Enrique “Mono” Villegas, al gran pueblo argentino ¡pianos!
Leyenda del jazz argentino, bohemio sin igual, desprendido y viajado, romántico, símbolo de una ciudad que ya no existe. “Mono”, quizá “porque imito muy bien a los humanos”. Grabó en New York con grandes del género. Recientemente se lanzó una nueva edición de su disco folklórico, en el que interpreta la música de Adolfo Ábalos.
Enrique “Mono” Villegas nació en el seno de una familia bien puesta, a principios del siglo XX, en Charcas y Agüero, el viejo Palermo. El azar, inexplicable y absoluto, lo trajo al mundo en la misma manzana en la que un año después (1914) llegarían Adolfo Ábalos y Anibal Troilo.
Su toque mágico, brillante, le dio una sonoridad quizá producida por su admiración hacia Duke Ellington. Amante de la música y el ocio (dicen quienes lo conocieron que, detrás de su picardía e ironía constante, había un hombre de una cultura refinadísima) transitó, además del jazz y las baladas, los folklores de estas tierras. Melopea, el sello que vela y amplía un patrimonio incalculable, reeditó junto al Instituto Nacional de la Música (INAMU) el disco en el que Villegas repasa una obra fundamental: la música de Adolfo Ábalos. Tantas vueltas y al final rencontrarse con aquel que ha nacido en la misma cuadra que uno.
El reciente rescate de un cantidad de materiales por parte del INAMU tuvo entre sus hallazgos las grabaciones de Folklore (interpretando a los hermanos Ábalos). Con este nuevo disco, Melopea extiende a 8 los álbums editados a uno de los mayores exponentes del piano y el jazz en Argentina. Desde Baby López Furst a Jorge Navarro, no hay pianista o músico que no tenga en Villegas la referencia de una estrella a seguir.
Aunque faltan algunos grandes discos (“En cuerpo y alma”, por ejemplo) en Spotify se pueden encontrar las grabaciones inéditas (del volúmen 1 al 4, también editadas por Melopea) o discos exquisitos como Al gran pueblo argentino ¡pianos!
Villeguita (su amigo Astor Piazzolla le dedicó una composición) fue un niño eterno que acostumbraba a decir a los demás las cosas más terribles, sin miedo a que nada pasara. Son famosas sus interacciones con el público en medio de los conciertos. Cultivó amistades con figuras como Jorge Luis Borges o Macedonio Fernández. Fue una máquina de dejar frases.
A mitad de los años cincuenta, su eminencia era tal que se convirtió en uno de los primeros músicos de jazz de exportación, antes que Lalo Schiffrin (quien se hizo bastante rico después de componer la música de Misión imposible) o Leandro “Gato” Barbieri, quien encontró en New York su casa.
El sello Columbia lo contrató para la realización de cinco álbumes. Mono hizo sólo dos: Introducing Villegas (1955) y Very, Very Villegas (1956), con el acompañamiento de Milt Hinton y Cozy Cole, dos prestigiosos músicos de sesión que habían tocado con -entre otros- Louis Armstrong.
Pero surgió un problema algo incómodo, quizá incomprensible para Villegas, acostumbrado a mezclarse con todos. Nadie entendía en Columbia que este sujeto blanco se mezclara desprejuiciadamente con músicos negros. Entonces le propusieron grabar temas del compositor cubano Ernesto Lecuona. “Nunca me arrepentí de no haber seguido en Columbia por haberme negado a tocar otra cosa que no fuera jazz”, diría.
“No quiero estudiar porque si estudio voy a ser como la mayoría de los estúpidos que conozco, que les llaman hombres de provecho, abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, chorros. Yo quiero ser otra cosa, quiero ser pianista” Mono Villegas
Ese episodio no le impidió abordar otra música que tanto apreciaba, los folklores de estas pampas. Villegas fue de la estirpe de músicos para los cuales el virtuosismo era sólo eso: técnica, virtud alcanzada por la repetición. Dentro de esta estirpe, en la que Villegas destacaba, lo importante era la musicalidad, la capacidad de plasmar y sostener un estilo personal en la interpretación, renovar genuinamente las melodías que ya fueron tocadas mil veces.
Folklore (interpretando a los hermanos Ábalos) fue grabado originalmente en 1952 y editado por el sello Music Hall. Ahora Melopea, junto al INAMU, lo dejan servido. En esta nueva edición hay un inédito, que no estuvo en la original: Zamba de mi pago. Un acercamiento al Mono, el pianista que imitaba bastante bien al humano
Disco completo en Spotify
Disco completo en YouTube, aquí.
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