De Turquía a Córdoba, un amor que cruzó fronteras y ofrece manjares orientales
Beatriz y Yasar se conocieron 12 años atrás. Ella nació y creció en Córdoba capital. Él es oriundo de Ankara, y vivió gran parte de su vida en Estambul y Noruega. En pandemia, comenzaron su emprendimiento gastronómico con los mejores manjares de Medio Oriente, y hoy cuentan su historia a Cba24n.
Beatriz y Yasar se conocieron 12 años atrás. Facebook no tenía tanta popularidad, pero él la contactó por mensajería privada y recién en 2011 se vieron por primera vez. En 2017 Yasar llegó a la Argentina, y desde entonces dice que en Córdoba se “pudo encontrar a sí mismo”. Durante la pandemia, surgió la idea de comenzar un emprendimiento gastronómico que pudiera reflejar una cultura que los atraviesa a ambos: los sabores de Turquía.
Durante un tiempo, Yasar trabajó junto a un puestero de la Feria de las Artes que hacía platos tradicionales de Medio Oriente. Shawarma es su especialidad. Hoy lo es el pan turco: “Cuando yo hago esto dejo mi corazón, por eso la gente vuelve. Porque se llevaron una parte de uno”, afirma en una mezcla de inglés y español que permite la libre interpretación.
Elaboran todo a mano. Börek, Budín Turco y Ramadán son algunas de las opciones que ofrecen. Beatriz se encarga de lo dulce, incluida la masa filo que conforma el postre más tradicional de Turquía: el Baklava. A sus 69 años, hizo suya una cultura que no la acompaña desde el nacimiento, pero de la que se apropia cada vez que cocina.
Durante junio estuvieron en el corazón de Güemes, con un stand de visitantes en calle Laprida se dieron a conocer a quienes paseaban por allí los fines de semana. Actualmente, comenzaron un proceso para solicitar un stand fijo. El sueño final es abrir un local de verdaderos manjares turcos. “Uno aspira y quiere, pero la realidad es que hay que tener mucha plata para eso”, reconoce al prender un cigarrillo.
Ella siempre ha vivido en Córdoba. Aquí nació, creció, y trabajó. Aún lo hace, pero esta vez en un rubro que nunca pensó iba a explorar: “Yo toda mi vida me dediqué a la venta, nunca de comida y no pensé que lo haría, pero sí tuve una boutique por muchos años por eso sé de vender”. Mucho de lo que hoy cocina, lo aprendió de la mano de la esposa del imán de la mezquita a la que asisten con Yasar.
Él es musulmán. Entre sus manos siempre tiene su Misbaha, una serie de cuentas que le sirven para rezar con fe y convicción. “Algunos le dicen Dios, otros le dicen Buda, yo le digo Alá. Pero todo es lo mismo, es algo más que nos supera”, reflexiona mientras muestra la palma de su mano izquierda en la que tiene tatuado tres puntos negros que simbolizan Yo, Otro y Alá.
Su fe también lo acompañó durante los 20 meses que trabajó en el ejército de su país. “La vida es esto, nacer, vivir, pagar impuestos y morir. No extraño Turquía, tampoco Noruega. Aquí es mi lugar, aquí no vivo el racismo que viví en Europa. La gente comparte su banco conmigo, todos son inmigrantes aquí en este mundo. Porque para mí hay dos mundos: América Latina y Europa”, cuenta.
La gastronomía como puerta de entrada a una cosmovisión de vida
Canim significa ‘Mi querido’ en turco. Es una de las pocas palabras que Beatriz sabe decir en ese idioma. Entre ellos, hablan en inglés porque Yasar sabe aún menos español. “Yo no puedo aprender turco, es demasiado difícil, incluso más gutural que el alemán. A veces peleamos pero él en turco y yo en español así que ni siquiera nos entendemos”, cuenta Beatriz entre risas.
La especialidad de la casa es el Baklava. Un dulce tradicional turco, elaborado con una pasta de pistachos o nueces trituradas, distribuida en una masa filo y bañado en almíbar de miel. El secreto de Beatriz es hacerlo todo ella misma, incluida las capas traslúcidas de masa. Una sobre otra, cada una guarda una explosión de sabores especiados junto a una pasta de frutos secos.
Otro de sus secretos los aplica cuando cocina el Postre del Sultán, un dulce con al menos dos siglos de antigüedad. Dice una leyenda turca que un sultán del país reunió a todos los expertos en confitería de su reino y les pidió que crearan un dulce único que añadir a su famosa colección de recetas secretas.
Desde Turquía la receta viajó a Córdoba. A kilómetros del imperio, Beatriz los elabora con una mezcla de crema chantilly y coco, coronados con cintas de chocolate por encima. También experimentó una variación de este postre que incorpora notas de naranja, y potencia la escasa dulzura en el paladar.
“A la gente le gusta lo que hacemos porque son sabores diferentes, fuera de lo que estamos acostumbrados a comer acá”
El pan es la especialidad de Yasar. Relleno de ricota especiada, la miga suave caracteriza cada pieza pintada con semillas. “Yo invito el pan a quién pasa, para que prueben y conozcan. Porque no hay nada que se dé a otros y que no vuelva a uno”, dice con más certeza en su mirada de lo que las palabras le permiten expresar.
Beatriz y Yasar son una de las tantas historias que protagonizan inmigrantes y argentinos. Las fronteras se desdibujan al chocar con culturas. Al reconocer que no hay elemento humano más complejo que la identidad. La fe, la gastronomía, el amor. Toda una mezcla que se puede experimentar en el paladar al comer uno de sus manjares turcos.
Beatriz Allende recibe pedidos al: 351-3701381