Un barrio de Córdoba con pintadas de Azov, el grupo paramilitar neonazi ucraniano
Una veintena de grafitos con simbología y colores del polémico batallón, aparecieron la semana pasada. El Batallón Azov tiene su origen en barras de futbol. Nació como una fuerza paramilitar de ultraderecha y nacionalista y se convirtió en la primera línea de defensa ucraniana durante la invasión rusa.
La semana pasada autores anónimos pintaron murales neonazis en barrio Cofico, en la ciudad de Córdoba Capital. Se trata de cerca de 20 pintadas con simbologías a favor del batallón fascista ucraniano Azov, en la intersección Boulevard Los Andes y Roque Sáenz Peña, debajo de las vías del tren Belgrano, a una cuadra y media del Puente Centenario.
Los graffitis tienen los colores de la bandera de Ucrania, símbolos y las inscripciones “Ukrania” y “A3OZ”. Fueron hechos tapando un mural por la Educación Sexual Integral y el fallecido maestro Fuentealba. Las nuevas pintadas son en apoyo al Batallón Azov, una polémica organización paramilitar que defiende a Ucrania de la invasión rusa y fue denunciada por ser neonazi.
El Batallón Azov nació como una fuerza paramilitar de ultraderecha y nacionalista y se convirtió en la primera línea de defensa ucraniana durante la invasión rusa.
A través de Telegram, el batallón muestra sus hazañas militares, los soldados rusos muertos y los vehículos que han capturado. En la ciudad de Mariúpol, en el óblast de Donetsk, son considerados héroes de la patria por ser la principal fuerza militar que defiende la región del avance ruso.
El presidente ruso Vladímir Putin utilizó la reputación del Batallón Azov para denunciar la “nazificación” de Ucrania y la persecución política de rusos en las regiones de Donbas y Donetsk. Con esta narrativa, el Gobierno ruso justificó las operaciones militares en la región.
El Batallón Azov es uno de los grupos más polémicos de esta Guerra ya que combinan el nacionalismo, la ultraderecha y simbología nazi con las armas.
De barrabravas a ser parte del Ejército
El Batallón Azov tiene sus orígenes en múltiples grupos de ultraderecha y neonazis. En menos de un año, su poderío militar creció y se convirtió en una unidad oficial del Ejército ucraniano.
Las raíces del batallón se encuentran en Sect 82, un grupo de “ultras” o barrabravas del club de fútbol ucraniano FC Metalist Kharkiv.
Al igual que muchas barras de Europa, Sect 82 tenía una ideología marcada de ultraderecha y se caracterizaba por su violencia. El Dynamo Kiev y el FC Dnipro eran sus principales rivales. Sin embargo, eran aliados del club ruso FC Spartak Moscow.
En 2014, el grupo de “ultras” pasó a tener un papel más importante a nivel político y militar. A fines de febrero de ese año, una serie de protestas prorrusas y proucranianas (Euromaiden) tuvieron lugar en varias ciudades.
En la ciudad de Járkov, manifestantes prorrusos tomaron el edificio de gobierno regional. Sect 82 desplazó a los manifestantes y se declaró una “fuerza de autodefensa”.
Tras las protestas prorrusas en Ucrania de 2014, parte del grupo de barrabravas pasó a formar parte de los Cuerpos del Este de la Policía de Patrulla de Tareas Especiales de Ucrania, un grupo de voluntarios organizado por el Ministerio de Interior cuyo objetivo es luchar contra protestantes y organizaciones prorrusas en Ucrania.
El Batallón Azov nació el 5 de mayo de 2014 como parte de esta policía paramilitar. Además de los ultras, se unieron miembros del partido xenofóbico y filonazi los Patriotas de Ucrania. El grupo paramilitar también contó con el apoyo de políticos y empresarios. Por un tiempo, se asentaron en la ciudad de Mariúpol donde recibieron instrucción militar de veteranos del Ejército de Georgia.
Para junio de 2014, el batallón estaba compuesto por 400 personas. En agosto, iniciaron operaciones militares en Donetsk, lucharon con guerrilleros separatistas prorrusos y tomaron la ciudad de Marinka.
Cinco meses después de su fundación, Azov pasó a formar parte de la Guardia Nacional de Ucrania, la fuerza de reserva de las Fuerzas Armadas del país. El Gobierno comenzó a financiar a la fuerza militar.
Además del dinero estatal, el batallón tuvo financiamiento de oligarcas ucranianos. El medio Aljazeera destacó a Íhor Kolomoiski, un empresario ucraniano-israelí-chipriota propietario de bancos, medios de comunicación, petroleras y el FC Dnipró.
En 2017, el batallón estaba compuesto por 2500 personas. Además de su poderío militar, la organización comenzó a tener influencia en la política. Andriy Biletsky, comandante de Azov, ganó un asiento como diputado en el Parlamento. Otros integrantes de la fuerza, también ganaron bancas en parlamentos regionales.
En 2016, sobre las bases de los Patriotas de Ucrania, el batallón creó el Cuerpo Nacional, un partido político de extrema derecha.
La plataforma electoral del partido abogaba por un sistema presidencialista donde el presidente tenga autoridad absoluta sobre las Fuerzas Armadas, la reestatización de ex empresas públicas de la Unión Soviética, el quiebre total de relaciones con Rusia y el no ingreso a la OTAN.
Además, apoyan el derecho a la posesión de armas, la pena de muerte para delitos de traición a la patria y corrupción y el proteccionismo económico.
Nazis, xenófobos y criminales de guerra
Durante los últimos años, el batallón fue objeto de críticas dentro de Ucrania y en la comunidad internacional.
En 2019, por ejemplo, el Partido Demócrata de Estados Unidos solicitó al Congreso que se declare a Azov como organización terrorista. Facebook los calificó en 2016 como una “organización peligrosa” al mismo nivel que el Ku Klux Klan o ISIS.
El 24 de febrero de 2022, inicio de la invasión rusa en Ucrania, la empresa de Mark Zuckerberg levantó las restricciones para publicar contenido alabando a Azov.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunció que el batallón cometió crímenes de guerra entre 2014 y 2016. Entre las denuncias listadas se encuentran: saqueos a casas de civiles, torturas a presuntos militantes prorrusos, violaciones sexuales y asesinatos.
Aunque el Batallón intentó despegarse de su imagen de ultraderecha, la organización paramilitar utiliza simbología nazi en su emblema: el símbolo invertido de la policía secreta SS y el sol negro, un símbolo ocultista nazi.
En 2015, el vocero Andriy Diachenko negó que el batallón sea nazi aunque reconoció que el 20% de sus integrantes lo eran.