Democracia y renta inesperada
En un país como el nuestro donde la mitad de las familias no llegan a los 90 mil pesos mensuales de ingresos, resulta imprescindible hacer más justo y equitativo el tema de la distribución de la riqueza. Sobretodo porque en el contexto de pobreza, los ultra ricos multiplican sus ganancias y obtienen brotes inesperados de dinero, por circunstancias no previstas ni planificadas por sus empresas. Así como el Aporte Solidario fue indispensable para asegurar el Plan de Vacunación de toda la población y para financiar el gasoducto de Vaca Muerta, hoy resulta necesario un impuesto fuerte a las rentas extraordinarias e imprevistas que tiene el muy selecto grupo de los más ricos y poderosos.
Siempre que hay algún pico de necesidad de aumentar la solidaridad y la ayuda social, los primeros reaccionarios en contra, son los grandes terratenientes. Son los que usufructan la riqueza de la tierra explotando a los trabajadores rurales o alquilando sus latifundios. Ellos mienten siempre, ocultan parte de sus ganancias, evaden lo que pueden y contrabandean si es posible. Ellos se venden en sus Medios como los salvadores de la Patria y la verdad es que apenas aportan un poco más del 10 % al valor agregado del PBI. Ellos no son el Campo Argentino, sino un pequeño grupo de parásitos que se quedan con las grandes ganancias que el campo y los trabajadores rurales producen. Ésto viene desde el siglo XIX y sigue casi igual hoy en día.
El Estado y el Gobierno Argentino saben perfectamente quiénes son los que obtienen rentas extraordinarias. Basta con comparar los balances de éste año con los del año pasado. Los que han ganado por la suba de los precios internacionales, que aumentaron por la guerra, son siempre los mismos. Son unas pocas Familias y Empresas. Pero ellos tienen el poder para ocultarlo a la opinión pública y cuentan con Medios y movimientos políticos dispuestos a defenderlos a como dé lugar.
Chillan como chanchos cuando el Estado intenta hacer que la renta inesperada tribute un poco más y así poder paliar el aumento de la pobreza. El peso impositivo el año pasado fue apenas un poco más del 28 % en relación al Producto Bruto, mientras que en Francia por ejemplo, fue de más del 45 %. Sin embargo se lanzan furiosos gritando que ¡La Argentina no aguanta ni un impuesto más! Mienten y engañan. Los que les creen, chillan en defensa de los verdaderos dueños del poder económico. Por todo ello es que resulta tan necesario un Estado fuerte y políticos dignos, que se preocupen y ocupen, de atacar a la pobreza con todas las armas que la Democracia proporciona.