No hubo, en la vida de Rosa Clotilde, tiempos para el descanso. Ser hija de gobernador y caudillo fue el primer escollo. Quién puede dormir tranquilo si el país dice que tu viejo tiene que ser presidente. 

Además, Rosa Clotilde hizo méritos propios para interrumpir su sueño: irse de casa a los 17, casarse con un hombre 20 años mayor, interesarse en la educación del pueblo mientras su esposo era un excéntrico millonario. Ser la Eva del radicalismo.

De Eva la separaban a tan solo 9 meses. Eran contemporáneas y eran, las dos, rebeldes del hogar. Ambas huyeron por el amor de hombres mayores. Las dos soportaron el castigo de sociedades premodernas. Pero la distancia mayor entre la mujer del peronismo y Rosa Clotilde Sabattini no estaba en las fechas de cumpleaños, sino en sus lugares que ocupaban: antagónicos, en espejo, copias extremas del peronismo una, del radicalismo la otra. 

Rosa Clotilde Sabattini, la hija de Amadeo, no tuvo descanso. A los 17 huyó de la mano de un hombre de 40, millonario, excéntrico, célebre y peligroso, machista y futuro femicida. Se casaron en algún lugar secreto del mundo, quizás Uruguay, en 1936. Ella era menor y él, viudo de la aviadora Miriam Steford. Volvieron y la niña debió avisarle al gobernador: 

- Papá, me casé con el hombre que financió tu campaña. 

Raúl Barón Biza era millonario, escritor maldito, pornógrafo, bon vivant, empresario.
Raúl Barón Biza era millonario, escritor maldito, pornógrafo, bon vivant, empresario.

En 1945 hubo un pedido popular por parte de mujeres radicales para que la hija de Sabattini se afilie al partido que conduce su padre. Rosa Clotinde era, para entonces, una mujer formada en la historia y en la educación, con título universitario, becas de estudio en Europa y talante de mujer moderna y filo feminista. 

Desde entonces su peso en el partido no dejó de crecer. Apenas 4 años después fue elegida presidenta del primer Congreso Nacional Femenino de la UCR. Sus columnas en los medios partidarios, tituladas La mujer en la política, ya hablaba de un “feminismo bien entendido”. 

Pero el mal entendido era con el peronismo: percusión, exilio, diatribas y odios. En 1950, Rosa Clotilde homenajeó a Remedios Escalada en el cementerio de la Recoleta y todo terminó a los sablazos y con la hija de Sabattini presa por 30 días en el asilo San Miguel. Mientras su padre buscaba liberarla, su esposo se batía a duelo con el jefe de policía mientras Arturo Frondizi oficiaba de abogado defensor de la pareja. 

La agrupación cultural femenina pidió la libertad de Rosa Clotilde por ser la cárcel un agravio para honestas y respetables madres de familia. El presidente Perón le concedió la gracia de la libertad, pero ella dijo que no: 

—La libertad es mi derecho y no se me puede otorgar como una dádiva.

Poco después se exilió en Uruguay y Perón firmó un memorandum secreto en donde se ordenaba que en caso de atentado contra él, se respondiera con la misma violencia a a referentes del radicalismo. La lista de posibles víctimas estaba integrada por Balbín, Felix Luna y Rosa Clotilde. 

En septiembre de 1955, Rosa Clotilde festejó el golpe y aplaudió a su provincia: 

—Córdoba la heroica, la que tomó la delantera de la rebelión, la que resistió, la que vio teñirse de púrpura generosa las blancas serranías.

Paradojas: apenas tres años después, ante la división de la UCR, mientras papa Amadeo quedaba del lado del radicalismo antiperonista, su hija se iba con Frondizi y ganaban las elecciones gracias a la alianza con Perón. En la presidencia de Frondizi Rosa Clotilde fue  Presidenta del Consejo Nacional de Educación. Una virtual ministra de educación enfrentada políticamente con su padre y en pelea permanente con su esposo.   

La Voz del Interior
La Voz del Interior

Un día,  desde  la Falda, Rosa Clotinde debió huir a la casa de papá en Villa María, escapando de Barón Biza. Su esposo, violento y millonario, fue tras ella con una bala con su nombre. Bala que una vez disparada en la casa del ex gobernador recayó en el abdomen de Alberto Sabattini, el hermano de Rosa Clotilde, el padre del periodista Amadeo. Barón Biza fue una vez más preso, siempre en condición de víctima incomprendida. 

En 1962, tras el golpe contra Frondizi, padrino de su hija, Rosa Clotilde dejó su puesto. El estatuto docente, la doble escolaridad, la enseñanza de idiomas y otras leyes fueron parte de su obra. Antes de irse se convirtió en estrella. Una encuesta nacional sobre quién era la mujer del año, determinó que para el 10% de los consultados la gran mujer era la Coca Sarli, un 8% eligió a Pinki, apenas un 4% para Graciela Borges y Rosa Clotilde, a la cabeza, con un 30%. La mujer del año.

La paradoja posterior: la mujer que había aplaudido el golpe de 1955, en 1973 firmó solicitada apoyando el regreso y candidatura de Perón.

La historia que sigue es más conocida. Era agosto de 1964. Habían pasado 30 años de aquel casamiento secreto cuando Barón Biza la citó para discutir los términos del divorcio en su departamento de la calle Esmeralda, en Capital Federal.  Delante de los abogados, Barón Biza tomó un vaso de whisky lleno de ácido sulfúrico y se lo lanzó a la cara; le produjo quemaduras en el rostro, en el pecho, los brazos, las manos y el cuello. Él escapó, ella fue internada. Al día siguiente, la policía encontró a Barón Biza con un disparo en la cabeza en la misma habitación donde había sido la discusión. 

Clotilde se quitó la vida el 25 de octubre de 1978, también en Buenos Aires. Su hijo, el periodista Raúl Barón Biza, narró la historia en la novela El Desierto y su semilla. Pero nada de su historia trágica, el ácido, el suicidio, el rostro desfigurado, la violencia machista, oculta la historia de valentía y coraje de Rosa Clotilde, a quien algunos llamaron la Eva del radicalismo.