El reptil cambió la piel: el paso de Catupecu Machu por Cosquín Rock
La banda integrada por Fernando Ruiz Díaz, Charlie Noguera, Juli Gondell y Nico Meardi dijo presente el domingo 11 de febrero, segunda jornada del festival celebrado en Santa María de Punilla.
Programado para las 19.10 horas del domingo 11 de febrero, Catupecu Machu dijo presente un año más en el festival de música más importante del país, Cosquín Rock.
Con la flamante incorporación del músico mendocino Nicolás ”Vikingo” Meardi en una de las baterías -tras la salida de Miguel “Abril” Sosa-, Fernando Ruiz Díaz (voz y guitarra), Charlie Noguera (bajo, coros) y Julián Gondell (batería) se presentaron en el escenario Montaña para hacer levitar a los asistentes.
Y sí. Efectivamente Y lo que quiero es que pises sin el suelo fue la canción que dio apertura a un show poderoso de 11 canciones.
Con un sol vibrante que luego se despediría tras las sierras cordobesas, los cuatro fantásticos, de negro absoluto, hicieron poguear a torsos desnudos que, seguramente, horas antes habían recibido las gotas de la lluvia que estuvo presente esa jornada.
Plan B, Anhelo de satisfacción (canción de Massacre) fue la primera en evocar a Gaby, hermano de Fernando y uno de los fundadores de la banda que falleció en enero del 2021 tras un grave accidente de tránsito ocurrido en marzo del 2006.
“Cuando faltas, Gaby! Me haces falta”, grita Fernando en una parte de la canción.
En Perfectos cromosomas hizo la aparición en el escenario Frankie, el bajo histórico de Gabriel, en manos del hiperactivo Mister Charles Noguera.
A continuación, la frase del cantante “Dame Cosquín Rock colchón de palmas hasta el fondo” dio pie a Es todo lo que tengo y es todo lo que hay, canción de Lisandro Aristimuño, como intermezzo.
Héroes anónimos, originariamente de la banda Metrópoli, grabada por Catupecu en el disco A morir! de 1998 dio continuación al setlist que tuvo una pausa cuando Fernando, esta vez al bajo -y Noguera en guitarra- conmovido dijo: “Es muy emocionante para mí estar tocando en Cosquín Rock porque tocar en Cosquín Rock es encontrarme con Gaby Ruiz Díaz, mucho más de lo que me encuentro en mi corazón todos los días. Dediquemosle este show a Gaby, al espíritu omnipresente de él”. Y prosiguió: “A veces tengo una confusión en la cabeza pero después pienso en Catupecu y en mi hija Lila y se ordena todo. Vamos amores, gracias por estar siempre”.
Es que, en una fecha similar pero 23 años antes -un 10 de febrero del 2001- Catupecu Machu, con Gabriel en bajo, se presentaba en la primera edición del festival.
Empieza Confusión.
Ya despojado de instrumentos e incitando a la arenga con “Miro a través de vos en llamas te ves quiero sentir que tu alma transpire”, Fernando vocalizó de Acaba el fin.
La lista siguió con uno de los temas más eléctricos: Origen extremo. Con Noguera en teclas y Gondell en guitarra, en esta ocasión una de las baterías cambiaría de integrante.
“Vamos a invitar a un amigo, un hermano, un Catupecu”, anticipó Ruíz Díaz. Agustín “El Búho” Rocino golpeó parches y platillos como lo hizo durante su paso por la banda cuando participó en los discos El mezcal y la cobra (2011) y 20 años, El Grito Después (2014).
Con el sol resguardandose en las montañas, Fernando se mostró agradecido con el público que va a ver a Catupecu. Arranca Metrópolis nueva.
“Son las cruces del cementerio las que nos hablan y cuentan que estamos acá, en Córdoba, en el Cosquín Rock”, canta Fernando modificando la letra.
Afinando las cuerdas de su guitarra, pide al público que lo ayuden a cantar una canción para Gaby. “Tengo una montaña de emociones en la garganta”, dice.
Los bateristas dejan sus lugares y, acompañados por Charlie, se acercan al frente del escenario. Gargantas explotando y palmas en alto, el público y los músicos cantan la intro a capella.
A veces vuelvo flotaba en el aire. Sí, pogo, algarabía y emoción mediante, la energía de Gaby estaba presente.
“Amores, la vida tiene un poco de magia y un poco de veneno”, adelantó Fernando. Los acordes de la canción de El número Imperfecto resonaron en parte del predio de Santa María de Punilla.
Con un Ruíz Díaz que transpiraba disfrute y felicidad, en Magia Veneno el ocaso ya era un hecho y comenzaba a caer la noche.
Llega el fin.
Cambio de guitarra y slide en mano, “algo va a pasar”, la señal de Fernando de que se viene Dale! La ronda de fans frente al escenario no se hizo esperar, era el preludio del pogo más grande de esa noche.
“Quiero ver a todo Cosquín Rock a 80 centímetros del piso”, solicitó.
La indicación nombrando a “Juli y Vikingo” para que hagan lo propio en baterías y el silbido característico era el puntapié para que los asistentes, fans y curiosos, cumplan con lo propuesto. Esos cuerpos se elevaron durante la canción más poderosa de la banda, de su primer disco, de 1997.
“Impresionante lo que acaban de hacer. Te juro que no puedo pedir más nada. Es como cuando voy a un restaurante a comer y el 99% de las veces me como todo y me preguntan ¿Quiere algo más señor?, no, quiero un poco menos. Quiero un poco menos, pero si pueden, denme un poco más (...) quiero colchón de palmas y humanos”, pidió.
Los invitados es algo representativo de los shows de Catupecu: además de Rocino, se hicieron cargo de la percusión Lucca Beguerie Petrich, baterista de Usted Señalemelo y Fernando “Negro” Molinero, baterista y periodista de La Viola.
En las cuerdas acompañaron Juan Saieg y Gabriel "Cocó" Orozco, también de Usted Señalemelo, la banda mendocina que seguía en la grilla de ese escenario.
En esta oportunidad la señal para volver a activar el pogo más encendido fue el grito de: “Lucca y Molinero”.
Por su parte, Gondell y Meardi arengaron e hicieron mosh sobre el público para luego sumarse en la percusión: diez manos golpeaban tambores y platillos como si se terminara el mundo.
El éxtasis inundó absolutamente todo. Ahora eran 9 fantásticos que daban cierre a un show enérgico y apasionante. Fernando se despedía, conmovido, besando el piso del escenario que le sigue dando la bienvenida como hace más de dos décadas.
Tras una gira por varias ciudades del país, un Movistar Arena y siete fechas (de agosto a octubre) en el Teatro Vorterix en el marco de la Residencia, en el 2023 la banda demostró por qué sigue vigente.
Pese a la salida de Abril Sosa, con la incorporación de Meardi en segunda batería se apuesta al estilo afianzado en los últimos años, de cara a la grabación de un nuevo trabajo discográfico.
El reptil cambió la piel, sí, pero la esencia está intacta. Hay Catupecu Machu para rato.
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Esta crónica se escribió a 11 días del 11 de febrero y a 2 días de conocerse el comunicado que informaba que Fernando Ruiz Díaz había sufrido un accidente cerebro vascular (ACV), situación que provocó la cancelación de la gira por Europa que tenían programada para esta fecha.