año, a las 18 horas es de noche. Cuando arribamos al ingreso, está la plaza y un puesto donde había ocho mototaxi que por 5 reales te llevan al destino. Jean Pierre nos anticipó que todos lo conocían, pese a nuestra insistencia de saber la dirección exacta. Fue risueño porque ninguno de los mototaxi lo conocía, por suerte a último momento nos brindó la dirección sino todavía estaríamos buscándolo.
La experiencia fue enriquecedora en la Comunidad Vidigal. Hasta el hostel que está ubicado a unos 1200 metros del ingreso, donde está la plaza Vidigal, pudimos pasar por bares, farmacias, salones de belleza, restaurant, negocios de venta y reparación de celulares y hasta una Iglesia. A medida que notamos que no había riesgo intentamos hacerlo a pie y tampoco hubo problemas, viendo a gente trabajadora y estudiantes que se dirigían o volvían de la escuela.
El hostel tiene seis cuchetas, es decir que pueden dormir 12 personas con posibilidad de tener aire acondicionado. Arriba tiene una terraza con asador y heladera, donde uno puede apreciar en toda su dimensión las playas de Ipanema y Leblon. Le faltaría una cocina para preparar algo, pero cumplió con nuestras expectativas, y vivimos unos días en una favela, y seguimos vivos que no es poco, echando por tierra que en estos lugares todas los moradores son narcotraficantes y delincuentes.
Al empezar Rock in Rio teníamos que llegar a la madrugada. Es así que los mototaxi, que trabajan las 24 horas, era el servicio habitual para subir hasta el hostel, pero el sábado la lluvia se hizo sentir y subir en moto era complicado porque diluviaba, en ese momento apareció una Combi modelo 1980. No sólo que nos llevó sino que se nos cayó los últimos 100 reales y los tripulantes lo devolvieron demostrando su honestidad.
Por supuesto hay favelas y favelas. La que no es recomendable visitar son “Ciudad de Dios" y “Alemão”, por las dudas si se les ocurre imitar mi elección.
Río de Janeiro para Rock in Rio o Carnaval tiene precios muy altos, y la verdad esta propuesta fue enriquecedora. Claro no subimos hasta la cima del morro que es donde todo va cambiando, y el ambiente se torna más denso. Pero hasta el restaurant Barra de Laje, la experiencia es tranquila y segura. Si bien por cuestión de tiempo no pudimos ir a conocer este lugar, es considerado unos de los mejores por la gastronomía carioca y entre sus especialidades hay que destacar la feijoada, la picanha na chapa ou file mignon con gorgonzola.
En nuestro próximo viaje seguro que estaremos visitando a Carlos, su gerente para comentar todo sobre su gastronomía.