Chau cemento: ciudades de madera prometen mitigar el calentamiento global
Representarían hasta 10% de lo requerido para limitar a 2°C el calentamiento antes de fin de siglo, reemplazando cemento y hierro en las construcciones. Ambientalistas advierten contra la tala indiscriminada que podría generarse.
Quienes leyeron “Guerra y Paz” de Tolstoi (o simplemente quienes saben de historia europea) difícilmente olviden el “Gran Incendio de Moscú”, que comenzó el 14 de setiembre de 1812, en plena invasión de las tropas napoleónicas.
En la novela, es un episodio trágico e imborrable.
En la realidad, la ciudad entera ardió hasta el 18 de setiembre, cuando unas tenues lluvias comenzaron a apagarlo. Pudo verse a más de 200 kilómetros de distancia y las crónicas dicen que la extinción definitiva recién ocurrió el 21 de octubre, dos días después de que las tropas francesas abandonasen una ciudad sin refugio ni provisiones, ante las primeras nevadas del invierno que derrotó a Napoleón.
Tolstoi en su novela sostiene que el incendio fue fruto de la imprevisión y desidia de las tropas francesas; los historiadores afirman que fue parte de la estrategia de “tierra arrasada” con que el ejército ruso terminó obligando a retirarse a los franceses.
Como quiera que sea, realidad o ficción, una urbe hecha enteramente de casas de maderas expone lo que modernamente se denomina “excesiva carga de incendio”: una masa crítica tal de combustible, que una vez encendida difícilmente pueda apagarse.
Probablemente sea esta la principal objeción a una audaz propuesta ambientalista: el regreso de las “ciudades de madera”. Esto es, la perspectiva de reemplazar hierro y cemento por construcciones de madera en la expansión de las manchas urbanas.
Ciudades de Madera
La construcción de nuevas viviendas urbanas con madera en lugar de hormigón y acero podría ahorrar alrededor del 10 % del presupuesto de carbono necesario para limitar el calentamiento global a 2 °C en este siglo, según un estudio recientemente publicado por investigadores del Potsdam Institute for Climate Impact Research (PIK) de Alemania.
La revisión de las prácticas de construcción necesarias para tal cambio requeriría hasta 149 millones de hectáreas de nuevas plantaciones de madera, y un aumento en las cosechas de los bosques naturales desprotegidos, pero no necesita invadir las tierras de cultivo, según el trabajo.
La actual superficie total de bosques del mundo se estima en unas 4.000 millones de hectáreas, aproximadamente un 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta. Es decir, que este “plan” requeriría destinar un 4% de la superficie boscosa del planeta a madera para construcciones.
No parece tanto a menos que se compare con la superficie de bosques en explotación forestal que existe hoy: la FAO estima que hay 131 millones de hectáreas bajo este régimen, por lo que el plan representaría más que duplicar la superficie existente de áreas forestales.
La premisa del estudio es simple: alojar al 90% de la creciente población urbana del mundo en edificios de madera de mediana altura podría evitar 106 mil millones de toneladas de emisiones de carbono para 2100, por el reemplazo de cemento y hierro en las edificaciones.
Abhijeet Mishra, el autor principal del artículo, dijo a The Guardian: “Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades y para 2100 el número aumentará significativamente. Esto significa que se construirán más viviendas con acero y hormigón, la mayoría de las cuales tienen una importante huella de carbono. Pero tenemos una alternativa. Podemos albergar a la nueva población urbana en edificios de mediana altura, es decir, de cuatro a 12 pisos, hechos de madera”.
El estudio, publicado en Nature Communications en agosto, es el primero en analizar la escala de las posibles disminuciones de emisiones de una transición a escala global a "ciudades de madera". Aunque la construcción de madera no forma parte de la tradición argentina, tanto en países vecinos, como en el resto del planeta, la construcción de viviendas de madera es una práctica que aún se sostiene y cobra nuevo impulso ante el calentamiento global.
Internet ilustra rápidamente sobre las proezas construidas modernamente en madera. Citamos aquí el edificio Mjøstårnet, construido en Brumunddal, una ciudad de diez mil habitantes en Noruega. Este edificio, uno de los más altos construidos en madera en el mundo, tiene 85,4 metros y 18 pisos y se finalizó en marzo de 2019. Contiene unos 3500 metros cúbicos de madera, y es una torre de uso mixto con oficinas y apartamentos.
Y está lejos de los 300 metros de altura que promete la Oakwood Timber Tower de Londres.
Los científicos del PIK utilizaron un modelo global de uso de la tierra para explorar los impactos y los aspectos prácticos de la idea "ciudades de madera" ante cuatro escenarios diferentes de uso del recurso. El razonamiento que da sustento al estudio es que la madera tiene la huella de carbono más baja entre los materiales de construcción, porque el dióxido de carbono absorbido durante el crecimiento de los árboles no se emitirá hasta que finalmente se destruya la madera.
La prevención de la tala de bosques vírgenes y áreas de conservación de la biodiversidad fue crucial en los cálculos: los autores asumen que cualquier desarrollo forestal debe hacerse sin modificar las reservas de biodiversidad existentes, que ya están severamente amenazadas por la expansión de la agricultura, la minería y el petróleo.
Fuego amigo
Los principales cuestionamientos a la idea, hasta ahora al menos, no son de los fabricantes de cemento: son otros ambientalistas. Argumentan que los 131 millones de hectáreas de plantaciones de árboles en el mundo tienen menos biodiversidad que los bosques naturales y se queman más fácilmente que aquellos.
Pero no sólo existe el problema de la quema de bosques. Los "riesgos biofísicos", como la posibilidad de que los incendios en las ciudades se vuelvan más comunes, no se evaluaron en el informe. Allí es cuando vuelve la imagen dantesca del incendio de Moscú.
A medida que los incendios forestales se intensifican en medio del calentamiento global crecen los cuestionamientos a la práctica de construir con materiales inflamables; como contrapartida, en tiempos de reducción de emisiones, la madera proporciona beneficios inocultables.
Es un recurso renovable que funciona como sumidero de carbono y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Proyectos de uso constructivo ofrecen además la perspectiva de abordar masivamente el problema de los bosques no gestionados.
El costado negativo seguirá siendo su inflamabilidad. Los arquitectos dicen que debe determinarse el riesgo de incendio según qué tipo de vivienda se esté considerando, su objetivo y su ubicación. La resiliencia del proyecto debería ser punto de partida si se quiere aprovechar los beneficios ambientales del uso de madera.