Es común que la persona que se aproxima por primera vez al tema confunda actividades que se encadenan y complementan, pero que tienen naturaleza, complejidad y requerimientos muy diferentes. 
Por eso, antes de sumergirse en el tema, conviene dar precisiones generales de la actividad. La primera es que reciclar no es seleccionar o acondicionar plásticos. 

La primera fase del proceso implica siempre la recolección y clasificación de los materiales. Es que no se puede mezclar el plástico de una botella con el de un bidón, con el de un balde, con una silla, con un film de empaque; solo por dar algunos ejemplos con objetos que resultan familiares. 

VER: El reciclado de plástico en Argentina creció más de 5 veces en los últimos 20 años

Lo que no se puede (o no se debería) es mezclar objetos hechos con diferentes sustancias químicas y por eso, el reciclado regularmente exige una separación previa por tipo de plástico. Por ejemplo, una botella de gaseosa está hecha de un plástico llamado Politilenterftalato, más conocido (por suerte) como PET. En cambio, una botella de champú suele estar hecha con otro plástico llamado Polietileno (PE). No alcanza con separar botellas, hay que separar por tipo de plástico, antes de proceder al reciclado. Y así con el resto de los artículos.

En general, también deben seleccionarse por color y por estado de los materiales. A la hora de establecer el valor de un residuo plástico, no es lo mismo un conjunto de botellas de diversos colores que conjuntos separados por colores. Y, por supuesto, si el material está limpio, no vale lo mismo que el material que requerirá lavado.

Por eso, aunque estas actividades previas son siempre importantes, preparar un material para reciclarlo, no debe confundirse con la propia actividad de reciclar.

Esto último implica procesar mecánicamente el material, en una actividad electro intensiva, con el uso de maquinaria para transformar el residuo plástico nuevamente en una materia prima que permita fabricar artículos plásticos, reemplazando lo que se denomina “resina virgen”, el plástico que fabrica una petroquímica.

Es cierto que se desarrollan en el mundo nuevas alternativas de reciclado, como es el caso del reciclado químico, pero por ahora, las cantidades no son todavía relevantes.

Algunos números

Las cooperativas que acopian, seleccionan y acondicionan plásticos generan entre 50 y 150 kg por operario y por día. Cuando esos materiales se reciclan, la productividad es del orden de los 250 a 500 kilos por operario y por día. Y en algunos casos, con tecnología apropiada, la productividad puede ser aún mayor.

Para el reporte anual de reciclado, las organizaciones del sector que trabajan en la promoción del reciclado, CAIRPLAS y ECOPLAS, confeccionaron un cuadro resumen sobre la industria plástica en Argentina, que agrupa algunos datos sobresalientes.

Gráfica: Reporte citado
Gráfica: Reporte citado

En Argentina solamente en la industria de reciclado plástico hay más de 3000 empleados directos y casi 10.000 indirectos, además de la extensa red de recuperadores urbanos que no es de menos de 65.000 personas, la mayoría de ellos agrupados en cooperativas y otras organizaciones.

Cuando se considera el conjunto de las industrias a lo largo de la cadena de la producción, transformación y reciclado, casi 650 mil personas tenían ocupación en Argentina en 2023 en el sector.

VER: Qué es reciclar plástico y cómo funciona esa industria en nuestro país

La Cámara

Una de las organizaciones verdaderamente representativas del sector es la Cámara de la Industria de Reciclados Plásticos (CARIPLAS), que agrupa a recicladores de todo el país con la misión de “promover la recolección y el reciclado de plásticos y crear las condiciones que posibiliten una actividad rentable y sustentable”. 

El Ingeniero José Luis Piconne es el Director Ejecutivo de la entidad y consultado sobre las dificultades que enfrenta el sector advierte que las barreras son muchas: “Primero, la falta de conciencia de la ciudadanía en general de gestionar bien nuestros residuos”. 

Pero no menosprecia el rol de los municipios: “en general para ellos no es una prioridad el tema gestión de residuos”. Y aunque lo mencione al final, se ocupa de advertir que no por eso es menos importante la inexistencia de “una ley REP (responsabilidad extendida del productor), que ayudaría mucho a una buena gestión”. 
Para ello, esa ley debería incluir “algún tipo de incentivo, al buen diseño de los productos y para que los productos contengan materiales reciclados”.

Conocedor de la situación del reciclado en el resto del mundo, Piconne señala: “Si nos comparamos con los países de Europa, ellos hace muchísimos años que ya están trabajando y los ciudadanos tienen conciencia”.

Y advierte que la filosofía que permitió los cambios de hábitos y se profundizan constantemente es “Zanahoria y Garrote; o sea, se premia al que hace las cosas bien y se sanciona al que no las hace o las hace mal".

Ecoplas

Otra organización significativa en el sector es Ecoplas, una asociación civil sin fines de lucro especializada en plásticos y medio ambiente. 

Ecoplas lidera la Red de Encomia Circular de los Plásticos, que  reúne a representantes de la cadena de valor trabajando en una agenda común para concretar acciones que hagan realidad la transición a la economía circular.

Su Directora Ejecutiva, Verónica Ramos, señala qué aspectos son críticos en el desarrollo del reciclado: “En Argentina se está haciendo la transición a la economía circular de los plásticos. Para ello, es crucial contar con una ley Nacional REP (Responsabilidad extendida del productor); un tipo de normativa que funciona en Europa desde hace 30 años y también en países de la región donde ha mejorado la gestión de residuos de envases de todo tipo de materiales, entre ellos el plástico".

En plena coincidencia con Piconne, Ramos refuerza la necesidad de educación ambiental y concientización ciudadana. Y agrega que “en el caso de los plásticos, es importante enseñar que no son residuos, sino recursos para una industria recicladora que está en crecimiento”. 

La separación de todos los plásticos tras su consumo permite que los mismos puedan ser reciclados, con lo que se genera “una oportunidad ambiental y de desarrollo productivo”.