Emoción, potencia y adrenalina: Catupecu Machu abrió la Residencia Vorterix
La banda, de casi tres décadas de trayectoria, inauguró un ciclo de cinco fechas en el Teatro Vorterix, con localidades agotadas. El detalle de las dos primeras noches.
Creatividad, innovación, entrega, ritmo, intensidad, intimidad, adrenalina.
Todo eso y más se vivió en cada una de las fechas que Catupecu Machu brindó en el Teatro Vorterix, inaugurando un nuevo ciclo: Residencia Vorterix.
Se trata de cuatro jornadas al año bajo una detallada curaduría que, en esta oportunidad, implicó la exposición de elementos que son parte de los 30 años de historia de la banda.
En una recorrida al estilo de los típicos bares de la cadena internacional Hard Rock Café, las paredes del Vorterix se convirtieron en el sostén de cada uno de los cuadros, discos, premios y recuerdos minuciosamente seleccionados por los integrantes y el equipo de producción.
Y ese fue el convite: cientos de fanáticos, seguidores, admiradores y curiosos fueron parte de este experimento único que despertó todos los sentidos.
Otra de las novedades: en una de las plateas ubicada en el primer piso, los concurrentes podían acceder a auriculares para sumergirse en una experiencia sonora. Sonidos exquisitos volcados a canciones reversionadas fueron los causantes de movilizar hasta lo más profundo a muchos de esos presentes.
VER: Secretos Pasadizos, el viaje de Catupecu Machu inaugurando la Residencia Vorterix
Secretos pasadizos, el show
A las 19 era el horario citado para la apertura de puertas para que, antes del show, se pudiera realizar el recorrido de la muestra. Con una demora de una hora, las personas que formaron fila a lo largo de tres cuadras entre Federico Lacroze y Álvarez Thomas, con alguna bebida en mano, comenzaron a ingresar tras la inquieta espera.
La proyección de los videoclips de la banda en pantalla gigante eran parte de la bienvenida para ir precalentando lo que vendría después. El pogo, claro, no se hizo esperar.
En ambas noches, Fernando Ruiz Díaz (guitarra y voz), Charles Noguera (bajo), Julián Gondell y Miguel “Abril” Sosa (baterías), pisaron el escenario pasadas las 21.40 abriendo con Secretos pasadizos, la canción que, además, le dio el nombre a este primer ciclo.
A continuación llegarían Y lo que quiero es que pises sin el suelo, Perfectos cromosomas, Plan B, Eso espero y En los sueños.
Vistiendo fue el primer guiño, de varios, en recuerdo a Gabriel Ruiz Díaz. Esa canción, interpretada por el exbajista y miembro fundador, fue grabada en el disco Cuentos Decapitados, publicado en el año 2000.
Una emotiva pausa llegó cuando Fernando agradeció, feliz y conmovido: “Si hoy Catupecu está tocando acá, es por ustedes (...) estar tocando hoy acá es alucinante”. El coro de “Catupé catupé, vamos catupé”, estalló al instante: el agradecimiento era mutuo.
Como es habitual en los últimos shows, Fernando toca -sin el resto de los integrantes- una canción a su elección.
“No sabía qué canción iba a tocar. La toqué muchas veces solo, la toqué con Catupecu, la grabamos con Vanthra (la banda que conformó en el 2017). Es una de las canciones de amor más increíbles que yo escuché en mi vida”. Así, interpretó Más y Más, de Draco Rosa.
“Si supieran lo que siente mi cuerpo. Gracias por hacerme sentir inmortal”, expresó un emocionado Fernando que, a lo largo de toda la noche, pedía aplausos para todo el equipo de Catupecu que trabajaron para que estas cuatro fechas (24, 25, 31 de agosto y 1 de septiembre, y luego el lanzamiento del 16 de septiembre) puedan concretarse, con un nivel de espectáculo internacional.
Abril Sosa sube a acompañar a Fernando para hacer Entero o a pedazos, sin embargo, antes de ese momento, el baterista planteó, sobre la marcha de la noche del jueves, un cambio de planes que sorprendió gratamente al cantante: “Vamos a hacer Calavera deforme”, dijo. Y sonó!
Después continuaron con el setlist pautado: los acordes de El número imperfecto y Viaje del miedo flotaron por el aire.
Una de las extrañezas que se escuchó en ambas fechas fue Para vestirte hoy, de Lisandro Aristimuño, grabada por Catupecu en el disco Código Genético (El Grito Después), en conmemoración de los 20 años de la banda.
Minutos antes, sólo en la fecha del viernes, se coreó a viva voz Es todo lo que tengo y es todo lo que hay, también del músico rionegrino.
El pogo y la algarabía comenzaron a intensificarse con la llegada de Hechizo, de los Héroes del Silencio (el viernes), Origen extremo, el instrumental de baterías que realizan Sosa y Gondell, Acaba el fin y Eso vive.
El cierre llegaba con A veces vuelvo y Magia veneno que tuvo como invitado especial a Fabián “Zorrito” Vön Quintiero, músico que integró parte de Suéter, Soda Stereo, Ratones Paranoicos y de la banda de Charly García.
El artista repitió el convite al día siguiente que, además, se sumó a improvisar versiones de Hablando a tu corazón (Charly García) y Rock del Pedazo (Ratones Paranoicos).
La noche concluía. El fin, accidentado y divertido en iguales proporciones, arribó a la medianoche.
Con los primeros acordes de Dale! Fernando se tropezó con la pedalera y cayó, con su guitarra, de lleno sobre el escenario. Risas, no pasó nada (creíamos), salvo que el instrumento no quedó en óptimas condiciones.
El viernes el vocalista contó que sufrió una lesión en el hombro. Un combo de estudios, tomografía y decadrón hicieron posible que pudiera tocar con una de sus guitarras, la más liviana. ¿Su dueño anterior? Nada menos que Luis Alberto Spinetta.
Remontada la situación del jueves, con intercambios de guitarras y afinaciones de por medio, se pisó sin el suelo en Vorterix: una versión de Smell Like Teen Spirit de Nirvana dio pie a Dale!
El pogo más grande hizo temblar, con mosh de Gondell en la segunda noche, al barrio de Colegiales.
Sí, señores, no hay ninguna duda, la leyenda continúa. Catupecu Machu está más vivo que nunca.