Hablemos de Córdoba: Cordobesismo, o el régimen de partido único
Son varios los métodos que pueden permitir medir la uniformidad de la ciudad campanario, de la provincia que es pampa sierra y mar salado.
Suele ser objeto de elogio aquello que no ha sido transmutado. Aquello que ha pervivido sin fisuras. Lo que se mantiene intacto, inalterable, rozagante y denso.
La Córdoba que transita el hoy es la Córdoba que no ha sido, como gusta, transmutada. La Córdoba de ahora mismo es la Córdoba que ha pervivido sin fisuras. Que camina lenta bajo la sombra que la protege de lo distinto. La Córdoba -y no las Córdobas- de acá es una: intacta, inalterable, rozagante y densa. Moldeada sin estrías, prolija sin dobleces, aburrida y sin pliegues. Córdoba es el territorio del todos de acuerdo. Córdoba es el lugar en donde, por voluntad de los hombres y mujeres que la habitan, triunfó el consenso. Y eso, festejado como un mérito de la civilidad y la concordia, es derrota de las divergencias y debates.
Son varios los métodos que pueden permitir medir la uniformidad de la ciudad campanario, de la provincia que es pampa sierra y mar salado. Ninguna de esas metodologías será certera al extremo, sino tan solo una aproximación que nos permita verificar ciertas direcciones y presunciones. Uno: desde 1983 a esta parte, Córdoba es una de las provincias argentinas que menos ha modificado los nombres de sus gobernadores. Apenas cuatro hombres -siempre hombres- en más de 30 años de democracia. En Catamarca: seis: cinco hombres y una mujer. No en vano un actual Juez de la Corte Suprema dijo:
-Córdoba es una Catamarca ilustrada.
También con menos gobernadores y más soberbia.
En La Rioja, seis varones. En Santa Fe y Buenos Aires, provincias que más se le acercan por extensión, población y formación, ocho. San Luis, feudo declarado, dos hermanos y un tercero. Los Rodríguez Saá gobiernan desde marzo de 1960: Juan, Felipe, Teófilo, Adolfo, Humberto y Ricardo hasta los contemporáneos Adolfo y Alberto, todos los hombres de la familia dirigieron la provincia. Las mujeres hacían las ensaladas.
“Desde 1983 a esta parte, Córdoba es una de las provincias argentinas que menos ha modificado los nombres de sus gobernadores. Apenas cuatro hombres -siempre hombres- en más de 30 años de democracia. En Catamarca: seis: cinco hombres y una mujer. No en vano un actual Juez de la Corte Suprema dijo: Córdoba es una Catamarca ilustrada".
En Córdoba, apenas cuatro hombres en 10 elecciones. De esos cuatro hombres, tres reinaron, cada uno, 12 años. Quien esperó, no molestó. Los hombres. Y también los partidos que, alternadamente, fueron hoy oposición, mañana oficialismo. No molestaron durante la alternancia, otro valor patrio para los demócratas de la pureza. No interceder en planes de gobierno sigue siendo la regla: en la Córdoba del consenso, del Pacto de la Moncloa mediterráneo, el que espera su turno no interfiere en los planes del otro. Salvo raras excepciones, hasta el Poder Legislativo, en su mayoría bipartidista, fue el agua calma que permitió que el barco de la gobernabilidad transitara sin dificultad.
Estos más de 30 años de democracia han hecho de Córdoba el lugar del todos/de/acuerdo. Sobran referencias: La reforma constitucional de 1986 fue aprobada sin fisuras por la mayoría que siempre consiguieron la UCR y el PJ, en su versión pura y en la híbrida, comandada por José Manuel De la Sota bajo el sello de la Democracia Cristiana. Aquel acuerdo incluyó el artículo que permite aún la reelección del gobernador. El peronismo local votó, en la convención en donde el radicalismo puso como principal referente a un integrante del Tribunal Superior de Justicia -para que no quedaran dudas de que no había independencia de poderes-, la derrota del año siguiente. Sabían que Angeloz era invencible. Y, para que no quedaran dudas, le dieron capa y espada. Todos de acuerdo.
Dice Roberto Follari:
El consenso es la muerte de la política. La política, antes de la globalización (digamos, en la Argentina de los años ’50 o ’60) implicaba posiciones diferentes, programas distintos, ideologías diversas. Eso es lo genuino en política: ofrecer opciones diferenciadas, y ejercerlas como tales. No como en la época del menemismo, en que todos recitaban el libreto neoliberal, y daba igual votar al radical Angeloz que al candidato supuestamente peronista. No había política, pues se había renunciado a ésta: se jugaba al consenso, que consistía en que había que administrar y gestionar la privatización generalizada.
