Movilidad social descendente y autopercepción de clase social, según las últimas encuestas
Una de nuestras premisas analíticas de base (tomada del consultor Carlos Fara) es que a mediano y largo plazo los efectos socioeconómicos son los que construyen las tendencias de la opinión pública.
Así, efectos de bienestar generarán a mediano y largo plazo imagen positiva, buenos niveles de aprobación e intención de voto, y lo contrario sucederá con efectos de malestar.
Otra premisa es que no existen electores por un lado y consumidores por otro, sino una comunidad que consume y que vota; por lo tanto, hay vasos comunicantes entre ambas dimensiones de conducta, pero entenderlos requiere evitar lecturas lineales.
En este marco, en nuestra nota anterior de este espacio (*) apuntábamos que los resultados del ajuste estaban impactando fuerte en las economías domésticas de los electores; ahora veremos cómo eso decanta en términos de autopercepción de clase social.
Según la encuesta nacional realizada en agosto por Opinion Lab, ese mes 36% se percibía como de clase social baja, mientras que remontándose un año atrás sólo 18% se veía así; 38% se identificó como de clase baja (30% antes), 21% de clase media (el doble un año atrás) y 4% de clase media alta o alta (9% en 2023; gráfico arriba). Eso perfila un proceso de movilidad social descendente en términos de autopercepción.
El mismo informe arroja que casi un tercio de quienes se percibían de clase media alta en 2023 se mantienen igual este año, casi 40% siente que bajó un escalón a la media, casi un cuarto que bajó dos hasta el segmento medio bajo; 5% cayó tres peldaños, hasta la baja (gráfico arriba).
En tanto, del 30% que se veía como media baja el año pasado, la mitad siente que cayó un escalón a la baja, 6% cree que subió un peldaño a la media y 44% que se mantiene igual (gráfico arriba).
En tanto, 43% de quienes se percibían de clase media en 2023 sienten que descendieron un escalón a la baja, un 20% cree que cedió dos hasta la baja y 37% que se mantiene igual este año.
Por otro lado, del 18% que se veía como baja el año pasado, el 71% cree que se mantiene, 3% opina que subió uno a la media y 25% que subió dos hasta la media baja (gráfico arriba). De todos modos, en el resultado neto la movilidad descendente autopercibida se impone sobre la ascendente y la estabilidad.
En la misma línea, según Haime & Asociados respecto a 2022 la autopercepción de nivel social alto cedió 1,3 puntos porcentuales, la de clase media cayó 10,4 pp y la de bajo medio descendió 5,1 pp; en sentido contrario, quienes se identifican como de clase baja crecieron casi 17 pp en el mismo lapso (gráfico arriba). A su turno, la encuesta realizada en agosto por Pulso Research arrojó apenas 0,7% de clase alta, 27,5% de clase media, casi 39% de media baja y 28,5% de baja (gráfico abajo).
Más allá de los matices, se perfila un patrón de deterioro socioeconómico transversal creciente que implica un empobrecimiento relativo en un contexto que ya era desfavorable en 2023, pero se agravó con el cambio de gobierno. En este marco, según la última encuesta de Analogías 45,2% de los argentinos cree que a suba de la pobreza de estos meses será permanente, vs casi 41% que abriga la esperanza de que sea temporario (gráfico abajo).
Para más datos, la situación crítica se intensificó en los últimos meses: la encuesta realizada en septiembre por Proyección Consultores arrojó que el segmento que no llega a fin de mes alcanzó un pico de casi 32% en la serie que arrancó en marzo; al sumar el 36% que tiene que achicar gastos para llegar, el acumulado trepa a casi 68% (gráfico abajo).
Según Haime, casi la mitad de las familias sólo cubre los gastos con sus ingresos, mientras que poco menos de un tercio no llega a cubrirlos (gráfico abajo).
En ese marco, entran en crisis el sentido y la utilidad del ajuste: según Haime, más de la mitad cree que las medidas tomadas por Milei no servirán por el efecto de empobrecimiento, vs 37% que opina que permitirán sacar adelante al país y 8% que piensa que sólo evitarán un empeoramiento (gráfico abajo).
Con matices, según Analogías el 48% de los electores cree que el sacrificio de estos meses no está sirviendo para resolver los problemas de la economía, vs 39,2% que opina que sí (gráfico abajo).
En síntesis, el desgaste del gobierno nacional que muestran las últimas encuestas es inescindible de los efectos socioeconómicos de malestar que la gestión genera.
De cara al año preelectoral que se abre, esto es clave, pues “la falta de recuperación del poder adquisitivo y la recesión son predictores de mal desempeño electoral, independientemente de la competencia política”, como afirmó recientemente el consultor Javier Pianta.