Raúl Carnota vive, sí, sí
Este texto es un tributo no tardío porque esta semana se cumplió un nuevo aniversario de su temprana muerte, sino permanente porque reconoce en él a uno de los artistas más valiosos de la música popular argentina. Alguien que supo cumplir el sueño más anhelado de Atahualpa Yupanqui
A ver si alguien la conoce: Cuando la pena entra, no hay quien la pueda.
Se llama Gatito e’ las penas. La sabemos todos.
Pero, ¿quién su autor?
Es probable que no se sepa.
Entonces quien la escribió consiguió el sueño máximo de Atahualpa Yupanqui: ser anónimo.
El autor de Gatito e’ las penas es Raúl Carnota.
El que dice: Poco a poco iré llegando, paso a paso hacia mi muerte, y al final que tal vez de viejo encuentre mi suerte. ¡Ay viditay churita, no quiero verte!
Raúl Carnota no encontró su final de viejo. Porque era joven. Murió cuando recién había llegado la primavera de hace nueve años, el 27 de setiembre de 2014. Tenía sólo 66.
Nació en octubre del 47, seis antes que Bob Dylan, siete antes que Paul McCartney.
Raúl Carnota tendría hoy 75 años, ¡15 menos que Willie Nelson!.
A ver si encuentro consuelo en mi guitarra nochera rasgueando hasta aclarar este gatito 'e las penas: cuando la pena entra, no hay quien la pueda.
Grabó solo 13 discos, el primero compartido con quien era su compañera en ese momento, Suna Rocha.
Dejó mucho sin hacer. Quién sabe cuánto habría conseguido en estas dos últimas décadas.
Gran músico, gran letrista, notable pensador. Sincero consigo mismo en principio, algo que no es poco.
Peronista hasta la médula, estaría hoy mirando todo algo extrañado, como queriendo entender. Quién sabe.
Arriesgado.
Estaría riéndose por lo bajo de la notoriedad. Si siempre esquivó con amabilidad las alabanzas.
Raúl Carnota, el gran renovador de la música de raíz folklórica del país, se fue sin saber qué enorme agujero negro dejaba.
Entre millones de cosas más, este nativo del barrio de Almagro, Buenos Aires -sí, no era santiagueño ni siquiera del interior, como bien podría haber sido, en virtud de que su obra olía tanto a provincianías-, murió sin saber que un periodista, yo, le puso Música Urbana a un ciclo de televisión de los 90 de muchos géneros y estilos que fue premiado y elogiado, pensando en él: porque si hasta canciones de tierra adentro como Salamanqueando pa’ mí, Como flor de campo, La asimétrica, Pecado de juventud y La Sixto violín, habían sido escritas por un porteño, cómo no pensar que, en esta cultura contemporánea, toda la música es urbana.
Y además, llegó a ser anónimo. Por eso ninguna tumba guarda su canto.
¿Quién escribió Grito santiagueño? ¿Raúl Carnota? No.