La gestión Llaryora en 70 días: la deuda, la Provincia y los desafíos
Pasaron poco más de dos meses y mucho agua bajo el puente. Entre las extraordinarias, Aguas Cordobesas, la chance de subas de boleto por decreto y cruces con el mestrismo.
El proceso comenzó, de algún modo, aquel 12 de mayo. El regreso del Justicialismo a gobernar la ciudad de Córdoba estaba consumado. Después, una transición con Ramón Mestre que no funcionó y, como último acto, el cruce entre oficialismo y oposición por los números de la deuda del Estado local.
La gestión de Martín Llaryora está en pañales, es cierto. Pero las críticas a su escasa exposición no son pocas. Ese fue el camino elegido inclusive después de la visita de Juan Schiaretti al Palacio 6 de Julio, cuando el mandatario se mostró contento porque al frente del municipio no haya alguien “que quiera ser gobernador dentro de 4 años”.
En extraordinarias de un Concejo Deliberante que se mostró “colaborativo”, el viceintendente Daniel Passerini comandó sesiones que derivaron en la adhesión a cuestiones del orden de la Provincia, como el Monotributo Unificado y el Ciudadano Digital. En el medio, el traspaso de la titularidad del servicio de Aguas Cordobesas a la capital y la bandera de Córdoba flameando en las dependencias municipales.
La declaración de la Emergencia Económica fue otra de las cuestiones. Las críticas no fueron pocas al texto de la norma, apuntando por caso a la facultad que obtenía el Poder Ejecutivo de realizar aumentos del transporte urbano y taxis/remises vía decreto.
La llegada de las boletas de Impuestos Inmobiliario y Automotor también hicieron su parte. La mención a un “Impuestazo” por subas por encima del 53% promedio anunciado, llevó a concejales a pedir que las subas no se concreten, particularmente en sectores sensibles y zonas marcadas por el desapego estatal.
Del mismo modo, la relación de funcionarios del oficialismo con representantes de los trabajadores no fue la mejor en los primeros meses. Y la cuestión excede al conflicto de transporte, con responsabilidad empresarial y el poder concedente, que derivó en un paro sobre fines de enero.
El Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales (SUOEM) denunció, rápidamente, la rotura del esquema de negociación oficial, al no renovar treinta contratos de “planta transitoria”. Las asambleas y reclamos se multiplicaron con rapidez.
Que la recolección de residuos es una cuestión a resolver tampoco resulta flamante para esta gestión. Pero un fin de semana con mucha basura generó un cortocircuito con el SURRBAC.
El municipio hizo mención a una medida de fuerza que el gremio negó. Con rapidez, la enemistad quedó manifiesta.
Con la mayor parte del camino por recorrer, los primeros 70 días comienzan a marcar una huella.