El viernes 28 de septiembre de 1984, una semana después de que el presidente Raúl Ricardo Alfonsín recibiera el informe de manos de Sabato, una multitud marchó en Córdoba hasta la Casa de Gobierno, entonces en el Parque Sarmiento, y entregó al gobernador Eduardo César Angeloz el informe de la Conadep Córdoba.

Aunque el prólogo del informe entregado a Alfonsín generó rechazo en las víctimas y organizaciones de derechos humanos que le cuestionaron sostener la teoría de los dos demonios, la información reunida en su interior resultó contundente acerca del accionar sistemático, coordinado y clandestino del Estado argentino contra ciudadanas y ciudadanos sometidos a los peores vejámenes durante la dictadura militar. Publicado a los pocos días como el Nunca Más, rápidamente vendió miles de ejemplares.

En Córdoba, el presidente de la Delegación local, Luis Armando Rébora, sintetizó ante el gobernador Angeloz el trabajo realizado:

Hemos cubierto nuestra tarea en 150 días (…) donde, podríamos afirmar que hemos descendido al infierno mismo de la crueldad (…) hemos visto desfilar en el modesto local de nuestra Comisión a los familiares de los desaparecidos que traían su dolor y su esperanza.

Poco es lo que hemos podido avanzar porque la camarilla que manejó todo este horror se cuidó de dejar huellas que pudieran comprometerlos (pero) si en el orden personal poco es lo que hemos podido agregar, en el orden estructural están perfectamente determinadas las responsabilidades. Sabemos bien que no han sido los excesos individuales los que han enlutado al país (…) Ha sido una pandilla perfectamente organizada la que sembró el luto, el terror y la muerte en casi la totalidad de las familias argentinas porque donde un argentino fue torturado, humillado o asesinado se estaba enlutando a todas y cada una de las familias del país (…)

Los miembros de la Conadep Córdoba se sienten plenamente reconfortados por la solidaridad del pueblo de Córdoba (luego de que en los comienzos) la duda, la incredulidad y también la crítica nos acompañó, pero no nos desalentamos y paso a paso fuimos avanzando para poder desnudar la verdad, que ha superado mucho, desgraciadamente, a lo que podríamos imaginar (…)

No hemos alimentado el odio, el rencor ni la venganza, pero tampoco el olvido ni el perdón (…) Este no es el cierre de nuestra actividad sino el punto de partida que el pueblo reclama para que se haga justicia y que nunca más vivamos los horrores que hemos vivido nosotros (…)

La cabecera de la marcha hacia Casa de Gobierno para entregar el informe. Entre otros, Luis Armando Rébora (Conadep Córdoba), Roberto Llorens (UCR), el obispo Miguel Hesayne. Foto Canal Encuentro. Captura de pantalla.

Testimonios del informe de la Delegación Córdoba de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, entregado al gobernador Eduardo César Angeloz:

Secuestro de familias: Hugo Francisco Casas

De 25 años y su hermano Carlos Aníbal Casas -C31- de 20 años de edad, trabajaban como albañiles en una casa en construcción, en la que también pernoctaban mientras duraba el trabajo. El día citado, personal del Ejército montó un impresionante operativo, en el que virtualmente se «ocupó» el barrio, obligando a todos los vecinos a encerrarse en sus casas. Los miembros de las Fuerzas Militares actuantes se llevaron detenidos a los hermanos Casas y retiraron del lugar una cantidad de herramientas y elementos de trabajo, algunos propiedad del dueño de la obra. Desde entonces las autoridades militares negaron tener en su poder a los jóvenes detenidos, generando una incertidumbre sobre su destino que se prolonga hasta hoy, pero en cambio un oficial de alto grado restituyó en la propia sede de la IV Brigada de Infantería las herramientas sustraídas al empleador de Hugo y Carlos Casas.

La tortura como sistema de aniquilamiento

Campo La Perla

N.T.P.