¿Córdoba fue siempre así? Un rastreo histórico para corroborar tal hecho podría abrirnos puertas y mundos que atestiguaran tal condición. La Córdoba del consenso es, además de pulcra y bendecida, presuntamente histórica. Mas esto no es correcto. Córdoba es la misma que hizo el ‘18 y el ‘69, que parió a Roca, Sabattini, Del Castillo, Obregón Cano, Atilio López y Tosco. Ellos como la encarnadura de un movimiento social y político que puso a la provincia en la vanguardia de las luchas populares de comienzos del siglo XX y en los 60’ y 70’. Esa agitación de aguas generó la confirmación de la tesis/mito de un periodista olvidado: Córdoba como rostro anticipado del país. Eso se evidenció en el quiebre de la cortísima democracia iniciada en 1973 a nivel nacional, que en Córdoba se dio en febrero del ‘74 a partir del golpe policial conocido como Navarrazo, que generó la destitución de Obregón Cano y López.
La historia que sigue es más o menos conocida. Sólo que en Córdoba comenzó antes. Y no terminó tan pronto. En 1983 ganó Angeloz y la UCR dominó hasta 1999, año en el que comenzó a gobernar la versión cordobesa del peronismo, encabezada por un De la Sota que amoldó el partido bajo los preceptos de un menemismo tardío que empezaba a naufragar a nivel nacional. Ojo: quizás se estaba anticipando y era un macrismo adelantado.
El devenir es fresco en la memoria: decanta en más del 70% de votos para Macri presidente en el ballotage de 2015. La prueba electoral del régimen de partido único: pejotas y uceérres uníos. La historia previa no se conoce tanto. Me permito relatarla brevemente.
A comienzos del 1900 y con el radicalismo como movimiento armado y revolucionario, la UCR de Córdoba se compuso de elementos clericales y conservadores. Apenas un puñado, los radicales rojos, minoritarios y redistributivos, blandían banderas más acordes con el movimiento nacional. pero duraron poco y los azules, los clericales, dominaron la escena durante más de 30 años. Con la creación del peronismo pasó lo mismo: mientras a nivel nacional los aires de cambio despeinaban a las masas populares, la conformación del peronismo mediterráneo se dio con los viudos del extinto Partido Demócrata, el viejo patriciado que encontró en el PJ el nuevo palenque donde rascarse. Argentino Autcher, el primer gobernador peronista de Córdoba, admiraba la Edad Media. Y para peor, lo decía públicamente.
"El partido único cordobesista pejota/uceérre se grafica del siguiente modo: Córdoba es un avión en cuyas alas viajan cada una de estas dos expresiones. Saben, las dos, que si alguna altera el equilibrio, pone en juego la propia supervivencia y, también, la sana convivencia con que se retroalimentan".
No obstante, hubo, como en el resto del país, tensiones izquierda/derecha en los dos movimientos. El sabattinismo en el radicalismo y el setentismo en el peronismo generaron algunas disrupciones que la Córdoba bienamada no se bancó y por eso el Navarrazo y por eso Menéndez. Y aquí un sujeto de cualquier otro punto del país podría decir:
- Bueno, pero es lo mismo que a nivel nacional.
Pero no. Porque desde 1983, esas tensiones que se vivieron y se viven en otros lados, aquí estuvieron ausentes. El alfonsinismo como el barco progre de una UCR que caminaba a este presente, en Córdoba casi que no existió. A tal punto que le pusimos vice a Raúl Ricardo y, para asumir, Víctor Martínez tuvo que dejar la sotana y el escapulario en la santa catedral mediterránea. Y en materia de pejotas, las tensiones con el menemismo -Frente Grande primero, kirchnerismo después-, por acá todavía no llegaron.
El partido único cordobesista pejota/uceérre se grafica del siguiente modo: Córdoba es un avión en cuyas alas viajan cada una de estas dos expresiones. Saben, las dos, que si alguna altera el equilibrio, pone en juego la propia supervivencia y, también, la sana convivencia con que se retroalimentan. Quedate piola y seamos felices, se dicen desde un ala a la otra. Una muestra de la felicidad cordobesista: mientras a nivel nacional las vacunas vip generaron una notable pérdida de imagen en Fernández y el fin de la carrera de un sanitarista como Ginés, en Córdoba, que también tuvo vip, el gobierno se limitó a decir:
- Vayan a la justicia y pruébenlo.
No hace falta decir cómo se conforma la justicia con más de 40 años de régimen de partido único. Ah, me olvidaba: ¿y los medios? Sólo cuento esto: un cubano que residía en Córdoba confesó:
-Sé que en mi país no hay libertad de prensa, pero al menos hay más pluralidad que en Córdoba.
No hay dirigente opositor ni líder parlamentario de la primera minoría que altere las aguas calmas por donde surcamos este presente tan anodino. Mario Negri, tan bravo a nivel nacional, en Córdoba es un osito de peluche. Fabricado en Taiwán.