El cordobés, que venía de 11 victorias (sobre 12) en polvo de ladrillo y de vencer al Nº1 del mundo en semifinales, se quedó con la espina de festejar pero con la tranquilidad de haber regresado a una final de Grand Slam después de dos años.

El primer set fue emotivo y electrizante. Si bien Gustavo arrancó 1-0, Tokito no perdió tiempo, le quebró tres veces y se puso 5-2. Veloz y agresivo, el japonés se fue a la red (algo poco común en el tenis en silla de ruedas) cada vez que tuvo una chance y no la desperdició. 

Parecía todo cocinado. Pero Gustavo, fiel a su estilo de juego, no se entregó nunca, salvó inmumerables sets points, le quebró tres veces y se puso… 5-5. Pero Oda reaccionó, le quebró por cuarta vez, quedó 6-5 y lo cerró con cierta facilidad con su saque: 7-5 en una hora exacta de juego.

En el segundo set, Oda mantuvo el envión y se puso 2-0. Gustavo logró mantener un servicio, quedó 1-2, pero después fue casi todo del japonés que se puso 5-1. Claro, Gustavo no se dio por vencido y quedó 3-5. La ilusión de una nueva remontada se hizo presente en la cancha 14. Pero el joven de 18 años no iba a dejar perder la oportunidad de llevarse su segundo Grand Slam del año y retener el título en París. Con un juego agresivo, rápido y por momentos demoledor el chico de 18 años se hizo más grande.

Gustavo, de 30 años, sumó su 13º final de Grand Slam: de las cuales ganó 5: Roland Garros (2016 y 2019), Australia (2017 y 2019) y Wimbledon (2019).

Gustavo Fernández está de vuelta en el máximo nivel y esa es la mejor noticia para el tenis