"Es una estrategia política de violencia que busca cercenar voces"
Un estudio de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad revela que Argentina ese el país donde más aumentó la violencia antigénero en los últimos dos años. La palabra de Sandra Chaher, directora y comunicadora.
Las repudiables (y repudiadas) expresiones de los diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolff en torno a las supuestas visitas de mujeres a la Quinta Presidencial de Olivos, pueden ubicarse entre las distintas variantes de los denominados discursos de odio.
Según definió la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2019, al momento de lanzar un plan de acción específico, el discurso de odio puede definirse como "cualquier tipo de discurso, escrito o conductual, que ataca o usa lenguaje peyorativo o discriminatorio hacia una persona o grupo sobre la base de lo que son; en otras palabras, de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, descendencia u otro factor de identidad”.
En particular durante los últimos años han arreciado aquellas variantes que critican fuertemente a quienes expresan posiciones en torno a discusiones como la identidad de género, el aborto o el feminismo. Las redes sociales se han constituido en un canal por el que fluyen, con regulaciones y criterios por demás sospechosos, el odio y la negación al otro.
A ello apunta una investigación regional sobre redes sociales y medios de comunicación, denominada ¿Es posible debatir en medio de discursos de odio?.
La misma fue realizada por la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll Cono Sur, sobre cuentas de Twitter de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, "con el objetivo de detectar acciones estigmatizantes y discriminatorias, que por violentas, acallan voces y empobrecen el debate público en torno a la agenda de la igualdad de género".
Según concluye este estudio, "los discursos de odio conspiran contra el debate público, con una violencia que afecta particularmente la agenda de la igualdad de género".
"Los discursos violentos tienen un alto impacto en la sociedad: impiden el intercambio de ideas, crean “burbujas” afines y acallan voces, lo que limita la libertad de expresión y afecta el debate público y, por ende, la calidad de la democracia", remarca el trabajo.
De cuatro países estudiados, Argentina es aquel donde se percibió un marcado aumento de la violencia antigénero y, como contracara, "donde hubo menos debate entre quienes promueven la agenda de la igualdad de género y quienes se oponen a ella".
"Cultivar y cuidar el debate, posicionándose frente a las agresiones, es el principal desafío hoy, para quienes impulsan la agenda de la igualdad de género. Esto implica abrazar estrategias colectivas para sostener las voces", destaca el trabajo.
Estrategia
En diálogo con Otra Vuelta de Tuerca, por Radio Universidad, la directora de la Asociación Comunicación para la Igualdad destacó que las expresiones misóginas son transversales a todos los partidos políticos.
"Sí hay que diferenciar a los trolls de Fernando Iglesias. No es lo mismo alguien que tiene incorporado el machismo, que no trabaja esta perspectiva y cuando habla dice lo que piensa, de quien públicamente incita al discurso del odio", precisó la comunicadora Sandra Chaher.
"Los discursos de odio son hacia muchos colectivos. Pero lo que muestran las investigaciones que la violencia es mayor contra las mujeres. Sobre todo si esas mujeres expresan públicamente su apoyo a la agenda feminista", añadió.
En ese marco parece inscribirse el hostigamiento contra Florencia Peña, quien ha apoyado distintas causas vinculadas al feminismo, al tiempo que sostiene una clara posición ideológica.
"Por un lado buscan acallar voces. Creo que eso pasa con Florencia Peña. Con algunas lo logran, con otras no. También buscan generar un amedrentamiento en el entorno. Finalmente, embarran la cancha del debate: no discutís ideas, sino respondiendo agresiones. Así deja de ser un debate", amplió Chaher.
Muchos de los ataques trascienden la faz digital: "el 46% de las/os feministas de la región aseguró haber recibido mensajes intimidatorios en su teléfono o correo personal, el 33% haber sufrido violencia en la vía pública y el 4,2% en su domicilio personal", señala el citado informe.
"Muchas veces pensamos que se debate. En verdad es una estrategia política de violencia. No están debatiendo, es una estrategia para cercenar voces", sentenció la comunicadora.