Se encontraba embarazada y fue secuestrada en circunstancias de haber concurrido a la Maternidad Nacional de Córdoba a realizar un control de embarazo. En su denuncia manifiesta que:

«...al detenerse el vehículo, la sacan del mismo y a empujones la van llevando, vendada y encapuchada hacia un lugar cubierto. Allí comienzan a propinarle una feroz golpiza; preferentemente en el vientre y en la cabeza. Mientras la golpean le gritan que van a matar a la criatura que lleva en el vientre. La insultan y amenazan permanentemente. En un momento dado le dicen: «estás desaparecida en la Perla. De aquí ni Dios, ni el Papa, ni el Presidente te sacan...»

Campo La Ribera 

Las aberraciones practicadas en los centros de detención clandestina, parecieron no tener límites. Al campo de La Ribera fue llevada una niña de catorce años, ya ahora mayor de edad, quien relató así su triste experiencia:

«La compareciente es conducida a otra cama (...) entrada la noche, se acerca uno de los guardias y la amenaza con un arma, comienza a desvestirla y manosearla. Debe declarar que se encontraba en ese momento, atada de manos y de pies. Debido a la operación del tabique nasal no podía respirar por la nariz, debiendo hacerlo con la boca. El guardia colocó entonces el pene en la boca de la compareciente. De inmediato, la señora que se encontraba en el piso, comenzó a gritar y se despertaron todos, lo que obligó al guardia a que la dejara y comenzara a prenderle la ropa...»

La declarante continúa:

«Al día siguiente la llevan al patio, previamente, una persona que dijo ser médico, procedió bruscamente a sacarle las vendas que con motivo de su operación tenía en la nariz; dichas vendas se las habían colocado en el hospital cuando la operaron, iban por dentro de la nariz llegando casi hasta la garganta...»

José María Domínguez, gendarme, testimonia:

«...En varias ocasiones conduje a los detenidos para ser interrogados y pude ver, ingresando a dicha habitación, que en la misma había una mesa, junto a un tambor de 200 litros de capacidad lleno de agua. Pude observar cómo en los interrogatorios sumergían medio cuerpo de la víctimas en el tambor de agua, en un procedimiento que conocían como «submarino»...» (…)

La muerte como resultado de la tortura

José René Moukarzel

El día 15 de julio de 1976 ingresa en la morgue judicial −legajo Nº 730−, actuando como forense el doctor Tavip. En el libro de registro se asienta que había fallecido en la cárcel Penitenciaria por insuficiencia cardio-respiratoria, estando a cargo de las actuaciones el Juzgado Militar Nº 73.

«...El 14 de julio pudo ver desde la ventana de la celda cómo era estaqueado en el patio de la cárcel el detenido René Moukarzel, a quien se le arroja agua fría y se le propinan continuos golpes. Moukarzel también murió (...) En dicha muerte tuvo una participación activa el teniente Alsina...»

Se trata de un testimonio de un detenido, J.M.N. Nº 9; pero ese tormento inaudito que el mencionado militar impuso al doctor Moukarzel, de profesión médico, oriundo de Santiago del Estero y que se encontraba detenido a disposición de la Justicia Federal, resulta aun más estremecedor, cuando nos enteramos que ese castigo se le impuso por haber recibido un pequeño paquete de sal de un preso común. Por eso fue estaqueado, desnudo, en el patio interno del penal, alrededor del mediodía a la vista de más de un centenar de testigos (reclusos, guardias) y cuando fue retirado, cerca de la medianoche, con temperaturas bajo cero, agonizaba y fue trasladado a la enfermería de la cárcel donde falleció inmediatamente.

Saqueo y destrucción

Esta Delegación Córdoba de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas ha recibido denuncias referidas a la comisión, en forma simultánea con la desaparición de las personas, de delitos patrimoniales cometidos por los secuestradores.

Entre esas figuras delictivas se debe mencionar el saqueo, el robo de automotores, la explotación en beneficio propio de los inmuebles pertenecientes a personas secuestradas, la destrucción de viviendas con el objeto de desvalijarlas o de disimular por ese medio su presencia, la apropiación de establecimientos comerciales, etc.

*Este texto forma parte del libro Si te dicen que no es cierto: Memorias de la Conadep Córdoba, de Mónica Ambort, editado por la Unión Obrera Gráfica.