Las personas ricas contaminan en un año lo que a una persona pobre le toma 26 años
Un nuevo reporte producido en Inglaterra demuestra que la contaminación es un fenómeno asociado fundamentalmente a los consumos suntuarios y que impuestos dirigidos específicamente a gravar esos consumos tendrían un gran impacto en la reducción de la contaminación.
Un nuevo informe, desarrollado por la ONG inglesa Autonomy, resalta las enormes brechas entre lo que se ha denominado "la élite contaminante", cuyo estilo de vida con alto contenido de carbono alimenta la crisis climática, y la mayoría de las personas. La asimetría está presente incluso en los países desarrollados, dónde las pirámides de ingresos tienen asimetrías mucho menores que en el resto del planeta.
Un solo dato basta para graficar rotundamente el abismo que separa a dos formas de vivir (y contaminar el planeta): en Inglaterra, una persona con bajos ingresos tardará 26 años en producir la misma cantidad de dióxido de carbono (CO2) que producirá este año una persona rica.
El corte temporal cuenta ingresos y gases de efecto invernadero entre 1998 y 2018; y cuando dice “ricas” está hablando de las personas que ganaban más de 200.000 dólares al año, responsables de más del 30% de las emisiones, contra las personas “pobres”, entre las que el estudio engloba a quienes ganaban hasta 25.000 dólares al año.
El período cubierto llega hasta 2018, por lo que no incluye las posibles distorsiones de la pandemia, que con las cuarentenas afectó el conjunto de actividades contaminantes, no solo las laborales, sino también otras con alto contenido de carbono, como volar.
Contaminación e impuestos
Autonomy también descubrió que si el Reino Unido hubiera comenzado a gravar las emisiones de carbono solo del 1% superior de los grupos de ingresos hace dos décadas, el esfuerzo podría haber recaudado alrededor de 150 mil millones de dólares, lo que podría haberse destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de una manera equitativa, por ejemplo, a través del aislamiento de viviendas para los hogares más pobres, que habría reducido a un mismo tiempo las emisiones asociadas al acondicionamiento térmico de las viviendas y los consumos de luz y gas de las personas con menos recursos.
Peter Newell, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Sussex, que no participó en el informe Autonomy pero viene trabajando en el concepto de "élite contaminante", le dijo a The Guardian que se debe abordar la enorme brecha.
“'Este nuevo informe sobre los beneficios de gravar a los emisores de carbono extremos es una lectura impactante”, dijo. “En vísperas de una cumbre climática crítica [Cop27] en Egipto, y frente a una crisis sin precedentes del costo de vida, está claro que no estamos todos juntos en esto. Los ingresos recaudados de un impuesto al carbono en el 1% más rico de la población habrían recaudado suficiente dinero para modernizar casi 8 millones de hogares, manteniéndonos calientes este invierno y reduciendo las facturas de combustible”.
Volar, conducir autos grandes y caros, poseer varias casas y viajar entre ellas, comer una dieta rica en carne y productos importados, comprar más ropa y artículos de lujo son razones por las cuales los más ricos generan huellas de carbono mucho más altas.
Los autores del reporte señalan que los impuestos sobre las actividades más contaminantes podrían estar dirigidos solo a las grandes fortunas y no necesitan aumentar la crisis del costo de vida para la gran mayoría de las personas. Sin embargo, hasta ahora, el gobierno conservador británico prefirió reducir los impuestos sobre actividades como volar y conducir, a pesar de su impacto ambiental.
El panorama mundial
El mundo es sustancialmente más desigual que el Reino Unido. Por eso, la comparación de la brecha de ingresos y contaminación a nivel mundial es mucho mayor.
En un estudio que abarcaba datos hasta 2015, la ONG Emissions Inequality, daba a conocer hace pocos meses que no sólo las personas ricas tienen huellas de carbono desproporcionadamente grandes sino que además el porcentaje de las emisiones mundiales de las que son responsables está creciendo.
En 2010, el 10 % de los hogares más prósperos emitió el 34 % del CO2 global, mientras que el 50 % de la población mundial en los tramos de ingresos más bajos representó solo el 15 %. Pero para 2015, el 10% más rico era responsable del 49% de las emisiones frente al 7% producido por la mitad más pobre de la población mundial.
Las cifras para Argentina
No hay estudios análogos en Argentina, sin embargo, lo que se puede comprar es la distribución del ingreso como forma de aproximación al problema.
Según datos de Index Mundi, durante 2017 el quintil más pobre de la población inglesa, se llevó el 6,6% del total de ingresos, mientras que en el otro extremo, el 20% más rico de la población se llevó el 42,1% de los ingresos, es decir, las personas más ricas, ganan 6,3 veces más que las de menores ingresos.
La misma comparación con datos de nuestro país indica que, según el INDEC, el primer trimestre de este año, el 20% más pobre de la población se llevó el 4,8% de los ingresos, mientras que el 20% más rico se llevó el 48,1%. O sea, en Argentina, la relación de desigualdad es de 10 veces medida con este parámetro.
El análisis de los consumos resulta una medida objetivable. Pero viene a dar razón distintas impresiones subjetivas, de las que el turismo puede servir de ejemplo. Seguramente hemos escuchado la frase: “Hay crisis, pero los fines de semana largos estallan los destinos turísticos”.
Es claro, que con una fracción muy pequeña de la población, se pueden completar los destinos turísticos. Y es claro que ese es el fundamento de las asimetrías en la contaminación.