Fue en un chalet de la avenida Riobamba a la altura de Colón al 5600, en Córdoba. Allí vivía Claudia, la única hija del Chango y de su compañera Lidia, La Gringa. Allí apareció el tesoro. Cuadernos del Chango Rodríguez. Manuscritos. Papeles. Era el invierno de 2014.

No fue la primera vez que me topé con manuscritos históricos así. En 1997, en Buenos Aires, había tenido en mis manos, por primera vez, textos escritos a mano por Atahualpa Yupanqui que finalmente fueron a un libro, Atahualpa Yupanqui – Cartas a Nenette. Pero esta vez fue muy fuerte por una concreta razón: faltaban pocos días para que un puñado de importantes figuras de la música popular argentina como Peteco Carabajal, los dúos Orozco-Barrientos y Coplanacu, Horacio Fontova, Roxana Carabajal, Mery Murúa y Pablo Lozano, homenajearan al Chango en la Universidad Nacional de Córdoba. Se cumplirían 100 años de su nacimiento. En esa circunstancia fui a la casa de Claudia y Fernando Sánchez, su compañero, quienes accedieron a revisar, a mi pedido, el archivo familiar. Y ahí estaban las fotos y los papeles históricos.

De los cuadernos personales del Chango Rodríguez. Manuscritos suyos. Archivo familiar. Rescate del autor de esta nota, 2014.
De los cuadernos personales del Chango Rodríguez. Manuscritos suyos. Archivo familiar. Rescate del autor de esta nota, 2014.

El Chango Rodríguez nació en Córdoba el 31 de julio de 1914 como José Ignacio Rodríguez, hijo de un catamarqueño, Alberto Rodríguez, y de una riojana, María Rivolta.

Su padre murió cuando él era un niño, por lo que se entiende claramente su gran amor por su mamá, que solita lo crió.

En la adolescencia, mientras cursaba la secundaria en el colegio San José de Villa del Rosario, a unos 75 kilómetros de Córdoba capital, en el departamento de Río Segundo, jugó al fútbol. Llegó a participar en las inferiores de Rioja Junior, de La Rioja, lugar natal de su madre.

Pero fue con la guitarra y no con la pelota, con lo que se destacaría. Y pronto empezó a cantar y a componer. Se asegura que su primera obra fue nada menos que Vidala de la copla, una canción tan conocida que más se identifica por su texto inicial que por su nombre. Es aquella que empieza diciendo: “Vidala tengo una copla, no me la vas a quitar…”

Según lo cuenta el escritor cordobés Federico Racca en su libro Chango, en tono de novela ficcional aunque basado en hechos reales, el Chango tuvo su noche más tremenda el 11 de diciembre de 1963, cuando ya era famoso y grababa periódicamente en un sello de Buenos Aires. Fue cuando después de una discusión un tanto absurda por dinero, mató de un balazo de un revólver calibre 45 a Juan Pedro Temístocles Alvarez, el Loro, guardia del ferrocarril Mitre, bohemio como todos los asistentes a la reunión de esa noche, celebrada porque era su cumpleaños 42, que era nada menos que su compadre. Por ese crimen fue a la cárcel.

El mítico período del Chango preso fue en realidad de solo cuatro años, lo que es mucho para cualquiera, claro, pero poco para alguien que probadamente mató a una persona.

Lo pasó en el pabellón 11 de la penintenciaría de San Martín. Dejó el calabozo -es dato no muy elegante, y tal vez por eso la historia oficial lo pone en segundo plano- porque gozó del indulto N° 5030 impulsado por el presidente de la dictadura militar de ese momento, Juan Carlos Onganía.

Durante el tiempo en que estuvo tras las rejas, siempre se cuenta porque le pone una pátina emotiva a la triste historia, fue que se casó con Lidia, la Gringa, a quien le había dedicado su célebre Luna cautiva.

El Chango Rodríguez en una entrevista. En su calabozo de la prisión, 1967. Archivo familiar. Rescate del autor de esta nota, 2014.
El Chango Rodríguez en una entrevista. En su calabozo de la prisión, 1967. Archivo familiar. Rescate del autor de esta nota, 2014.
De los cuadernos personales del Chango Rodríguez. Manuscritos suyos. Archivo familiar. Rescate del autor de esta nota, 2014.
De los cuadernos personales del Chango Rodríguez. Manuscritos suyos. Archivo familiar. Rescate del autor de esta nota, 2014.

El Chango escribió célebres piezas como las ya citadas “Luna cautiva” y “Vidala de la copla”, “Luna de Tartagal”, “De Alberdi”, “De mi madre”, “Zamba de abril”, “De Simoca”, “La patrulla”, “Noche de carnavales” y “Zamba de abril”, entre muchas otras.

La mayoría de ellas fueron grabadas en el disco Chango por Raly Barrionuevo, quien, según dijo en ese momento su representante,  se negó a participar del homenaje argumentando que estaba más interesado en apoyar su proyecto personal que un concierto colectivo, que por otro lado impulsaba el Ministerio de Cultura de la Nación que en ese momento comandaba Teresa Parodi. En la presidencia estaba Cristina Fernández de Kirchner. Barrionuevo dio a conocer ese disco en el programa de Rony Vargas en Cadena 3.

Chango Rodríguez- Mi luna cautiva
Chango Rodríguez 100 años - Luna cautiva
Fragmentos del homenaje por los 100 años al Chango Rodríguez
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