Después de la infame sentencia de proscripción vitalicia para Cristina ha quedado una sensación de profunda tristeza en muchos de sus seguidores. Este malestar se acentuó cuando ella anunció su intención de no ser candidata a ningún cargo electivo. En ese instante todos comenzaron a pensar en lo que vendrá después del renunciamiento. Algunos tratarán de convencerla, otros se anotarán para sucederla y otros más rearmaran espacios y mesas políticas para analizar las mejores opciones. Pero todos, sin excepción, tendrán que escuchar la palabra de Cristina.

Ella nunca tuvo buena relación con los Jueces de Comodoro Py. Eligió confrontarlos, sabiendo que representan el brazo armado del poder económico. Confió en que el malestar general de la sociedad con el Poder Judicial terminaría por favorecerla en el conflicto de poderes, pero no fue así. A Cristina le falló Alberto Fernández. Un profesor y hombre de derecho al que todos creímos capaz de llevar adelante una profunda depuración de Jueces Federales macristas y de una Reforma Judicial, que no hizo.

"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Eso lo sabemos muy bien los argentinos. He actuado en política por más de 50 años y sí algo he visto como una constante, es que nadie deja la política hasta que se muere. Cristina es menos que nadie una muerta política, por más que la persigan y proscriban los mafiosos. Ella inexorablemente será la guía y el faro que indicará el camino electoral del 2023. Los peronistas saben cómo eran las peregrinaciones a Puerta de Hierro. Algo no muy diferente será lo que ocurra aquí, en los próximos tiempos.

De nada sirve estar triste. Sólo hay que construir una nueva realidad y una nueva alternativa. En la derecha argentina sólo hay ignorancia y maldad. La ignorancia es sembrada diariamente por los medios hegemónicos. La maldad en cambio, es bien consciente y la ejercen empresarios inescrupulosos y políticos cómplices que están al servicio de oscuros poderes multinacionales. Esos medios, esos empresarios, ésos Políticos y ésos Jueces, son los que mantienen sumida en la pobreza a la mitad de los argentinos. Ellos contrajeron y ampararon la deuda estructural que hoy nos agobia. A eso no hay que olvidarlo jamás porque un día rendirán cuentas. Hoy todo parece difícil porque la persecución judicial es despiadada, pero si los políticos democráticos se reagrupan y organizan, el futuro aparecerá mucho más claro y con perspectivas mucho más optimistas.

Nunca es triste la verdad, la columna de opinión de Álvaro Ruiz Moreno