Vive en Córdoba, había sido apropiada y encontró a sus padres biológicos
Lourdes Icoff reside en Unquillo y los conoció a los 43 años. La historia de un hallazgo a tiempo, con el protagonismo de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad.
La historia es amplia y variada. Tiene varias regiones como epicentro pero, fundamentalmente, un final feliz.
Se trata de una mujer que había sido apropiada en 1978 de una pensión de Once, Buenos Aires, donde como recién nacida vivía con sus padres y su hermana. Fue una de las tantas redadas militares que sufrieron Nélida Soria, Juan Rudis Correa y su otra hija, Sandra.
Uruguayos de nacimiento, eran vendedores ambulantes y le arrancaron a la pequeña de sus brazos. La iban a llamar Sofía, aunque no llegaron a inscribirla.
Tras décadas de búsqueda, hoy saben que fue llamada Lourdes, reside en Unquillo y, tras un encuentro virtual, se pueden ver las caras personalmente.
Viven en Colón, Entre Ríos, y el encuentro con un vecino singular los llevó al hallazgo.
El Estado, la clave
Los Correa Soria se instalaron hace tiempo en la localidad vecina a la uruguaya Paysandú, pero no dejaron de insistir. Y en el "boca en boca" de la historia Sandra, la hija del matrimonio, se cruzó con Mariano Landeira.
Apropiado en 1975, sabe dónde nació y quiere conocer a sus padres.
Vendedor de pochoclo frente a las playas del río Uruguay, busca a su familia biológica hace tiempo. Les contó que en el Banco Nacional de Datos Genéticos podían dejar su sangre para ser cotejada y los acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
"Nélida, la madre, está grande. Pero hicieron los trámites y vino un camión a realizarle las pruebas", sentenció.
También Lourdes lo había realizado.
Entre lágrimas, el propio Landeira, de 46 años, contó este martes al programa Mirá Quien Habla, de FM 102.3, que fue testigo del histórico momento: "Fui a la terminal junto con su familia a recibir a Lourdes. Ví la emoción de todos y me vi en ese lugar".
Y agregó: "Me invitaron a almorzar con ellos. Y compartimos un momento hermoso. Viéndolos a todos juntos, parecía que Lourdes no se había separado nunca de su familia. Había una conexión increíble".
La vocación de su historia fue el nexo para un final feliz.