El Chango Farías Gómez, maestro de verdad
Qué flor de chango éste. Sí. Ese señor que nació como Juan Enrique pero que nadie conoció con su nombre, es parte central de los más grandes momentos de la música popular argentina de raíz telúrica. Como inventor de los Huanca Huá, luego del Grupo Vocal Argentina, de la MPA y finalmente de La Manija. A fines de este agosto cumpliría 86 años pero no llegó: murió a los 73, en agosto de 2011, cuando tenía 73. Esta nota es un pequeño homenaje a su obra
Hace unos 20 años, gracias al Chango Farías Gómez y sin que él lo supiese, recibí uno de los mejores regalos de mi vida profesional. Debo contarlo. Fue cuando el cordobés Jorge Moreno, el Negro, que estaba produciendo Chango sin arreglo, un discazo que hoy nadie recuerda, una gran injusticia, que era algo así como una antología de la obra del músico, me llamó para pedirme autorización para usar, en el interior de ese álbum, mi frase Jacinto Stone, que había puesto en una columna de Página/12 cuando murió Jacinto Piedra. Esa en la que decía que Jacinto, aunque santiagueño y folklorista, era un stone. Stone, Piedra. Estaba bueno.
El Chango, gestor y conductor de la MPA, había dado con Jacinto a través de Peteco Carabajal cuando armó ese grupo que sería esencial para entender el nuevo folklore de la Argentina, y el Negro, claro, iba a no saltear ese capítulo en su historia. Sólo que podría haberme no llamado para contármelo, y menos para pedirme que le autorice la utilización de una frase que, en verdad, era mía y no. Pero lo hizo, y ése fue el gran regalo que recibí.
Unos años antes había conocido al Chango en los viajes de la Alternativa Musical Argentina, un proyecto de reconstrucción de la buena música popular del país, junto a consagrados como Manolo Juárez, Emilio del Guercio, Jorge Marziali y él, y a pibes que surgían como los Coplanacu y Lito Vitale, entre muchos otros.
El Chango, que era santiagueño y de familia muy folklórica -no muchos lo saben-, apareció en la gran escena en 1961, hace tanto, con su primer grupo, Los Huanca Huá, en el Festival de Cosquín. Ahí armó un revuelo histórico con la originalidad de sus arreglos vocales. Después armó el Grupo Vocal Argentina, la MPA, gran escuela de la estética que modernizó el folklore del país, y La Manija.
De todo eso hablamos una vez en una sala de Radio Nacional, en Buenos Aires, adonde estaba haciendo un programa, unos años después de haber vivido en Córdoba, un punto que alguna vez soñó como para que fuese su ideal lugar en el mundo, pese a lo cual en un momento volvió a Buenos Aires.
El Chango era peronista. De frente y de perfil. Era divertido también. Y muy talentoso.
En 2016 se estrenó La del Chango, una muy interesante película que lo tiene como eje central. La dirigió Milton Rodríguez y participaron, con sus testimonios, músicos como Jaime Torres, Oscar Alem, Peteco Carabajal, Verónica Condomí, Antonio Tarragó Ros, Rubén el Mono Izaurralde, Manolo Juárez, los hermanos Koky y Pajarín Saavedra, y Marián Farías Gómez, entre otros.
El día en que triunfe la justicia en el país y se cierren todas las grietas, se hará un largo aplauso, larguísimo e intenso, para homenajearlo.
Lo merece.