El mundo del deporte no olvida a Ayrton Senna
Brasil lo vivió como una gran tragedia nacional y el automovilismo perdió a los 34 años a su máximo héroe de aquel entonces, ganador de 41 de las 161 carreras que disputó con 65 pole positions.
El sábado 30 de abril de 1994, un día antes de la carrera en Imola por el Gran Premio de San Marino de la Fórmula 1, el austríaco Roland Ratzenberg murió al volante de su Simtek S94-Ford tras accidentarse a más de 300 km/h durante la clasificación.
Previamente, durante las pruebas del viernes 29, Rubens Barrichello se había golpeado muy fuerte con el Jordan 194 y había estado seis minutos muerto tras soportar 90G de fuerza en la cabeza. La sacó baratísima.
Los dos hechos, vistos por la TV en el autódromo, habían impactado fuertemente en el ánimo de Senna. Uno por la cercanía con su compatriota y otro por el fallecimiento de su colega. Esto lo llevó a mantener varias charlas con Watkins, hombre de su confianza, en las que le expresó un mal presentimiento de cara a ese fatídico domingo, cuando debía subirse al Williams FW16 número 2 para largar primero luego de haberle sacado mas de tres décimas al Benetton de Michael Schumacher.
En una de esas conversaciones, Watkins le hizo una propuesta que podría haber cambiado la historia por completo. "¿Por qué no te retirás? ¿Qué más necesitás? Sos tricampeón, el más rápido. Vamos a pescar. No corras", dijo el neurocirujano inglés, a lo que el tres veces campeón del mundo (1988, 1990 y 1991, todas con McLaren) respondió: "Si, hay algunas cosas sobre las cuales los pilotos no tenemos el control. No puedo abandonar, tengo que seguir".
Y siguió. Largó en la punta, lideró a velocidad plena hasta la vuelta 5, cuando ingresó el auto de seguridad. Se reanudó en la sexta y se despistó en la séptima a 305 km/h, en principio por la rotura de la barra de dirección. Impactó contra un paredón a 218 km/h en la curva Tamburello y, según los informes, la barra de suspensión perforó la visera del casco para comprimir su cabeza contra la parte trasera, lo que le causó la fractura de la base del cráneo y la muerte horas más tarde, en un hospital de Bolonia. En el habitáculo había una bandera de Austria, para homenajear a Ratzemberger.
Brasil lo vivió como una gran tragedia nacional y el automovilismo perdió a los 34 años a su máximo héroe de aquel entonces, ganador de 41 de las 161 carreras que disputó con 65 pole positions. Maestro bajo la lluvia, más rápido que ninguno, destacado por su caballerosidad fuera de la pista y dueño de una rivalidad mítica con el francés Alain Prost. Más de un cuarto de siglo después, el mundo del deporte no lo olvida.